que pronto veran muchos otros edificios como este.

»Naturalmente, solo el tiempo dira si tengo razon y si la Yu Corporation seguira ocupando este edificio, a su entera satisfaccion, en el proximo siglo. Lo cierto es que el mundo de hoy se enfrenta al mismo tipo de desafio que Chicago hace cien anos, cuando las necesidades de almacenamiento, comercializacion y gestion creadas por la expansion del comercio gracias a la aplicacion del vapor al ferrocarril y otros medios de comunicacion requirieron la utilizacion de nuevas tecnicas de oficina, como telefonos y maquinas de escribir, y un nuevo tipo de edificios, pues el precio de los terrenos se disparaba. Los edificios con estructura de 'esqueleto' de Chicago, los rascacielos, como los llamamos hoy, produjeron un nuevo tipo de ciudad. Igual que Manhattan se transformo entre 1900 y 1920 en ese paisaje de mesetas y zigurats que hoy nos resulta tan familiar, creo que ahora nos encontramos en el umbral de una metamorfosis urbana por la que nuestras ciudades se convertiran en participantes inteligentes en el proceso economico universal.

»Y ahora volvamos a la ceremonia de hoy. Tradicionalmente, senalamos esta ocasion con el lanzamiento de una rama de pino desde el ultimo piso. Muchas veces me preguntan por el origen de esta costumbre, pero la verdad es que nadie lo sabe a ciencia cierta. Un profesor de historia antigua me dijo una vez que probablemente data de la epoca de los egipcios, cuando la terminacion de un edificio se acompanaba de sacrificios humanos; la rama de pino seria, pues, el recuerdo de una epoca en que los servicios del arquitecto eran recompensados emparedandolo vivo en su propia construccion o arrojandolo desde el tejado. Supongo que habra algunos clientes que desearian poder hacer eso con sus arquitectos, pero creo no equivocarme al decir que Y. K. no es uno de ellos.

Richardson miro al anciano multimillonario, y vio que le sonreia cortesmente.

– Al menos, eso espero. Quiza sea mejor, senoras y caballeros, que tire la rama antes de que el senor Yu cambie de parecer.

El auditorio volvio a reir educadamente.

– Y a proposito: creo que hay algo que dice mucho en favor de Jardine, el hijo del senor Yu. Le preocupaba tanto la seguridad de esos manifestantes de ahi abajo, que ha mandado que les hagan alejarse de la entrada del edificio hasta que concluya la ceremonia. Muchas gracias.

Los invitados volvieron a reir y, mientras Richardson se dirigia al borde del tejado con la rama de pino, empezaron a aplaudir. Muchos lo siguieron para ver como arrojaba la rama a la plaza, ciento cincuenta metros mas abajo.

Mitch se aseguro de que Joan estaba entre ellos y, dirigiendo una mirada a David Arnon, se introdujo dos dedos en la boca, como si quisiera vomitar.

David Arnon sonrio y se inclino hacia el.

– ?Sabes una cosa, Mitch? -le dijo-. Como judio, lamento decirlo, pero quiza los egipcios no eran tan malos, despues de todo.

Libro primero

La arquitectura es vudu.

BUCKMINSTER FULLER

Los Richardson salieron de L'Orangerie, uno de los restaurantes mas selectos de Los Angeles, en su Bentley blindado con chofer y, girando hacia el oeste, dejaron La Cienaga en direccion a Sunset.

– Esta noche nos quedamos en el apartamento, Declan -dijo Ray Richardson al chofer-. Y estare toda la manana en el estudio. No volvere a necesitarte hasta las dos, para ir al aeropuerto.

– ?Ira en el Gulfstream, senor?

El acento irlandes de Declan era tan fuerte como su cuello, pues tambien era guardaespaldas de Richardson, como cualquiera habria adivinado al ver sus gafas Blackcat de vision nocturna o su automatica Ruger P90, que descansaba en el asiento del acompanante.

– No, voy en vuelo regular. A Berlin.

– Sera mejor que salgamos un poco antes que de costumbre, senor. Hoy el trafico estaba muy mal en la autopista de San Diego.

– Gracias, Declan. A la una y media, entonces.

– Si, senor.

Era mas de medianoche, pero aun habia luces encendidas en el estudio del arquitecnologo. Declan cambio de rojo a verde el diodo de las Blackcat para adaptarse a las variaciones de la luz. En la oscuridad nunca se sabia que podia salir de la izquierda. A menos que se llevase unas Blackcat de gran angular.

– Parece que siguen trabajando -observo Joan, la mujer de Richardson.

– Mejor sera -refunfuno Richardson-. Habia mucho que hacer cuando me marche. Cada vez que mando hacer algo a uno de esos alemanes, me dan cien razones diferentes de por que es imposible hacerlo.

Proyectada personalmente por Richardson y con un coste de veintiun millones de dolares, la estructura triangular de vidrio que albergaba su estudio, que se alzaba entre gigantescas vallas publicitarias y presuntuosos edificios hollywoodenses descoloridos por el sol, parecia la proa de un yate ultramoderno y carisimo. Encarado al este, hacia Hollywood, y con paneles de vidrio opaco que, a modo de biombo, aislaban la fachada norte de la carretera, el edificio de Richardson no se ajustaba a los canones arquitectonicos de Los Angeles, suponiendo, claro esta, que el eclecticismo que caracterizaba a los edificios de la ciudad pudiera considerarse un estilo. Como los demas edificios de Richardson, casi parecia fuera de lugar. Mas europeo que americano. O algo que acabara de aterrizar de otro mundo.

Los criticos de diseno y arquitectura decian que Richardson pertenecia a la tradicion racionalista, y ciertamente en sus edificios se veian abundantes metaforas maquinistas. Incluso tenian ecos de las fantasias constructivistas de arquitectos como Gropius, Le Corbusier y Stirling. Pero al mismo tiempo su trabajo iba mas alla de lo simplemente utilitario. Declaraba su lealtad a la alta tecnologia y al optimismo capitalista.

– Alemanes -mascullo Richardson, moviendo la cabeza con desden.

– Si, carino -ronroneo Joan-. Pero en cuanto abramos la oficina de Berlin podremos librarnos de ellos.

El Bentley salio de la carretera y dio la vuelta al edificio, hacia el aparcamiento subterraneo.

Eran siete pisos, seis de ellos sobre el nivel de la calle. Las oficinas y el estudio ocupaban las dos primeras plantas, y del tercero al septimo piso habia doce apartamentos. En el atico, magnificamente amueblado, era donde dormian los Richardson cuando se quedaban trabajando hasta tarde o tenian que levantarse temprano, cosa que hacian a menudo: Ray Richardson estaba completamente entregado a su profesion. Pero normalmente vivian en su espectacular casa de Rustic Canyon. Tambien proyectada por Richardson, con diez habitaciones, la casa gozaba del raro privilegio de haber recibido, en las paginas de Vanity Fair, alabanzas por su belleza y elegancia nada menos que de un critico de la arquitectura moderna tan implacable como Tom Wolfe, y albergaba la amplia coleccion de arte contemporaneo del matrimonio.

– Sera mejor que nos asomemos a ver que estan haciendo en mi nombre -dijo Richardson-. Por si estan jodiendo las cosas.

Como una pareja real, subieron majestuosamente la impresionante escalinata recubierta de granito, tras saludar a los guardas jurados con secas inclinaciones de cabeza. Se detuvieron en el umbral del enorme y luminoso estudio, casi como si esperasen ser anunciados. Rompiendo la monocromia, solo alterada por un florero de lirios en el mostrador de recepcion, los Richardson dieron de repente la nota colorista en aquella Bauhaus estilo Los Angeles.

Con noventa metros de largo y diecisiete tableros de trabajo de doce metros colocados en la perpendicular de la fachada sur, toda de vidrio, que ofrecia una vista panoramica de la ciudad, Richardson y Asociados era uno de los estudios de arquitectura mas modernos del mundo. Y tambien de los mas atareados. Incluso a aquella hora habia arquitectos, proyectistas, ingenieros, maquetistas, informaticos y sus correspondientes equipos trabajando en la armonia de aquel espacio sin paredes. Muchos de ellos llevaban alli treinta y seis horas seguidas, y los que eran relativamente nuevos en el estudio prestaron escasa atencion a la llegada del elegante jefe y su mujer. Pero

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