– Dime, muchacho -insistio-, ?donde estan tus padres? -Me sostuvo un momento la mirada y luego miro por encima del hombro hacia el fuego donde estaban sentados los otros-. ?Alguien sabe donde estan sus padres?
Algunos soltaron risitas tensas y crispadas, como si acabaran de contarles un chiste buenisimo. Un par de ellos rieron abiertamente. Ceniza se volvio hacia mi, y la compasion desaparecio de golpe de su rostro, como si se le hubiera roto una mascara, dejando solo aquella sonrisa de pesadilla.
– ?Es este el fuego de tus padres? -me pregunto con un terrible placer en la voz.
Asenti como atontado.
Su sonrisa se borro lentamente. Me miro con fijeza, con gesto inexpresivo. Con voz queda, fria y afilada, dijo:
– Se de unos padres que han estado cantando unas canciones que no hay que cantar.
–
Ceniza entorno los ojos con irritacion.
– ?Que? -susurro.
–
El que habia hablado era un hombre que estaba a cierta distancia de los demas, rodeado de sombras, mas alla de la zona iluminada por el fuego. Pese a que todavia habia luz en el cielo y no habia nada entre el fuego y donde el estaba sentado, las sombras se derramaban alrededor de el como una mancha de espeso aceite. El fuego chisporroteaba y crepitaba, vivo y caliente, tenido de azul, pero su luz no lo alcanzaba. Esas sombras eran mas densas alrededor de su cabeza. Atisbe una casulla como las que llevan algunos monjes, pero debajo las sombras eran tan profundas que era como mirar en el interior de un pozo a medianoche.
Ceniza miro un momento al hombre que estaba envuelto en sombras y luego se dio la vuelta.
– Sois un excelente centinela, Haliax -le espeto.
–
La arrogancia de Ceniza se desvanecio en un instante, como el agua vertida de un cubo.
– No -dijo volviendose hacia el fuego-. No, por supuesto que no.
–
– A mi tampoco.
–
– Yo… estoy a vuestras ordenes… -dijo Ceniza, e hizo un gesto apaciguador.
–
Un atisbo de desafio asomo a la expresion de Ceniza. Hizo una pausa y dijo:
– Yo…
La debil voz se volvio dura como una barra de acero de Ramston:
–
La agilidad mercurica de Ceniza desaparecio. Se tambaleo; de pronto su cuerpo estaba rigido de dolor.
–
Ceniza apreto un momento la mandibula, rabioso; entonces se convulsiono y grito. Parecia mas un animal herido que un hombre.
– Soy una herramienta en vuestra mano -dijo jadeando.
–
– Soy una herramienta en vuestra mano, lord Haliax -se corrigio Ceniza al mismo tiempo que caia, temblando, de rodillas.
–
Ceniza se abrazo la cintura con brazos temblorosos y se encorvo cerrando los ojos.
– Vos, lord Haliax.
–
– Vos, lord Haliax. -La voz de Ceniza era una brizna de dolor.
–
– Al vuestro, lord Haliax -contesto Ceniza con voz estrangulada-. Al vuestro. A ningun otro. -La tension desaparecio de la atmosfera, y de pronto el cuerpo de Ceniza se quedo inerte. Cayo hacia delante sobre las manos, y unas gotas de sudor resbalaron de su cara y golpearon el suelo como gotas de lluvia. El blanco cabello colgaba, lacio, alrededor de su cara-. Gracias, senor -dijo jadeando-. No volvere a olvidarlo.
–
El encapuchado volvio a mirar a Ceniza.
–
Los que estaban sentados alrededor del fuego se quedaron completamente quietos, muy concentrados. Todos echaban la cabeza atras a la vez, como si miraran el mismo punto de la boveda celeste. Como si trataran de captar el aroma de algo en el viento.
De pronto tuve la impresion de que me observaban. Note una tension, un sutil cambio en la textura del aire. Me concentre en eso, agradecido por aquella distraccion, contento de tener algo que me impidiese pensar claramente aunque solo fuera unos segundos mas.
–
Los otros se levantaron. Ceniza se puso en pie con dificultad y dio unos pasos, tambaleandose, hacia el fuego.
Haliax abrio los brazos, y la sombra que lo rodeaba se expandio como una flor que se abre. Entonces los demas se volvieron con una facilidad estudiada y dieron un paso hacia Haliax, hacia la sombra que lo envolvia. Pero al poner el pie en el suelo, su movimiento se hizo mas lento, y suavemente, como si estuvieran hechos de arena y el viento soplara sobre ellos, se desvanecieron. Solo Ceniza giro la cabeza, y habia ira en aquellos ojos de pesadilla.
Desaparecieron.
No voy a aburriros con una descripcion detallada de lo que paso a continuacion. De como corri de un cadaver a otro, frenetico, buscando en ellos alguna senal de vida como me habia ensenado Ben. De mis inutiles intentos de cavar una tumba. De como arane la tierra hasta que se me quedaron los dedos ensangrentados y en carne viva. De como encontre a mis padres…
Encontre nuestro carromato cuando ya era noche cerrada. Nuestro caballo lo habia arrastrado casi un centenar de metros por el camino antes de morir. Dentro todo estaba en orden y tranquilo. Me sorprendio comprobar cuanto olia a ellos dos en la parte de atras.
Encendi todas las lamparas y todas las velas que encontre en el carromato. La luz no me reconfortaba, pero al menos tenia el dorado sincero del fuego de verdad, y no aquel tono azulado. Cogi el estuche del laud de mi padre. Me tumbe en la cama de mis padres con el laud a mi lado. La almohada de mi madre olia a su cabello, a