14 El nombre del viento

El invierno es la epoca del ano floja para las troupes itinerantes, pero Abenthy le saco provecho y se puso a ensenarme simpatia en serio. Sin embargo, como suele pasar, especialmente tratandose de ninos, lo que yo habia imaginado era mucho mas emocionante que la realidad.

No seria correcto que dijera que la simpatia me decepciono. Pero la verdad es que me decepciono. No coincidia con el concepto que yo tenia de la magia.

Resultaba util, eso no podia negarse. Ben utilizaba la simpatia para iluminar nuestros espectaculos. Con simpatia se podia hacer fuego sin pedernal o levantar pesos sin necesidad de utilizar aparatosas cuerdas y poleas.

Pero el dia que nos conocimos, Ben habia llamado al viento. Eso no era mera simpatia. Eso era magia de la de los libros de cuentos. Ese era el secreto que yo mas anhelaba descubrir.

El deshielo primaveral habia quedado atras, y la troupe recorria los bosques y los campos de la region occidental de la Mancomunidad. Yo viajaba, como de costumbre, en la parte delantera del carromato de Ben. El verano habia decidido presentarse de nuevo y el campo estaba verde y crecido.

Llevabamos cerca de una hora tranquilos. Ben dormitaba con las riendas sueltas en una mano cuando el carromato golpeo una piedra y nos saco a ambos de nuestros respectivos ensuenos.

Ben se enderezo en el asiento y se dirigio a mi en un tono que yo tenia clasificado como «Tengo un enigma para ti».

– ?Como harias hervir un hervidor lleno de agua?

Mire alrededor y vi una gran piedra en el margen del camino. La senale.

– El sol debe de haber calentado esa piedra. La vincularia al agua del hervidor y utilizaria el calor de la piedra para llevar el agua a ebullicion.

– ?Piedra a agua? No es un vinculo muy eficaz -me reprendio Ben-. Solo una quinceava parte acabaria calentando el agua.

– Funcionaria.

– De acuerdo. Pero es una chapuza. Tu puedes hacerlo mejor, E'lir.

Entonces empezo a gritar a Alfa y a Beta, una senal de que estaba de un humor excelente. Los animales se lo tomaron con mas calma que nunca, pese a que Ben los acuso de cosas que estoy seguro de que ningun asno, y mucho menos Beta, que tenia una moral impecable, jamas ha hecho voluntariamente.

Ben se interrumpio en plena invectiva y me pregunto:

– ?Como derribarias ese pajaro? -Senalo un halcon que sobrevolaba un campo de trigo que habia a un lado del camino.

– No creo que lo derribara. No me ha hecho nada.

– Hipoteticamente.

– Eso digo, hipoteticamente. No lo derribaria.

Ben rio.

– Bien dicho, E'lir. Pero exactamente ?como no lo harias? Detalles, por favor.

– Le pediria a Teren que lo derribara.

Ben asintio, pensativo.

– Muy bien, muy bien. Sin embargo, es un asunto entre el pajaro y tu. Ese halcon -lo senalo, indignado- ha insultado a tu madre.

– Ah. Entonces mi honor exige que defienda personalmente el buen nombre de mi madre.

– Claro que si.

– ?Tengo a mano una pluma?

– No.

– Tehlu, dame paciencia para no… -Ben me miro con desaprobacion, y me guarde lo que iba a decir-. No te gusta ponerme las cosas faciles, ?verdad?

– Es una costumbre molesta que cogi de un estudiante demasiado listo para su propio bien. -Sonrio-. ?Que podrias hacer si tuvieras una pluma?

– La vincularia al pajaro y lo enjabonaria con jabon de lejia.

Ben arrugo la frente.

– ?Con que tipo de vinculo?

– Quimico. Seguramente un segundo catalizador.

Hizo una pausa.

– Un segundo catalizador… -Se rasco la barbilla-. ?Para disolver el aceite que suaviza la pluma?

Asenti.

Ben miro el pajaro.

– No se me habia ocurrido -dijo con un deje de admiracion. Lo tome como un cumplido.

»Sin embargo -volvio a mirarme-, no tienes plumas. ?Como lo haces bajar?

Cavile unos minutos, pero no se me ocurrio nada. Decidi probar suerte y cambiar el rumbo de la leccion.

– Llamaria al viento -dije con indiferencia- y le haria derribar al pajaro.

Ben me miro como dandome a entender que sabia exactamente lo que me traia entre manos.

– Y ?como harias eso, E'lir?

Me parecio intuir que Ben estaba dispuesto, por fin, a revelarme el secreto que habia guardado todo el invierno. Al mismo tiempo tuve una idea.

Inspire hondo y pronuncie unas palabras para vincular el aire de mis pulmones al aire de fuera. Fije el Alar en mi mente, puse el pulgar y el indice delante de los labios fruncidos y sople entre ellos.

Note una debil rafaga de viento detras de mi que me alboroto el cabello y que tenso brevemente la lona que cubria el carromato. Quiza solo fuera una coincidencia, pero de todas formas, una sonrisa exultante se apodero de mi cara. Por unos instantes no hice sino sonreir como un loco mirando a Ben, que me observaba, a su vez, con incredulidad.

Entonces note que algo me oprimia el pecho, como si estuviera bajo el agua.

Intente aspirar, pero no pude. Un poco aturdido, segui intentandolo. Era como si me hubiera caido de espaldas y me hubiera quedado sin aire en los pulmones.

De pronto comprendi que habia hecho. Note un subito sudor frio y, desesperado, agarre a Ben por la camisa, apuntandome el pecho, el cuello y la boca abierta.

La expresion de Ben paso de la perplejidad al panico.

Repare en lo quieto que estaba todo. No se movia ni una brizna de hierba. Hasta el ruido que hacia el carromato parecia amortiguado, como si pasara a lo lejos.

El terror se apodero de mi mente y borro todos mis pensamientos. Empece a aranarme el cuello, abriendome la camisa. Oia los latidos de mi corazon. Intentaba respirar, pero un fuerte dolor me oprimia el pecho.

Moviendose mas deprisa de lo que jamas lo habia visto moverse, Ben me agarro por los jirones de la camisa y salto del asiento del carromato. Aterrizando en la hierba del margen del camino, me tiro al suelo con tanta fuerza que, de haber tenido algo de aire en los pulmones, me lo habria sacado.

Me revolcaba, a ciegas, y las lagrimas resbalaban por mi cara. Sabia que iba a morir. Me ardian los ojos. Arane freneticamente el suelo con unas manos entumecidas y frias como el hielo.

Oi gritar a alguien, pero los gritos parecian muy lejanos. Ben se arrodillo a mi lado, pero el cielo se estaba oscureciendo detras de el. Ben parecia casi enajenado, como si escuchara algo que yo no podia oir.

Entonces me miro; solo recuerdo sus ojos, que parecian distantes y llenos de un poder terrible, desapasionados y frios.

Me miro. Movio los labios. Invoco al viento.

Me estremeci como una hoja en una tormenta. Y oi un trueno negro.

Lo siguiente que recuerdo es que Ben me ayudo a levantarme. Me parecio ver que paraban otros carromatos y que la gente nos miraba con curiosidad. Mi madre salio de su carromato y, antes de que llegara al nuestro, Ben

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