Alli el techo era mas bajo, y Hester tenia que agacharse para no golpearse la cabeza. Sutton tambien iba encorvado. El olor era todavia mas fuerte, el perro tenia el pelo del lomo erizado y su cuerpecillo temblaba porque percibia que ocurria algo malo.

Hester notaba el aire en los pulmones al respirar y el sudor que le corria por la espalda.

Habia una hilera de puertas.

Sutton probo a abrir la primera. Estaba cerrada con llave. Levanto la pierna y le dio una patada con la planta del pie. Crujio pero no cedio. Snoot soltaba gemidos agudos. Su fino olfato percibia el olor del miedo.

Sutton dio otra patada y esta vez la puerta cedio. Al abrirse de golpe revelo un cuarto minusculo, poco mas que un armario, donde habia tres ninos encogidos de miedo vestidos con harapos, los ojos como platos a causa del terror. Iban relativamente limpios, pero los brazos y piernas que no tapaba la ropa eran flacos y palidos como astillas de madera.

Hester casi se atraganto de esperanza, y luego de desesperacion.

– Volveremos a por vosotros -les dijo Sutton.

Hester no tuvo claro si para ellos seria una promesa o una amenaza. Quiza solo podian escoger entre Phillips o morirse de hambre. Pero tenia que encontrar a Scuff; lo demas deberia esperar.

Sutton forzo la puerta de otro cuarto donde habia mas ninos. Abrio un tercero, y luego un ultimo que estaba vacio. Scuff no estaba en ninguno de ellos.

Hester noto como se le hacia un nudo en la garganta y se le saltaban las lagrimas. Se enfurecio consigo misma. No habia tiempo para aquello. Tenia que estar en alguna parte. ?Debia pensar! ?Que haria Phillips? Era listo, taimado y conocia a Monk, pues en su negocio estaba obligado a conocer a sus enemigos. Hallaba, robaba o creaba el arma ideal contra cada uno de ellos.

Snoot se estremecia sin parar. Salio disparado y comenzo a correr en pequenos circulos con el morro pegado al suelo.

– Vamos, chico -dijo Sutton amable-. No me vengas con ratas, ahora. Dejalas en paz.

Snoot hizo caso omiso y se puso a aranar las junturas de las tablas del suelo.

– Deja en paz a las ratas -repitio Sutton, con voz tomada por la pesadumbre.

Snoot siguio aranando, clavando las garras en las junturas.

– ?Snoot!

Sutton fue a coger el perro por el collar.

Oyo un ligero ruido de aranazos debajo de ellos.

Snoot ladro.

Sutton lo agarro del collar, pero el perro estaba muy excitado y se zafo, dando un ganido.

Sutton se agacho. Hester estaba justo detras de el. Mirando con mas atencion el suelo, vio que las juntas de las tablas eran casi lisas.

– ?Es una trampilla! -dijo, casi sin atreverse a creerlo.

– Da a la sentina. Cuidado con las manos, habra ratas. Siempre las hay -advirtio Sutton, con la voz quebrada. Se saco la navaja del cinto, abrio la hoja y la uso de palanca para abrir la trampilla.

Debajo de ellos el rostro ceniciento de Scuff miraba hacia arriba, con los ojos como platos por el miedo, la piel magullada, manchado de sangre y mugre.

Hester olvido toda la compostura que se habia prometido mantener, alargo los brazos para sacarlo y lo estrecho entre sus brazos con tanta fuerza que bien pudo hacerle dano. Apreto el rostro contra el cuello de Scuff, ignorando la peste a podredumbre que emanaba de su piel, su pelo y su ropa, pensando solo que por fin lo tenia y que estaba vivo.

Scuff se aferro a ella, temblando y sollozando de modo incontrolable.

La voz de Sutton la devolvio al presente y al peligro que por un momento habia olvidado.

– Ahi abajo hay ratas -dijo a media voz-. Da directo a la sentina, y ha habido otro nino encerrado, pobrecillo, pero apenas queda nada de el, solo huesos y un poco de carne. No mire, senorita Hester. Llevese al nino de aqui. Es como para haber perdido la cabeza, estar metido ahi dentro con ratas y el cadaver medio podrido de otro nino.

»Escucheme bien, si el senor Monk no hace esta vez que ahorquen a este hijo del diablo, lo hare yo con mis propias manos… -Se le quebro la voz, ahogada por el sentimiento.

Aunque a su pesar, Hester solto a Scuff pero este no podia soltarse de ella. Susurro muy bajito, apenas un llanto, y se agarro a ella con mas fuerza. Hester habria tenido que romperle los dedos para soltarlo. Fue haciendo eses hasta la puerta sin dejar de abrazarlo, manteniendo la cabeza gacha bajo el techo de tablas, y encontro a Orme a los pies de la escalera con el rostro resplandeciente de alivio.

– Se lo dire al senor Monk -dijo simplemente, volviendose para subir de nuevo-. Voy… voy a decirselo.

Permanecio quieto un instante, como para asimilar la escena, y acto seguido, sonriendo abiertamente, dio media vuelta y fue a toda prisa hacia el salon del barco.

Hester perdio la nocion del tiempo que paso sentada en el suelo, meciendo a Scuff entre sus brazos, hasta que Monk bajo para ver al nino con sus propios ojos. Entonces Rathbone acudio a decirle que habia interrogado a los demas ninos, quienes le habian dicho que el cadaver de la trampilla era el de Reilly, el nino desaparecido que habia intentado rebelarse. Tenia edad suficiente para que lo vendieran a uno de los barcos que zarpaban de Londres, pero quiso rescatar a algunos de los ninos mas pequenos y lo habian encerrado en la sentina a modo de escarmiento. Se lo podia identificar por el amuleto que llevaba colgado de lo que quedaba de su cuello.

– Con esto podemos ahorcar a Phillips -dijo con voz ronca, los ojos oscuros por el terror y por la terrible afliccion que Hester habia percibido antes.

– ?Estas seguro? -pregunto Hester-. ?Seguro de verdad, Oliver? Por favor, no prometas algo que solo creas. No necesito consuelo. Necesito la verdad.

– Es la verdad -contesto Rathbone.

Finalmente solto a Scuff y alargo la mano para tocar el brazo de Rathbone, apenas apoyandola. Aunque tenia la mano fria y mugrienta, ambos sintieron el calor del afecto como la fuerza de la vida, la pasion y la ternura.

– ?Y cual es la verdad? -pregunto Hester.

Rathbone no la eludio.

– Me preguntaste quien me habia pagado por defender a Phillips -contesto-. Pensaba que no podia decirtelo, pero ahora se que fue el mismo que ayudo a Phillips a montar el negocio al principio, pues conocia la debilidad de hombres como Sullivan y sabia que cabia alimentarla hasta convertirla en una adiccion devoradora.

Hester aguardo, entendiendo parte de su horror, imaginando su sentimiento de culpa.

– Fue Arthur Ballinger -agrego Rathbone en voz tan baja que Hester apenas le oyo.

?El padre de Margaret! No, estaba equivocada, apenas habia rozado la magnitud del horror que sentia Rathbone. Aquello aniquilaba cualquier otra cosa que hubiera concebido. Alcanzaba de lleno el mismisimo centro de su vida. Se devano los sesos en balde. ?Que podia decir? Estrecho la mano de Rathbone y la levanto muy despacio hasta su mejilla antes de soltarla. Se levanto y llevo a Scuff hacia la luz del pasillo que daba al salon, dejando a Rathbone a solas.

El salon estaba casi vacio. Monk estaba en medio con Orme. El resto de policias se habia marchado, asi como los clientes. Monk se veia palido y desdichado. Le estaba saliendo un moraton en la mejilla.

– ?Que ha ocurrido? -inquirio Hester, sorprendida pero sin una pizca de miedo. Llevaba de la mano a Scuff, que se mantenia de pie aunque pegado a ella.

– Casi todos estan arrestados -contesto Monk.

Hester se estremecio.

– ?Casi todos?

– Lo siento-dijo Monk con la voz tomada, abatido y sintiendose culpable-. Entre la oscuridad y la refriega, los hombres que dejamos arriba se han escondido. Sullivan nos ha traicionado y se ha llevado a Phillips con el. Tendria que haberlo vigilado y verlo venir. Volveremos a capturarlo y, cuando lo hagamos, nadie le ayudara a escapar de la soga.

Hester asintio con la cabeza. No queria echarle la culpa y no se atrevia a hablar porque estaba al borde del llanto. Se sentia como si un peso enorme la hubiese aplastado. Era una injusticia monstruosa. Se habian esforzado mucho. Mientras procuraba respirar con normalidad, se dio cuenta de que su decepcion era pueril. Nadie habia prometido nunca justicia; al menos no inmediata, como tampoco que fuera a presenciarla con sus

Вы читаете Falsa inocencia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату