noche voy a divertirme un poco con el. -Carver lanzo una dura risotada-. Y ahora sirveme un escoces.
Devlin y Mary giraron hacia la calle Harrow.
– ?Quieres que intente conseguir un taxi? -pregunto el.
– Oh, no, no son mas que un par de kilometros, y a mi me gusta caminar bajo la lluvia. -Mantenia la mano ligeramente apoyada en su brazo-. Es usted muy rapido, senor Devlin. Y no vacilo. Quiero decir, en lo que sucedio antes.
– Bueno, es que nunca crei que fuera bueno vacilar.
Caminaron en un agradable silencio durante un rato, a lo largo de la orilla del rio, en direccion a Wapping. Sobre el Tamesis se habia ido extendiendo una densa niebla y un gran carguero se deslizo sobre las aguas, encendidas las luces de navegacion, rojas y verdes, a pesar de la prohibicion de encenderlas por la noche.
– Me encantaria ser como ese barco -dijo ella-. Dirigirse al mar, muy lejos, a lugares muy distantes, estar en un sitio diferente cada dia.
– Santo Dios, muchacha, pero si solo tienes diecinueve anos. Ahi fuera te esta esperando todo, y esta condenada guerra no va a durar siempre.
Se detuvieron al abrigo de un muro, mientras el encendia un cigarrillo.
– Quisiera que tuvieramos tiempo para caminar hasta el Embankment.
– ?Tan lejos? ?Estas segura?
– Vi una vez esa pelicula. Creo que era Fred As- taire. Paseaba por el Embankment en compania de una chica, mientras su chofer les seguia con un Rolls- Royce.
– ?Y eso te gusto?
– Fue muy romantico.
– Ah, eso si que es ser una mujer.
Giraron por Cable Wharf y se detuvieron un rato sobre la pequena terraza antes de entrar en la casa.
– He pasado un rato maravilloso.
– Debes de estar bromeando, muchacha -exclamo el echandose a reir.
– No, de veras. Me gusta estar con usted.
Ella seguia apoyandose en su brazo. El le rodeo los hombros con su otro brazo y ambos permanecieron asi durante un momento, mientras la lluvia relucia al caer a traves del cono de luz que arrojaba la luz encendida por encima de la puerta. Experimento una repentina sensacion de tristeza por todo lo que nunca habia existido en su vida, recordando a una muchacha en Norfolk, como Mary Ryan, una joven a la que habia causado mucho dano.
Suspiro y Mary le miro.
– ?Que ocurre?
– Oh, nada. Solo me estaba preguntando a donde habria ido a parar todo. Es una sensacion como la que se tiene al despertarse a las tres de la madrugada y se piensa que ya ha desaparecido todo lo que fue alguna vez.
– Eso no le pasara a usted. Usted tiene muchos anos por delante.
– Mary, mi amor, tu tienes diecinueve anos, y yo ya tengo treinta y cinco, he visto de todo y ya no creo en casi nada. Dentro de unos pocos dias seguire mi camino y eso estara bien. -Le dio un pequeno y ligero abrazo-. Asi que entremos en casa, antes de que pierda la poca cordura que aun me queda.
– Jack Carver siempre son malas noticias, Liam -dijo Ryan sentado en el otro lado de la mesa-. ?Como puedes estar seguro de que jugara limpio?
– No podria estarlo aunque quisiera -dijo Devlin-, pero en esto hay mucho en juego. Mucho mas de lo que parece. La radio que necesito, el modelo veintiocho, es un equipo insolito y en cuanto Carver se de cuenta de eso va a querer saber mas sobre lo que pasa aqui.
– ?Que vas a hacer, entonces?
– Ya se me ocurrira algo. Eso puede esperar. Lo que no puede esperar es hacer una inspeccion a ese tunel de drenaje que pasa por debajo del priorato.
– Te acompanare -dijo Ryan-. Iremos en la lancha motora. Solo tardaremos quince minutos en llegar alli.
– ?Hay alguna probabilidad de que eso llame la atencion?
– No hay ningun problema -denego Ryan con un gesto de la cabeza-. En estos tiempos, el Tamesis es la autopista mas concurrida de Londres. Durante la noche hay mucho trafico maritimo por el rio; barcazas, cargueros…
– ?Puedo ir yo? -pregunto Mary volviendose hacia ellos.
– Eso es una buena idea -contesto Ryan antes de que Devlin pudiera protestar-. Podras quedarte vigilando la lancha.
– Pero te quedaras a bordo -le dijo Devlin-. Nada de hacer cosas extranas.
– De acuerdo. Ire a cambiarme -dijo ella, y salio corriendo.
– Ah, que bueno es eso de ser joven -exclamo Devlin.
– Le gustas, Liam -dijo Ryan, asintiendo.
– Y a mi me gusta ella, buen amigo, y en eso se quedara todo. Y ahora, ?que necesitamos?
– La marea esta baja, pero seguira habiendo mucha humedad. Sacare unos impermeables y unas botas -dijo Ryan saliendo y dejandolo solo.
La pequena lancha motora avanzo hacia la franja de guijarros, con su motor emitiendo un apagado golpeteo. La proa se abrio paso por el barro y la arena, y Ryan apago el motor.
– Muy bien, Mary. Quedate vigilando. No tardaremos mucho.
El y Devlin, protegidos por los impermeables negros y las botas, desembarcaron por un costado y vadearon el agua hasta la orilla. Ryan llevaba una bolsa con herramientas y Devlin una linterna grande, del tipo utilizado por los obreros. Habia poco menos de un metro de agua en el tunel.
– Tendremos que vadear -dijo Ryan. Al moverse en el agua, el olor fue acre. -Por Cristo -exclamo Devlin-, ya podemos estar seguros de que es una cloaca.
– Asi que intenta no caerte, y si te caes, manten la boca bien cerrada -dijo Ryan-, Las cloacas son lugares terribles para contraer enfermedades.
Devlin abrio el paso, con el tunel extendiendose ante ellos, iluminado por la luz de la linterna. La obra de mamposteria era evidentemente muy antigua, y aparecia corroida y putrefacta. De pronto, se escucho un chapoteo repentino, y dos ratas saltaron desde un reborde y se alejaron nadando.
– Criaturas nauseabundas -dijo Ryan con asco.
– Ya no puede estar lejos -dijo Devlin-. A solo unos cien metros. Seguramente no llega.
Y de repente aparecio alli. Se trataba de una reja de hierro que tendria aproximadamente algo menos de metro y medio por un metro, situada justo por encima de la superficie del agua. Miraron a traves de ella, hacia la cripta, y Devlin paseo la luz de la linterna por el interior. Se veian un par de tumbas cubiertas casi por completo por el agua, y en el extremo mas alejado se veian unos escalones de piedra que subian hacia una puerta.
– De una cosa puedes estar seguro -comento Ryan-. Esta reja no ha hecho nada para aliviar su sistema de drenaje.
– Fue colocada hace casi cuarenta anos -dijo Devlin-. Quiza en aquel entonces funcionaba.
Ryan saco una palanca de su bolsa de herramientas. Devlin le sostuvo la bolsa, mientras el golpeaba con la palanca el mortero de la obra de mamposteria, junto a la reja. Salto hacia atras, alarmado, cuando la pared se doblo y cinco o seis ladrillos cayeron al agua.
– Todo esto esta a punto de desmoronarse. Podemos sacar esta reja en apenas diez minutos, Liam.
– No, ahora no. Antes necesito saber cual es la situacion alla arriba. Por el momento, ya hemos descubierto todo lo que necesitamos saber; es decir, que podemos quitar la reja en cuanto queramos. Y ahora, salgamos de aqui.
En ese mismo momento, en las marismas de Romney, el viento procedente del mar hizo repiquetear las puertas vidrieras del salon cuando Shaw cerro las cortinas. Ya hacia tiempo que los muebles no eran lo que habian sido, y que el color de las alfombras aparecia desvaido, pero en la chimenea ardia un buen fuego de lena, y
– He preparado cafe, carino.