– ?Y por que querria hacer una cosa asi?

– La mision de Steiner termino en fracaso, pero condujo a soldados alemanes a entablar una batalla en territorio ingles. Es un heroe del Reich.

– ?Y para eso tanto jaleo?

– A lo que hay que anadir que elReichsfuhrer y el almirante Canaris no siempre estan de acuerdo. Me refiero a lo de presentar a Steiner. -Se encogio de hombros-. El hecho de que su huida haya sido organizada por las SS…

– ?Haria que Canaris apareciera como un estupido? -Devlin sacudio la cabeza-. Menuda pandilla. Ninguno de ellos me importa lo mas minimo, y mucho menos los motivos de ese viejo cuervo de Himmler, pero Kurt Steiner ya es otra cosa. Ese si que es un buen tipo. Pero la condenada Torre de Londres…

Sacudio la cabeza, con gesto pesimista, ante lo que Schellenberg le aseguro:

– No lo tendran alli. Supongo que no tardaran en trasladarlo a una de las casas de seguridad que deben tener en Londres.

– ?Y como podra usted descubrir eso?

– Tenemos en Londres a un agente nuestro que trabaja en la embajada espanola.

– ?Puede estar seguro de que no es uno doble?

– Bastante seguro en este caso. -Devlin se quedo alli sentado, en silencio, con el ceno fruncido, ante lo que Schellenberg anadio-: Treinta mil libras. – Sonrio-. Le aseguro que soy bueno en mi trabajo, senor Devlin. Le preparare un plan que funcionara.

– Me lo pensare -dijo Devlin asintiendo con un gesto y levantandose.

– Pero el tiempo es una cuestion esencial. Necesito regresar a Berlin.

– Y yo necesito tiempo para pensar. Y, ademas, es Navidad. He prometido ir al campo, a una finca de toros que dirige una amigo mio llamado Barbosa. En otros tiempos fue un gran torero en Espana, donde les gustan los cuernos bien afilados. Regresare dentro de tres dias.

– Pero, senor Devlin… -intento Schellenberg de nuevo.

– Si me quiere a mi, tendra que esperar -le interrumpio Devlin dandole una palmadita en el hombro-. Dejemos eso ahora, Walter. ?Que le parece la Navidad en Lisboa? ?Luces, musica, chicas bonitas? En estos precisos momentos seguro que en Berlin se ha producido un apagon y apuesto a que estara lloviendo. ?Que prefiere usted?

Schellenberg se echo a reir sin poderlo evitar y, por detras de ellos, Frear se levanto y salio.

Un asunto urgente habia obligado a Dougal Munro a permanecer en su despacho del cuartel general del SOE la manana del dia de Navidad. Estaba a punto de marcharse cuando Jack Carter entro, cojeando. Era poco despues del mediodia.

– Confio en que sea algo urgente, Jack -dijo Munro-. Tengo un compromiso para almorzar con unos amigos en Garrick.

– Pense que le gustaria saber esto, senor. – Carter le tendio un mensaje-. Del mayor Frear, nuestro hombre en Lisboa. Se refiere a nuestro amigo Devlin.

– ?Y que pasa con el? -pregunto Munro, deteniendose.

– ?Adivina con quien ha mantenido una estrecha conversacion anoche, en un club de Lisboa? Con Walter Schellenberg.

Munro se sento ante la mesa, fe -?A que demonios esta jugando ahora el bueno de Walter?;. -Solo Dios lo sabe, senor.

– Lo mas probable es que sea el diablo. Comuniquese inmediatamente con Frear. Digale que vigile lo que anda tramando Schellenberg. Si el y Devlin abandonan juntos Portugal, quiero saberlo en seguida.

– Lo hare ahora mismo, senor -contesto Carter, abandonando el despacho apresuradamente.

Habia tratado de nevar durante las Navidades, pero en la noche del 27 llovia en Londres, cuando Jack Carter entro en un pequeno local cerca de la plaza Portman, no lejos del cuartel general del SOE, que era la razon por la que lo habia elegido al recibir la llamada telefonica de Vargas. El cafe, llamado Mary's Pantry, estaba totalmente a oscuras desde el exterior, pero al entrar se encontro en un lugar brillantemente iluminado, alegre y con decoraciones navidenas. Eran las primeras horas de la noche, y solo habia tres o cuatro clientes.

Vargas estaba sentado en un rincon, tomando cafe y leyendo un periodico. Llevaba un pesado abrigo azul y habia dejado el sombrero sobre la mesa. Tenia una piel olivacea, mejillas hundidas y bigote delgado, con brillantina en el pelo y la raya hecha por el centro.

– Espero que esto sea algo bueno -dijo Carter.

– ?Le habria molestado si no lo fuera, senor? -replico Vargas-. He tenido noticias de mi primo, en Berlin.

– ?Y?

– Quieren saber mas informacion con respecto a Steiner. Estan interesados en montar una operacion de rescate.

– ?Esta seguro de lo que dice?

– Ese fue el mensaje. Quieren saber toda la informacion posible sobre su paradero. Parecen creer que ustedes lo trasladaran de la Torre.

– ?Quienes son? ?El Abwehr?

– No. El general Schellenberg, del SD, esta a cargo. Al menos, mi primo esta trabajando para el.

Carter asintio con un gesto, sintiendose muy excitado, y se levanto.

– Quiero que me llame por telefono, al numero habitual, exactamente a las once, y no me falle. -Se inclino hacia el y anadio-: Esta es una gran operacion, Vargas. Cobrara usted mucho dinero si es inteligente.

Se volvio, salio del local y avanzo por la calle Baker, con toda la rapidez que le permitio su pierna.

En ese preciso momento, en Lisboa, Walter Schellenberg subia por una calleja empedrada de Alfama, en direccion al Luces de Lisboa. Escucho la musica procedente del local incluso antes de llegar a el. Al entrar, se encontro con que el lugar se hallaba vacio, a excepcion de la presencia del barman y Devlin, sentado ante el piano.

El irlandes se detuvo para encender un cigarrillo y sonrio.

– ?Ha disfrutado de sus Navidades, general?

– Podria haber sido peor. ?Y usted?

– Los toros estaban muy bien. Me enrede. Creo que bebi demasiado.

– Un juego peligroso.

– En realidad, no tanto. En Portugal afeitan las puntas de los cuernos. Nadie muere.

– No parece que ese tipo de juego valga mucho la pena -comento Schellenberg.

– ?Y no le parece que se trata precisamente de eso? Vino, uvas, toros y mucho sol, asi es como he pasado yo las Navidades, general. -Empezo a tocar Luz de luna en el camino-. Y mientras tanto pensaba® en el viejo Al Bowlly, muerto en un ataque aereo, y en Londres, con sus calles cubiertas por la niebla. ?No le parece algo muy extrano?

Schellenberg sintio un ramalazo de excitacion, interior.

– ?Quiere decir que ira?

– Con una condicion. Me reservo el derecho a cambiar de opinion en el ultimo momento si considerara que la situacion no esta clara del todo.

– Tiene mi palabra.

Devlin se levanto y ambos salieron a la terraza.

– Volaremos a Berlin por la manana -dijo Schellenberg.

– Usted lo hara, general, no yo.

– Pero, senor Devlin…

– En este juego hay que pensar en todo, eso es algo que usted sabe muy bien. Mire alla abajo. -Al otro lado de la pared, Frear habia entrado en el local y estaba hablando con uno de los camareros, dedicado a limpiar las mesas-. Ese viejo Frear me ha estado vigilando. Me ha visto hablar con el gran Walter Schellenberg. Supongo que ese detalle estara incluido en uno de los informes que envia a Londres.

– ?Que sugiere entonces?

– Usted volara de regreso a Berlin y se pondra a trabajar en los preparativos. Habra muchas cosas que hacer. Consigame los documentos adecuados en la embajada, dinero para gastos de viaje, etcetera, mientras yo hago el viaje por ferrocarril, mucho menos arriesgado. De Lisboa a Madrid, y luego tomare el Paris Expres. Organice alli

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