enemigos. Hasta el momento, habia conseguido sobrevivir solo por una razon: Himmler necesitaba de su cerebro y de sus considerables habilidades, y eso fue suficiente.

Cuando llego al foso solo observo una ligera capa de nieve. No habia agua. El Mercedes cruzo el puente, hacia la puerta de entrada, y el se dijo en voz muy baja:

– Demasiado tarde para quitarse de en medio, Walter, demasiado tarde.

Himmler le recibio en el salon privado de sus aposentos, en el ala sur. Schellenberg fue escoltado hasta alli por un sargento de las SS, con uniforme de gala, y encontro al ayudante personal de Himmler, unStunnbannfuhrer llamado Rossman, sentado ante una mesa situada junto a la puerta, vestido tambien con uniforme de gala.

– Mayor -dijo Schellenberg.

Rossman despidio al sargento.

– Un placer verle por aqui, general. El le esta esperando. Y, a proposito, no esta de buen humor.

– Lo recordare.

Rossman abrio la puerta y Schellenberg entro en un gran salon con un techo abovedado y un suelo enlosado. Habia tapices en las paredes y muebles de roble de color oscuro. En la gran chimenea de piedra habia un fuego encendido. ElReichsfuhrer estaba sentado ante una mesa de roble, repasando un monton de documentos. No iba vestido de uniforme, lo que no era habitual en el. Llevaba un traje de tweed, con camisa blanca y corbata negra. Los quevedos de montura de plata le daban el aspecto de un profesor universitario bastante desagradable.

A diferencia de Heydrich, que siempre se habia dirigido a Schellenberg llamandolo por su nombre de pila, aunque sin tutearle, Himmler se mostraba invariablemente formal.

– General Schellenberg -dijo levantando la mirada-. Por fin ha llegado.

En su frase habia una reprimenda implicita, por lo que Schellenberg replico:

– Sali de Berlin en cuanto recibi su mensaje, Reichsfuhrer. ?En que puedo servirle?

– Operacion Aguila, el asunto de Churchill. No le utilice en ese asunto porque tenia usted otros deberes que cumplir. Sin embargo, creo que a estas alturas ya estara familiarizado con la mayor parte de los detalles.

– Desde luego,Reichsfuhrer.

De repente, Himmler cambio de tema.

– Schellenberg, me siento cada vez mas preocupado por las actividades traicioneras de muchos miembros del alto mando. Como sabe, la semana pasada un desgraciado mayor volo por los aires en su coche cerca de la entrada al cuartel general del Fuhrer en Rastenburg. Evidentemente, se trataba de otro intento contra la vida de nuestro Fuhrer.

– Me temo que asi es,Reichsfuhrer.

Himmler se levanto y le puso una mano en el hombro.

– Usted y yo, general, estamos comprometidos por un hermanamiento comun, el de las SS. Hemos jurado proteger al Fuhrer y, sin embargo, nos vemos amenazados constantemente por la conspiracion de un punado de generales.

– No hay pruebas directas,Reichsfuhrer -dijo Schellenberg, aunque sabia que eso no era cierto del todo.

– Los generales von Stulpnagel, von Falkenhausen, Stieff, Wagner y otros, y hasta su buen amigo el almirante Wilhelm Canaris, Schellenberg. ?Le sorprenderia eso?

Schellenberg trato de conservar la calma, considerando la clara posibilidad de que su nombre pudiera ser pronunciado a continuacion en aquella lista.

– ?Que puedo decirle,Reichsfuhrer?

– Y tambien Rommel, el zorro del desierto. El heroe del pueblo.

Y ?Dios mio! -balbuceo Schellenberg, sobre todo porque le parecio que eso era lo que debia hacer.

Y ?Pruebas! -espeto Himmler-. Yo conseguire las pruebas antes de acabar con esto. Todos ellos tienen una cita concertada con el verdugo. Pero ocupemonos ahora de otras cosas. -Regreso ante la mesa y se sento-. ?Ha tenido usted tratos alguna vez con un agente llamado Vargas? -Examino un papel que tenia ante el y anadio-: Jose Vargas.

– Le conozco. Es un contacto del Abwehr. Un agregado comercial en la embajada espanola en Londres. Por lo que se, solo se le ha utilizado ocasionalmente.

– Tiene un primo que tambien es agregado comercial en la embajada espanola aqui, en Berlin. Un tal Juan Rivera. -Himmler levanto la mirada hacia el-, ?Es eso correcto?

– Es lo que tengo entendido,Reichsfuhrer. Vargas utilizaria la valija diplomatica desde Londres. La mayoria de los mensajes llegarian hasta su primo, aqui en Berlin, en el termino de treinta y seis horas. Todo de forma muy ilegal, desde luego.

– Y menos mal que es asi -dijo Himmler-. Este asunto de la operacion Aguila… ?Dice usted que esta familiarizado con los detalles?

– Si, lo estoy,Reichsfuhrer -contesto Schellenberg con suavidad.

– Tenemos un problema, general. Aunque la idea la sugirio el propio Fuhrer, fue…, ?como lo diria?, mas una fantasia que otra cosa. No podia confiarse en que Canaris hiciera nada al respecto. Me temo que la victoria total para el Tercer Reich no esta en un lugar muy alto en su lista de prioridades. Esa fue la razon por la que yo, personalmente, me encargue de poner en marcha la operacion, ayudado por el coronel Radl, del Abwehr, quien, por lo que tengo entendido, ha sufrido un ataque al corazon y no se confia mucho en que sobreviva.

– Entonces, ?el Fuhrer no sabe nada del asunto? -pregunto Schellenberg con precaucion.

– Mi querido Schellenberg, el soporta sobre sus hombros la responsabilidad de la guerra en cada uno de sus aspectos. Nosotros tenemos el deber de aligerar esa carga en todo lo posible.

– Desde luego,Reichsfuhrer.

– La operacion Aguila, aunque brillantemente concebida, termino en un fracaso, ?y quien va a querer llevarle al Fuhrer un fracaso y ponerselo encima de la mesa? -Siguio hablando antes de que Schellenberg pudiera contestar-. Lo que me lleva a este informe que me ha llegado desde Vargas, en Londres, a traves de su primo de aqui, en Berlin, ese tal Rivera.,,

Le tendio un documento del cuerpo de transmisiones y Schellenberg le echo un vistazo.

– ?Increible! -exclamo-. Kurt Steiner esta con vida.

– Y en la Torre de Londres -dijo Himmler guardando el documento.

– No lo tendran alli durante mucho tiempo -dijo Schellenberg-. Puede parecer espectacular, pero la Torre no es nada adecuada para alojar durante mucho tiempo a prisioneros de alta seguridad. Lo trasladaran a algun otro sitio seguro, como hicieron con Hess.

– ?Tiene usted alguna otra opinion sobre la cuestion?

– Solo que los britanicos guardaran silencio sobre el hecho de que lo tienen en sus manos.

– ?Por que lo dice asi? 5 -Tenga en cuenta que la operacion Aguila estuvo a punto de alcanzar el exito.

– Pero Churchill no era Churchill -le recordo Himmler-. Eso fue lo que descubrio nuestro personal de inteligencia.

– Desde luego,Reichsfuhrer, pero los paracaidistas alemanes descendieron sobre suelo ingles y libraron una batalla sangrienta. Si se publicara esa historia, el efecto sobre el pueblo britanico seria desmoralizador en esta fase de la guerra. Una mayor prueba de ello es el hecho de que sean el SOE y su brigadier Munro los encargados de manejar el tema.

– ?Conoce usted a ese hombre?

– Solo se algo de el,Reichsfuhrer. Es un oficial de inteligencia muy capacitado.

– Mis fuentes me indican que Rivera tambien ha transmitido esta misma informacion a Canaris. ?Como cree usted que reaccionara el?

– No tengo la menor idea,Reichsfuhrer.

– Puede usted pasar a verle una vez que regrese a Berlin. Descubralo. En mi opinion, no hara nada.

Desde luego, no ira corriendo a hablar con el Fuhrer. -Himmler examino otra hoja de papel que tenia ante el-. Nunca lograre comprender a hombres como Steiner. Un heroe de guerra. La Cruz de Caballero con hojas de roble, un soldado brillante y, sin embargo, ha arruinado su carrera, se ha arriesgado al fracaso, lo ha arriesgado todo por proteger a una pequena zorra judia a la que trato de ayudar en Varsovia. La operacion Aguila vino a

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