– Algo habia oido, pero nunca sabes si los rumores son ciertos. Entonces estamos los dos en el mismo barco.
– Yo diria que tu estas un poco mejor que yo -replique contemplando la estanteria-. Tienes a Teccam, y la
– Esta es la ultima edicion -dijo Devi con orgullo-. Contiene grabados nuevos y un capitulo sobre los Faen- Moite.
Pase los dedos por el lomo del libro, y luego me aparte de la estanteria.
– Tienes una buena biblioteca.
– Mira -dijo ella con sorna-, si prometes lavarte bien las manos, puedes venir aqui a leer de vez en cuando. Si traes tu laud y tocas para mi, hasta es posible que te preste algun libro, siempre que me lo devuelvas dentro de un plazo de tiempo razonable. -Me miro con una sonrisa coqueta-. Los exiliados deberiamos mantenernos unidos.
Durante el largo camino de vuelta a la Universidad, me pregunte si Devi queria ligar conmigo o si solo queria estar simpatica. Cuando hube recorrido los cinco kilometros, todavia no habia llegado a nada parecido a una conclusion. Lo comento para dejar una cosa clara: yo era un chico muy listo, un heroe en ciernes con un Alar como una barra de acero de Ramston. Pero, ante todo, era un muchacho de quince anos. En lo relativo a las mujeres, estaba mas perdido que un cordero en el bosque.
Encontre a Kilvin en su despacho, grabando runas en una semies-fera de cristal para otra lampara colgante. Llame a la puerta.
Kilvin levanto la cabeza.
– E'lir Kvothe. Tienes mejor aspecto.
Tarde un momento en comprender que se referia a tres ciclos atras, cuando me habia expulsado de la Factoria por culpa de la intromision de Wilem.
– Gracias, senor. Me encuentro mejor.
Kilvin ladeo minimamente la cabeza.
Me lleve la mano a la bolsa.
– Me gustaria saldar mi deuda con usted.
Kilvin dio un grunido:
– No me debes nada. -Volvio a mirar hacia la mesa y el proyecto que tenia en las manos.
– Entonces, mi deuda con el taller -insisti-. Hace tiempo que me aprovecho de su generosidad. ?Cuanto le debo por los materiales que he utilizado para estudiar con Manet?
Kilvin siguio trabajando.
– Un talento y siete iotas con tres.
La exactitud de la cifra me sorprendio, porque Kilvin no habia consultado el libro de contabilidad que tenia en el almacen. Me quede atonito de pensar en la cantidad de cosas que aquel hombre con aspecto de oso llevaba en la cabeza. Abri mi bolsa, conte el dinero y lo puse en un rincon de la mesa que no estaba completamente cubierto de cachivaches.
Kilvin miro las monedas.
– E'lir Kvothe, espero que hayas conseguido este dinero de forma honrada.
Lo dijo con tanta seriedad que tuve que sonreir.
– Lo gane anoche tocando en Imre.
– ?Tanto dinero da la musica al otro lado del rio?
Mantuve la sonrisa y me encogi de hombros.
– No se si me ira tan bien todas las noches. Al fin y al cabo, era la primera vez que actuaba.
Kilvin hizo un ruidito entre un bufido y un grunido, y siguio con lo que estaba haciendo.
– Se te esta pegando la arrogancia de Elxa Dal. -Trazo una fina linea en el cristal-. ?Significa esto que no seguiras trabajando para mi por las noches?
Me quede muy azorado.
– Yo… Yo no… He venido para hablar con usted de… -«De la posibilidad de volver a trabajar en el taller.» La idea de no trabajar para Kilvin ni siquiera habia pasado por mi cabeza.
– Por lo visto, la musica te resulta mas provechosa que trabajar aqui. -Kilvin miro las monedas que yo habia dejado en la mesa de manera elocuente.
– ?Es que yo quiero trabajar aqui! -dije desconsoladamente.
Kilvin esbozo una blanca y enorme sonrisa.
– Estupendo. No me habria gustado perderte por pasarte a la otra orilla del rio. La musica esta muy bien, pero el metal es duradero. -Golpeo la mesa con dos dedos inmensos para enfatizar sus palabras. Entonces hizo un movimiento con la niano con que sujetaba su lampara inacabada-. Vete. No llegues tarde al trabajo, o te tendre todo un bimestre limpiando botellas y moliendo minerales.
Cuando me marche, pense en lo que habia dicho Kilvin. Era lo primero que me decia con lo que yo no estaba completamente de acuerdo. «El metal se oxida -pense-, la musica dura eternamente.»
El tiempo nos dara la razon a uno o a otro.
Sali de la Factoria y me fui derecho a La Calesa, posiblemente la mejor posada de ese lado del rio. El posadero era un tipo calvo y corpulento llamado Caverin. Le ensene mi caramillo de plata y me di el gusto de regatear durante un cuarto de hora.
El resultado final de la negociacion fue que, a cambio de tocar tres noches todos los ciclos, tenia derecho a comida y habitacion gratis. La cocina de La Calesa era excelente, y mi habitacion era, en realidad, una pequena suite con dormitorio, vestidor y salita. Un gran avance en comparacion con mi estrecho camastro en las Dependencias.
Pero lo mejor de todo era que ganaria dos talentos de plata al mes. Una cantidad de dinero casi increible para alguien que llevaba tanto tiempo viviendo en la pobreza. Y eso, ademas de las propinas o los regalos que pudieran darme los clientes adinerados.
Tocando en la posada, trabajando en la Factoria y con un buen mecenas en el horizonte, ya no tendria que vivir como un indigente. Podria comprarme cosas que necesitaba urgentemente: otra muda de ropa, plumas y papel, unos zapatos nuevos…
Si nunca habeis sido pobres de verdad, dudo que entendais el alivio que senti. Llevaba meses temiendo que sucediera alguna otra desgracia, consciente de que cualquier pequena catastrofe me destrozaria. Pero ya no tenia que vivir constantemente preocupado por la matricula del siguiente bimestre ni por los intereses del prestamo de Devi. Habia desaparecido el peligro de que tuviera que abandonar la Universidad.
Me sirvieron una cena estupenda: filete de venado, ensalada y un cuenco de sopa de tomate con especias. Tambien habia melocotones, ciruelas y pan blanco con mantequilla. Y, aunque yo no lo pedi, me sirvieron varias copas de un excelente tinto vintico.
Despues de cenar me retire a mis habitaciones, donde dormi como un bendito, perdido en la inmensidad de mi nueva cama de plumas.
61 El asno erudito
Una vez pasado el examen de admisiones, no tenia ninguna otra responsabilidad hasta que empezara el bimestre de otono. En el interin, me dedique a recuperar horas de sueno, a trabajar en el taller de Kilvin y a disfrutar de mis nuevos y lujosos aposentos en La Calesa.
Tambien pase muchas horas en el camino de Imre, generalmente con la excusa de visitar a Threpe o de reunirme con otros musicos en el Eolio. Pero la verdad es que iba con la esperanza de ver a Denna.
Sin embargo, no consegui nada con mi diligencia. Era como si Denna se hubiera esfumado de la ciudad.