– ?Que pena -dijo Aldith- que este buhonero no venda disculpas, bien empaquetadas y listas para la entrega! ?Porque yo os debo al menos una docena, tal vez mas!
– Si quereis que os diga la verdad -contesto Justino-, yo preferiria una explicacion a una disculpa.
– Temia que dijerais eso -dijo Aldith esbozando una atribulada sonrisa y, dandole el brazo, le aparto de la multitud que rodeaba el carromato del buhonero-. Si os la doy ?quedara entre nosotros dos? -Cuando el asintio, ella vacilo un momento, pensando en que contestar-. Queria asegurarme de que Lucas no se comportaria de forma veleidosa acerca de nuestra boda.
– ?Y por que os teneis que preocupar de eso?
– Supongo que sera una tonteria, pero temia que Lucas hubiera empezado a dudar sobre la conveniencia de casarse conmigo. Despues de todo, no se puede decir que sea un enlace sensato. Soy mayor que el, todo el mundo en Winchester esta al corriente de mi relacion con Gervase y, por anadidura, no soy la mas fecunda de las esposas. He quedado embarazada solo dos veces y las dos veces aborte. ?Como puedo culpar a Lucas si vacila sobre este matrimonio?
– La sabiduria y la razon no tienen nada que ver con esto. El hombre esta loco por vos. Me lo dijo anoche.
– ?Lo dijo?… ?De veras? -Esta vez su sonrisa era deslumbrante-, No es hombre de muchas palabras… salvo en la cama, claro esta -anadio, riendose discretamente-. Pero lo que decis los hombres en la cama no es el evangelio, ?verdad?
– ?No esperareis una contestacion a esa pregunta? -dijo Justino con una sonrisa picarona.
Aldith meneo la cabeza, riendose entre dientes, y Justino se dio cuenta de que el tambien confiaba en que Lucas se casara con ella. Parecia sincero, pero Justino sabia que habia hombres que cazaban por el placer de la caza y perdian interes una vez que la presa estaba en el morral. En bien de Aldith, esperaba que Lucas no fuera uno de ellos.
Los humores de Aldith eran tan cambiantes como sus ojos color verde azulado. Ya no bromeaba, sino que miraba a Justino pensativa.
– ?Creeis de verdad que un miembro de la familia de Gervase ha sido quien ha planeado su asesinato?
Justino no se sorprendio de que Lucas le hubiera confiado el secreto a Aldith. A juzgar por la manera en que habia visto comportarse al auxiliar del justicia, Lucas seguia sus instintos y no le importaba nada el que se quebrantaran las reglas del juego.
– Creo que alguien lo hizo, pero no puedo decir todavia que sea un miembro de la familia. Vos los conoceis probablemente mejor que yo, senora Aldith. Si tuvierais que decantaros por uno de ellos, ?quien os pareceria el mas sospechoso?
– No puedo decir que los conozca bien. Los veia, sobre todo, a traves de los ojos de Gervase. Pero si tuviera que aislar a uno, diria que Tomas.
– Interesante. Edwin esta convencido de que Jonet y Miles son los culpables.
– ?Y que pensais vos, Justino? ?De quien sospechais?
– De Guy -sonrio Justino, sin humor-, Pero es lo mismo que echarlo a cara o cruz. Son todo conjeturas y sospechas, telas de arana y humo. A menos que pueda probarlo.
Se paro tan de pronto que Aldith lo miro sorprendida. Estaba mirando fijamente mas alla de su hombro, pero con tal fijeza que ella se volvio tambien a mirar. Al no ver nada fuera de lo corriente, empezo a preguntar: «?Ocurre algo?». Pero para entonces Justino ya habia desaparecido.
Justino se abrio camino por entre la multitud, sin hacer caso a las protestas y juramentos que lo zaherian. Su presa habia salido como una flecha de detras del carromato del buhonero. Al oir las pisadas detras de el, se escondio en un callejon y se volvio de espaldas, como hombre que busca un sitio para orinar. Justino lo siguio, le agarro del hombro y le hizo darse la vuelta.
Durand mostro tal aplomo, que parecia revestido de hielo: ni siquiera movio un musculo del rostro.
– ?Que quereis? -pregunto y fruncio los labios-. Si estais pidiendo limosna, no tengo nada que daros. Un hombre sano debe trabajar para ganarse el pan o morirse de hambre. Y si lo que pretendeis es robarme, preparaos a morir sin confesion.
– Me he confundido -dijo Justino, apartandose. Con la sonrisa mas desagradable que imaginarse pueda, Durand se aparto. Justino espero a que llegara a la entrada del callejon-. Me he confundido -repitio Justino, con una mueca desdenosa-, Os confundi con un tipo bravucon llamado Durand.
La sangre fria del otro hombre se altero unos instantes, porque la mirada que le dirigio fue asesina. Cuando se fue, Justino abrio lentamente el puno con que tenia agarrada la empunadura de la espada. Habia obrado impulsivamente y estaba empezando a arrepentirse. Durand le habia estado espiando, pero ?por que? No podia pensar mas que en una persona que le hubiera podido dar al caballero sugerencias de como seguirle la pista. Fue esa inquietante certidumbre lo que provoco su ira: habia hecho de Durand el blanco de la furia que no podia desahogar en el hijo de la reina.
No obstante, no podia negar que el enfrentamiento le habia proporcionado cierta satisfaccion. Por unos momentos no se sintio como un peon, como instrumento en una conspiracion de reyes. Pero ahora se preguntaba si no habria sido demasiado precipitado. ?Fue prudente desafiar a Juan cara a cara?
Mientras se dirigia de nuevo hacia High Street, tenia la impresion de haberse metido en un laberinto oscuro y sinuoso, porque asi era como el veia las elucubraciones del cerebro de Juan. ?Cual era la mision de Durand? ?Podria ser mas siniestra que espiarle unicamente? ?Y que haria ahora Juan cuando se enterara de que su hombre habia sido descubierto? Pero ?iba Durand a contarle a Juan que habia sido burlado?
El buhonero ya no estaba vendiendo sus mercancias. En su lugar se habia enfrascado en una discusion a gritos con un joven airado, rodeados ambos por un gentio curioso. Aldith estaba de pie en el extremo de la bulla y, al ver acercarse a Justino, se movio con rapidez para cortarle el paso.
– ?Que ha pasado? ?Donde demonios os fuisteis?
– Crei haber visto a un conocido. -Para evitar mas preguntas, Justino senalo a los hombres-. ?Que pasa aqui? ?Tal vez un parroquiano descontento?
– No, un rival. El muchacho es de la botica de enfrente y quiere que el buhonero se vaya antes de que ellos pierdan todos sus parroquianos.
Justino no tenia interes en una disputa callejera entre comerciantes.
– ?Me permitis que os acompane a casa, Aldith? Es lo menos que puedo hacer despues de desaparecer sin deciros una palabra.
Aldith sonrio y dejo que el la cogiera del brazo. Justino sospechaba que era el tipo de mujer que flirtearia con el cura en su lecho de muerte; en eso le recordaba a Claudine, la de los ojos negros. Iban abriendose camino a traves de la muchedumbre cuando la gente empezo a echarse a un lado apresuradamente. Senalando a los jinetes que se acercaban, el mancebo grito triunfante:
– Mandamos un mensaje al castillo para que viniera el auxiliar del justicia. ?Pronto tendras que marcharte, amigo, y con el rabo entre piernas!
El buhonero escupio una obscenidad y a continuacion empujo a un lado al muchacho para ser el el primero en contarle al justicia su version del incidente. Lucas venia montado en un caballo alazan. Tirando de las riendas, hizo una sena a sus sargentos para que se pararan, mientras que sus ojos echaban un vistazo a su alrededor, deteniendose en particular en Justino y en Aldith, que estaban de pie en la calle.
Al bajarse del caballo, Lucas se vio asaltado por un griterio infernal, queriendo todos informarle de la causa de este disturbio callejero. El ruido no ceso hasta que dio un grito ordenando silencio y ante un publico expectante, no tardo mucho tiempo en resolver la querella en favor del boticario. El buhonero estaba resentido, pero era lo suficientemente astuto como para saber que no podia ganar una disputa como esta y decidio marcharse. Lucas no perdio el tiempo un momento mas y se dirigio a donde estaban Aldith y Justino.
Saludo a Aldith besandole la mano. Era un acto simple, pero, hecho en publico, adquiria un significado simbolico, y Aldith estaba radiante de felicidad. Cuando el sugirio que le comprara un poco de carne de membrillo antes de que se fuera el vendedor, ella, con un tacto exquisito, fingio creer que Lucas experimentaba un antojo repentino por algo dulce. Lucas movio la cabeza con un gesto que indicaba que era mejor alejarse de los parroquianos del vendedor y Justino le siguio.
– Y bien -empezo a decir el auxiliar-, ?que paso en la orfebreria? ?Empezaron las abejas a zumbar cuando metisteis vuestro palo en su colmena?
– Se lo tomaron a mal, lo cual era de esperar. Si fueran todos tan inocentes como los angeles de Dios,
