– Que Dios me ayude, pero creo que voy a necesitarla -dijo Asa Vaughan.
Devlin se desperto hacia las tres de la madrugada, escuchando el sonido de la artilleria antiaerea en la distancia. Se levanto, avanzo a oscuras por la sala y miro a traves de una rendija por entre las cortinas. Observo los fogonazos en el lejano horizonte, mas alla de la ciudad. Por detras de el, Ilse encendio la luz en la cocina.
– Yo tampoco podia dormir. Preparare cafe.
Ella se habia puesto un batin para protegerse del frio. Llevaba el cabello en dos trenzas que la hacian parecer curiosamente vulnerable. El regreso a su habitacion, tomo el abrigo y se lo puso sobre el pijama. Luego se sento ante la mesa, fumando un cigarrillo.
– Dos dias y todavia no hemos encontrado un lugar adecuado para que aterrice un avion -dijo-. Creo que el general se esta poniendo impaciente.
– Le gusta tener las cosas hechas para ayer -dijo Ase-. Al menos, hemos encontrado ya una base adecuada en la costa francesa, y el piloto parece prometedor.
– Ya lo puede asegurar -dijo Devlin-. Un yanqui en las SS, aunque no tuvo mucha alternativa, a juzgar por lo que dice su expediente. Ya estoy impaciente por conocerle.
– Mi esposo fue de las SS, ?Jo sabia usted? Un sargento mayor en un regimiento de
– Lo siento -dijo Devlin.
– A veces pensara usted que todos somos unos seres perversos, senor Devlin, pero debe comprender como empezaron las cosas. Despues de la Primera Guerra Mundial, Alemania estaba de rodillas, arruinada.
– ?Y entonces llego el Fuhrer?; -Parecio ofrecer mucho. Nuevamente orgullo, prosperidad. Luego fue cuando empezaron tantas cosas malas, sobre todo lo de los judios. – Ilse vacilo, antes de anadir-: Una de mis tatarabuelas fue judia. Mi esposo tuvo que conseguir un permiso especial para casarse conmigo. Eso es algo que esta ahi, en mi expediente, y a veces me despierto por la noche y me pregunto que me ocurriria si alguien decidiera hacer algo respecto a eso.
– Tranquilicese ahora, muchacha -dijo Devlin tomandole las manos-. A las tres de la madrugada todos tenemos esa sensacion de que las cosas tienen mal aspecto. -Habia lagrimas en los ojos de Ilse-. Vamos, la hare reir. Tendre que disfrazarme para llevar a cabo esta pequena operacion en la que me he metido. ?Adivina de que me disfrazare?
Ella ya habia empezado a sonreir ligeramente.
– No, digamelo.
– De sacerdote.
– ?Usted, un sacerdote? -pregunto ella abriendo mucho los ojos y echandose a reir despues-. Oh, no, senor Devlin.
– Eh, un momento, espere a que se lo explique. La sorprendera saber los grandes conocimientos religiosos que poseo. Oh, si. -Y asintio con un gesto muy solemne-. Fui monaguillo hasta que, despues de que los britanicos ahorcaran a mi padre, mi madre y yo fuimos a vivir con un viejo tio que era sacerdote en Belfast. El me envio a una escuela jesuita. Alli le meten a uno la religion en la cabeza a machamartillo. -Encendio otro cigarrillo-. Oh, le aseguro que puedo representar el papel de sacerdote tan bien como cualquiera de ellos, ya me entiende.
– Bueno, esperemos que no tenga que celebrar misa o escuchar confesiones -dijo ella riendo-. Tomese otro cafe.
– Santo Dios, buena mujer, acaba de darme una idea con eso. ?Donde esta su maletin? ?Donde esta el expediente que estuvimos mirando antes? ?El del general?
Ella desaparecio en su dormitorio y regreso al cabo de un instante con el expediente.
– Aqui lo tiene.
Devlin lo hojeo con rapidez, y luego asintio satisfecho.
– Lo que me imaginaba. Aqui esta, en el expediente. Los Steiner son una antigua familia catolica.
– ?A donde quiere ir a parar?
– Esto es el priorato de St. Mary, la clase de lugar que los sacerdotes visitan con frecuencia para escuchar confesiones. Las Hermanitas de la Piedad son santas comparadas con el resto de nosotros, pero necesitan la confesion antes de acudir a misa, y para realizar esas dos funciones se necesita un sacerdote. Ademas, habra algunos pacientes que seran catolicos.
– Quiere decir, ?incluyendo a Steiner?
– No pueden negarle un sacerdote teniendole en un lugar como ese. -Sonrio con una mueca maliciosa-. Es una idea.
– ?Ha pensado alguna cosa mas con respecto a su aspecto? -pregunto Use.
– Ah, eso podemos dejarlo para dentro de unos pocos dias. Luego, vere a uno de esos de la industria cinematografica que menciono el general. Me pondre en sus manos.
– Esperemos que podamos encontrar algo en los archivos de la operacion Leon Marino -dijo ella, asintiendo-. El problema consiste en que hay mucho material que revisar. -Se levanto-. En cualquier caso, creo que ahora voy a acostarme.
En el exterior sono la sirena de alarma aerea. Devlin sonrio secamente.
– No, no va a poder acostarse. Sera mejor que se vista, como una buena chica, y bajaremos y pasaremos otra alegre noche en los sotanos. La vere dentro de cinco minutos.
– ?Un sacerdote? -pregunto Schellenberg-. Si, eso me gusta.
– A mi tambien -dijo Devlin-. Es algo asi como llevar un uniforme, ?comprende? Es como un soldado, un cartero, un jefe de estacion; lo que se recuerda es el aspecto de las cosas, no la cara, lo que, en este caso, significa el uniforme. Los sacerdotes son asi, amables y anonimos.
Se hallaban de pie ante una mesa plegable de mapas que Schellenberg habia ordenado instalar, con los planos del priorato de St. Mary extendidos ante ellos.
– Despues de haber estudiado esto durante irnos dias, ?cual es su opinion? -pregunto Schellenberg.
– Lo mas interesante de todo es este plano -dijo Devlin tabaleando en la mesa con el dedo-. Corresponde a los cambios arquitectonicos que se introdujeron en mil novecientos diez, cuando el priorato fue nuevamente consagrado a la Iglesia catolica y cuando las hermanitas se hicieron cargo del edificio.
– ?A donde quiere ir a parar?
– En el subsuelo, Londres es un laberinto, un mundo subterraneo de cloacas. En cierta ocasion lei que por debajo de la ciudad hay mas de ciento cincuenta kilometros de riachuelos, como el Fleet, que nace en Hampstead y desemboca en el Tamesis a la altura de Blackfriars, todo subterraneo.
– ?Y eso que quiere decir?
– Setecientos u ochocientos anos de cloacas, rios subterraneos, tuneles, y nadie sabe donde estan la mitad de ellos hasta que excavan o introducen cambios, como hicieron en el priorato. Observe el plano del arquitecto. Indica una inundacion regular de la cripta, por debajo de la capilla. Pudieron enfrentarse con el problema porque descubrieron una corriente que corria a traves de un tunel del siglo dieciocho, y que pasaba justo por el lado. ?Lo ve? Esta indicado aqui, en el plano, y se senala que esa corriente da al Tamesis.
– Muy interesante -asintio Schellenberg.
– Construyeron una reja en la pared de la cripta, para permitir que el agua fuera a dar a ese tunel. Aqui, en el plano, hay una nota que lo indica.
– ?Quiere decir que es un camino de salida?
– De momento, es una posibilidad. Habra que comprobarlo -dijo Devlin dejando caer el lapiz que sostenia en la mano-. Lo importante es saber lo que sucede dentro de ese lugar, general. Pero, por lo que sabemos, podria ser tremendamente facil. Un punado de guardias, una falta de disciplina…
– Por otro lado, podrian estar esperandole.
– Ah, pero eso no sera asi si creen que yo continuo en Berlin -le recordo Devlin.
En ese momento entro Use Huber, con aspecto muy agitado.
– General, tuvo usted razon al aconsejarme que comprobara las organizaciones derechistas britanicas. He encontrado detalles sobre un hombre, al que se hace referencia en la operacion Leon Marino.
– ?Como se llama? -pregunto Schellenberg.
– Shaw – contesto ella-. Sir Maxwell Shaw.
Y dejo sobre la mesa dos abultados expedientes.