– Entonces, ?que ocurrira ahora, senor?

– Ha llegado el momento de esperar, Jack. Nos limitaremos a esperar y ver cual es su siguiente movimiento. ?Ha organizado esa entrevista con Steiner?

– Si, senor.

Munro se acerco a la ventana. El aguanieve se habia convertido de nuevo en lluvia.

– Da la impresion de que vayamos a tener niebla ahora -espeto-. Maldito tiempo. -Emitio un suspiro y exclamo-: ?Que guerra, Jack, que guerra!

4

Mientras el coche avanzaba por Tower Hill, la niebla fue desplegandose a partir del Tamesis.

– ?Cual es ahora la situacion aqui? -pregunto Munro.

– Todo el lugar esta vigilado, brigadier. No se permite la entrada del publico, como solia hacerse antes de la guerra. Tengo entendido que algunos dias se organizan visitas para militares aliados de uniforme.

– ?Y los alabarderos de la guardia?

– Oh, siguen funcionando, y continuan viviendo con sus familias en los alojamientos para casados. Todo esto ha sido bombardeado en mas de una ocasion. Exactamente tres veces mientras Rudolf Hess estuvo aqui, ?lo recuerda?

Fueron detenidos ante un puesto de centinela donde se les comprobaron los pases. Luego, siguieron avanzando entre los jirones de niebla, con los sonidos del trafico amortiguado, y el angustioso ulular de la sirena de niebla de un barco, desde el Tamesis, que seguia su curso rio abajo, hacia el mar.

Se les volvio a comprobar la documentacion antes de cruzar un puente levadizo y pasar por una gran puerta de acceso,

– No es precisamente el dia mas apropiado para tener el corazon lleno de alegria -comento Munro.

No habia gran cosa que ver, debido a la niebla; solo muros de piedra gris. Llegaron finalmente a la guardia interior, completamente aislados del exterior.

– El hospital esta por alli, senor -dijo Carter,

– ?Ha organizado las cosas como le ordene?

– Si, senor, aunque debo admitir que con cierta mala gana.

– Es usted un hombre agradable, Jack, pero esta guerra no lo es. Vamos, bajaremos y seguiremos el camino a pie.

– Si, senor.

Carter se esforzo por seguirle el paso, con la pierna planteandole problemas, como siempre. La niebla era amarillenta y acre, y parecia agarrarse al fondo de la garganta, como si fuera acido.

– Impresionante, ?verdad? -pregunto Munro-. Es verdaderamente muy densa. ?Como la llamaria Dickens? ?Tipica de Londres?

– Asi lo creo, senor.

– Que lugar mas sangriento es este, Jack. Se supone que esta poblado de fantasmas. Aquella desgraciada mujer, lady Jane Grey; y Walter Raleigh rondando incesantemente los muros. Me pregunto como le sentara esto a Steiner.

– No creo que le ayude precisamente a dormir, senor.

Uno de los famosos cuervos negros de la Torre surgio de entre la niebla, enorme, aleteando y lanzandoles un graznido.

– ?Apartate, criatura nauseabunda! -grito Munro, violentamente sobresaltado-. ?Que le habia dicho yo? Son los espiritus de los muertos.

La pequena sala del hospital estaba pintada de un verde oscuro. Habia una cama estrecha, una mesita y un armario ropero, asi como un cuarto de bano adjunto. Kurt Steiner, vestido con pijama y un batin de pano, estaba sentado junto a la ventana, leyendo. La ventana estaba cubierta por rejas, aunque era posible pasar la mano a traves de ellas y abrir el marco. Preferia sentarse alli porque, con buen tiempo, podia ver la guardia interior y la Torre Blanca. Eso le permitia formarse una ilusion de espacio, y el espacio significaba libertad. Se escucho el crujido de los cerrojos procedente de la solida puerta. Esta se abrio y un policia militar entro en la celda.

– Tiene usted visita, coronel.

Munro entro, seguido por Carter.

– Puede usted dejarnos a solas, cabo -le dijo al policia militar.

– A sus ordenes.

El hombre salio, cerrando la puerta. Munro iba vestido de uniforme, mas por motivos de efecto que por cualquier otra cosa. Se quito el abrigo britanico y Steiner observo las insignias y distinciones de un oficial de estado mayor.

– ?Oberstleutnant Kurt Steiner?

Steiner se levanto de la silla.

– ?Brigadier?

– Munro, y este es mi ayudante, el capitan Jack Carter.

– Caballeros, ya les informe hace algun tiempo de mi nombre, rango y numero de serie -dijo Steiner-. No tengo nada mas que anadir, excepto que me sorprende que nadie intentara apretarme ka tuercas desde entonces. Me disculpo por el hecho de que solo haya una silla, de modo que no puedo invitarles a que se sienten.

Su ingles era perfecto y a Munro le asombro sentir una cierta simpatia por el.

– Nos sentaremos en la cama, si nos lo permite. Jack, ofrezcale un cigarrillo al coronel.

– No, gracias -dijo Steiner-. Una bala en el pecho fue una buena justificacion para dejarlo.

– Su ingles es realmente excelente -dijo Munro, una vez que se hubieron sentado.

– Brigadier -dijo Steiner sonriendo-, sin duda alguna sabra usted que mi madre era estadounidense y que vivi en Londres durante muchos anos, de joven, cuando mi padre fue agregado militar en la embajada alemana. Fui educado en St. Paul's.

Tenia veintisiete anos de edad, y se encontraba en buena forma, a excepcion de unas mejillas ligeramente hundidas, debido, sin duda, a la hospitalizacion. Era un hombre bastante tranquilo, con una ligera sonrisa en los labios, y un aire de confianza en si mismo que Munro ya habia observado antes en muchos militares aerotransportados.

– No se le ha sometido a ningun otro interrogatorio, no solo debido al estado en que se ha encontrado durante tanto tiempo -dijo Munro-, sino tambien porque sabemos todo lo que hay que saber con respecto a la operacion Aguila.

– ?De veras? -replico Steiner con sequedad.

– Si. Una tarea propia para el departamento de operaciones especiales, coronel. Nuestro trabajo consiste en saber las cosas. Estoy seguro de que le sorprendera saber que el hombre al que intentaron asesinar aquella noche en Meltham House no era el senor Churchill.

Steiner le miro con incredulidad.

– ?Que esta intentando decirme ahora? ?Que disparate es este?

– No es ningun disparate -intervino Jack Carter-. Se trataba de un hombre llamado George Howard Foster, conocido en el ambiente del music hall como el Gran Foster. Un ilusionista de cierto renombre.

Steiner se echo a reir inconteniblemente.

– ?Pero eso es maravilloso! Y tan sangrientamente ironico. ?No lo comprenden? Si hubieramos tenido exito y hubiesemos logrado llevarlo de regreso con nosotros… Dios santo, un artista de music hall. Me habria encantado ver la cara que ponia ese bastardo de Himmler. -Aparentemente preocupado por haber ido demasiado lejos, suspiro profundamente y se controlo-. ?Y que?

– Su amigo, Liam Devlin, resulto herido, pero sobrevivio -dijo Carter-. Logro llegar a un hospital holandes, y despues escapo a Lisboa. Por lo que sabemos, su segundo en el mando, Neumann, todavia sobrevive y esta hospitalizado.

– Lo mismo que quien lo organizo todo, el coronel Max Radl -anadio Munro-, Sufrio un ataque al corazon.

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