padres en Beverly Hills, pero solo pudo soportarlo durante una semana. Se preparo una bolsa de viaje y se marcho a Europa.

Como la guerra habia empezado en septiembre, la RAF estaba aceptando a unos pocos estadounidenses; sin embargo, su expediente no gusto. Luego, el 30 de noviembre, los rusos invadieron Finlandia. Los finlandeses necesitaban pilotos con urgencia y los voluntarios de muchas naciones acudieron a unirse a la Fuerza Aerea Finlandesa. Entre ellos se encontraba Asa.

Fue una guerra sin esperanzas desde el principio, y ello a pesar de la valentia del ejercito finlandes; la mayoria de los aviones de combate eran anticuados. No es que los rusos fueran mucho mejores, pero disponian de unos pocos de los nuevos FW 190 que Hitler le habia prometido a Stalin como gesto de buena voluntad tras el reparto de Polonia.

Asa habia volado en biplanos como el Fiat Falco italiano y el Gloucester Gladiator britanico, superado desesperadamente por el enemigo, y contando unicamente con una cierta ventaja gracias a su habilidad superior como piloto. Habia conseguido derribar personalmente a siete aparatos enemigos, lo que le convirtio en un as. Luego llego aquella manana de vientos feroces y ventisca de nieve en la que tuvo que descender a cuatrocientos pies de altura, volo a ciegas, perdio un motor y, en el ultimo momento, hizo un aterrizaje forzoso.

Eso ocurrio en marzo de 1940, dos dias antes de la capitulacion de los finlandeses. Con la pelvis fracturada y la espalda rota, habia estado hospitalizado durante dieciocho meses, estaba siendo sometido a la ultima fase de la terapia y seguia siendo teniente de la Fuerza Aerea Finlandesa cuando, el 25 de junio de 1941, Finlandia unio sus fuerzas con la Alemania nazi y declaro la guerra a Rusia.

Volvio a asumir sus deberes militares gradualmente, primero trabajando como instructor de vuelo, sin participar directamente en ninguna accion de combate. Transcurrieron los meses y, de pronto, parecio como si se le hubiera caido el techo encima. Primero fue lo de Pearl Harbor y luego la declaracion de guerra entre Alemania e Italia por un lado y Estados Unidos por el otro.

Los alemanes le retuvieron en un campo de concentracion durante tres meses; luego habian acudido a verle unos oficiales de las SS. Himmler estaba ampliando las legiones extranjeras de las SS con escandinavos, franceses, prisioneros de guerra indios que habian pertenecido al ejercito britanico en el norte de Africa. Existia incluso el Britisches Freikorps, con sus tres leopardos en el cuello, en lugar de las runas de las SS, y la Union Jack en la manga izquierda. No es que hubiera muchos, pues apenas si sumaban cincuenta, y la mayoria de ellos eran bribones que habian preferido la buena comida, las mujeres y el dinero a los campos de concentracion.

La legion George Washington era algo diferente. Habia sido creada, supuestamente, para los simpatizantes estadounidenses de la causa nazi y, por lo que Asa sabia, nunca habia contado con mas de media docena de miembros, y el no llego a conocer a los demas. Tenia que elegir entre unirse a la legion o ser enviado a un campo de concentracion. Discutio todo lo que pudo. El acuerdo final fue que solo serviria en el frente ruso. Tal y como salieron las cosas, raras veces tuvo que intervenir en combates directos, ya que se admiraba tanto su habilidad como piloto que se le utilizaba principalmente como piloto del servicio de correo, transportando a oficiales de alta graduacion.

Asi pues, aqui estaba ahora elHauptsturmfuhrer Asa Vaughan, de los Estados Unidos de America, no lejos de la frontera rusa con Polonia, al mando de un Stork, con los bosques y la nieve a cinco mil pies por debajo, acompanado por un Brigadefuhrer de las SS llamado Farber, que estaba sentado detras de el, examinando unos mapas.

– ?Cuanto falta ahora? -pregunto Farber levantando la mirada.

– Veinte minutos – contesto Asa.

Hablaba un aleman excelente, aunque con acento estadounidense.

– Bien, estoy congelado hasta los huesos.

«?Como demonios he podido meterme en esto? -se pregunto Asa-.?Y como diablos voy a salir?» Una gran sombra aparecio de pronto. El Stork se balanceo de uno a otro lado y Farber lanzo un grito de alarma. Por un momento, un caza se situo a estribor, con la estrella roja claramente pintada en su fuselaje. Luego, se aparto.

– Un caza Yak ruso -dijo Asa-. Tenemos problemas.

El Yak se acerco de nuevo, con rapidez, desde atras, disparando con sus dos canones y ametralladoras. El Stork se agito, despidiendo trozos de las alas. Asa pico el morro y descendio, seguido por el Yak, giro en semicirculo y volvio a elevarse. El piloto, consciente de su superioridad en todos los aspectos, le saludo desde la carlinga. Parecia estar disfrutando.

? Bastardo! – exclamo Asa.

El Yak se ladeo de nuevo y se acerco con rapidez. Un proyectil del canon golpeo al Stork, y Farber grito cuando una bala le alcanzo en el hombro.

– ?Haga algo, por el amor de Dios! -grito cuando el parabrisas se hizo anicos.

Asa, con la mejilla ensangrentada a causa de una astilla, grito:

– ?Quiere que haga algo? Esta bien, lo hare. Vamos a ver si ese bastardo es capaz de volar.

Pico de nuevo el morro del Stork y lo hizo bajar directamente hasta dos mil pies de altura. Espero a que llegara el Yak, se ladeo y lo hizo descender otra vez. El bosque que cubria la llanura nevada de abajo parecia precipitarse hacia ellos.

– ?Que esta haciendo? -grito Farber.

Asa continuo bajando hasta mil pies de altura y luego hasta quinientos, con el Yak pegado a la cola, avido por rematar a su presa. En el momento justo, el estadounidense hizo bajar los flaps, reduciendo la velocidad. El Yak se ladeo para evitar la colision y se abalanzo directamente contra el bosque, a quinientos kilometros por hora. Se vio una lengua de fuego y Asa tiro del mando y elevo el aparato, estabilizandolo una vez alcanzados los dos mil pies de altura.

– ?Se encuentra bien, general? -pregunto.

Farber se sujetaba el hombro con una mano. La sangre se le filtraba por entre los dedos.

– Es usted un genio…, un verdadero genio. Me ocupare de que reciba la Cruz de Hierro por esto.

– Gracias -dijo Asa limpiandose la sangre de la mejilla-. Eso es precisamente todo lo que necesito.

En la base de la Luftwaffe situada en las afueras de Varsovia, Asa se dirigio hacia la cantina de oficiales, sintiendose inconcebiblemente deprimido. El oficial medico le habia puesto dos puntos en la herida de la mejilla, pero se habia mostrado mucho mas preocupado por el estado delBrigadefuhrer Farber.

Asa entro en la cantina y se quito la chaqueta de vuelo. Por debajo llevaba un uniforme gris de campana muy bien cortado, con las runas de las SS en las solapas. En la manga izquierda mostraba un escudo con las barras y estrellas y en el puno izquierdo unas letras bordadas decian: «Legion George Washington». Sobre la chaqueta mostraba la cinta de la Cruz de Hierro de segunda clase, y la Cruz de Oro al Valor, de Finlandia.

Su propia singularidad hacia que la mayoria de los demas pilotos le evitaran. Pidio un conac, se lo tomo con rapidez y pidio otro.

– Y ni siquiera es la hora del almuerzo -dijo una voz tras el. Asa se volvio y vio alGruppenkommandant, el coronel Erich Adler, sentado en un taburete junto a el-. Champana -le ordeno al barman.

– ?Que es lo que se celebra ahora? -pregunto Asa.

– En primer lugar, mi miserable amigo yanqui, el buenBrigadefuhrer Farber te ha recomendado para la concesion inmediata de una Cruz de Hierro de primera clase, lo que, a juzgar por lo que dice, te mereces.

– Pero, Erich, yo ya tengo una medalla -dijo Asa en tono de queja.

Adler ignoro el comentario, espero a que les sirvieran el champana y luego le paso una copa.

En segundo lugar, ya has terminado tu servicio aqui. A partir de ahora permaneceras en tierra.

– ?Que?

– Tienes que volar a Berlin en el transporte mas inmediato que encuentres, con prioridad uno. Habitualmente, eso suele estar reservado para Goering. Tienes que presentarte al general Walter Schellenberg, en el cuartel general del SD en Berlin.

– Eh, un momento -dijo Asa-. Yo solo vuelo en el frente ruso. Ese fue el acuerdo.

– Si yo estuviera en tu pellejo, no discutiria. Esta orden procede del propio Himmler. -Adler levanto su copa-. Buena suerte, amigo mio.

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