sus abrazos. No tenia intencion de dormir, pero el sueno me vencio.
Desperte tosiendo, rodeado de llamas. Habian sido las velas, claro. Todavia atontado, conmocionado, meti unas cuantas cosas en una bolsa. Lento, desorientado y sin miedo, saque el libro de Ben de debajo de mi colchon en llamas. ?Como iba a asustarme ya un simple incendio?
Meti el laud de mi padre en el estuche. Senti como si estuviera robando, pero no se me ocurria nada mas que pudiera recordarme a mis padres. Sus manos habian acariciado esa madera miles de veces.
Entonces me marche. Me adentre en el bosque y segui caminando hasta que el amanecer empezo a iluminar el horizonte por el este. Cuando los pajaros empezaron a cantar, me detuve y deje mi bolsa en el suelo. Saque el laud de mi padre, lo sujete contra mi cuerpo y me puse a tocar.
Me dolian los dedos, pero toque de todas formas. Toque hasta que me sangraron los dedos. Toque hasta que el sol brillo a traves de los arboles. Toque hasta que me dolieron los brazos. Toque, intentando no recordar, hasta que me quede dormido.
17 Interludio: otono
Kvothe levanto una mano para indicar a Cronista que iba a hacer una pausa; luego se volvio hacia su pupilo y, frunciendo el ceno, dijo:
– Deja de mirarme asi, Bast.
Bast estaba a punto de llorar.
– No sabia nada, Reshi -dijo con voz estrangulada.
Kvothe hizo un ademan, como si cortara el aire con el filo de la mano.
– No tenias por que saber nada, Bast, y tampoco hay motivo para exagerar.
– Pero Reshi…
Kvothe miro a su pupilo con severidad.
– ?Que, Bast? ?Tengo que llorar y mesarme el pelo? ?Maldecir a Tehlu y a sus angeles? ?Darme golpes en el pecho? No. Eso es drama barato. -Su expresion se suavizo un tanto-. Agradezco tu preocupacion, pero esto no es mas que una parte de la historia, ni siquiera la peor parte, y no os la estoy contando para cosechar vuestra simpatia.
Kvothe aparto la silla de la mesa y se levanto.
– Ademas, todo eso paso hace mucho tiempo -dijo quitandole importancia con un, ademan-. Ya sabes lo que dicen: el tiempo todo lo cura.
Se froto las manos y prosiguio:
– Bueno, voy a buscar suficiente lena para calentarnos el resto de la noche. Todo parece indicar que va a hacer frio. Mientras estoy fuera, podriais hornear un par de hogazas e intentar serenaros. Me niego a contar el resto de esta historia si seguis mirandome con esos ojos de vaca.
Dicho eso, Kvothe fue detras de la barra y atraveso la cocina hasta llegar a la puerta trasera de la posada.
Bast se froto los ojos.
– Mientras este ocupado estara bien -dijo en voz baja.
– ?Como dices? -pregunto Cronista. Se revolvio en el asiento, como si quisiera ponerse en pie y no encontrase una forma educada de disculparse.
Bast compuso una amable sonrisa; sus ojos volvian a ser de un azul humano.
– Me emocione mucho cuando me entere de quien eras, y de que el iba a contar su historia. Ultimamente ha estado de un humor muy sombrio, y no habia forma de animarlo; no tenia otra cosa que hacer que sentarse y cavilar. Estoy seguro de que recordar los buenos tiempos le hara… -Bast hizo una mueca-. Creo que no estoy diciendo lo que queria decir. Te pido disculpas por lo que ha pasado antes. Estaba ofuscado.
– N-no -balbuceo Cronista-. Soy yo quien… Fue culpa mia. Lo siento.
Bast sacudio la cabeza.
– Es logico que te sorprendieras, y solo intentaste vincularme. -Compuso un gesto de dolor-. No es que me guste, a ver si me explico. Es como si te dieran una patada en la entrepierna, solo que notas el dolor en todo el cuerpo. Te sientes debil y mareado, pero es solo dolor. No me has hecho ninguna herida. -Bast parecia turbado-. Yo estaba dispuesto a llegar mas lejos. Podria haberte matado antes de pararme a pensarlo.
Antes de que se produjera un tenso silencio, Cronista dijo:
– ?Por que no aceptamos lo que ha dicho Kvothe, que ambos hemos sido victimas de una idiotez cegadora, y lo dejamos asi? -Cronista esbozo una timida sonrisa, sincera a pesar de las circunstancias-. ?En paces? -Extendio una mano.
– En paces. -Se estrecharon las manos, con mucho mas afecto que la primera vez. Cuando Bast estiro el brazo sobre la mesa, se le subio la manga y esta revelo un cardenal alrededor de la muneca.
Bast tiro del puno de la camisa hacia abajo para taparse la muneca.
– Es de cuando me ha agarrado -se apresuro a decir-. Es mas fuerte de lo que parece. No se lo digas. Eso solo le haria sentirse mal.
Kvothe salio de la cocina y cerro la puerta. Miro alrededor y parecio sorprenderle encontrar una templada tarde de otono y no el bosque primaveral de su historia. Levanto las varas de una carretilla y la llevo hacia el bosque que habia detras de la posada. Sus pies hacian crujir las hojas caidas.
No muy lejos, entre los arboles, estaba la reserva de lena para el invierno. Los lenos de roble y de fresno se amontonaban formando altas y torcidas paredes entre los troncos de los arboles. Kvothe puso en la carretilla dos lenos que al golpear el fondo produjeron un sonido parecido al de un tambor amortiguado. Luego tiro otros dos. Sus movimientos eran precisos; su gesto, inexpresivo; y tenia la mirada ausente.
Siguio cargando la carretilla. Cada vez se movia mas despacio, como una maquina que va quedandose sin cuerda. Al final paro del todo y se quedo un largo minuto de pie, inmovil como una estatua. Entonces se derrumbo. Y aunque no habia alli nadie que pudiera verlo, se tapo la cara con las manos y lloro en silencio, y una oleada tras otra de profundos y silenciosos sollozos sacudieron su cuerpo.
18 Caminos a lugares seguros
Quiza la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clasico nos ensena las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa segun sus necesidades.
La primera es la puerta del sueno. El sueno nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueno marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho dano. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumatica, suele desvanecerse o desmayarse. Asi es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.
La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Ademas, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curacion posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoria de las heridas. El resto estan escondidas detras de esa puerta.
La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.
La ultima puerta es la de la muerte. El ultimo recurso. Despues de morir, nada puede hacernos dano, o eso nos han ensenado.
Despues de que mataran a mi familia, me adentre en el bosque y dormi. El cuerpo me lo exigia, y mi mente utilizo la primera puerta para aliviar el dolor que me embargaba. La herida quedo cubierta hasta que llegara el momento propicio para la curacion. Era un mecanismo de defensa: una buena parte de mi mente dejo de funcionar. Se apago, por asi decirlo.