Philip Kerr

El infierno digital

Para Jane, como siempre, y para William Finlay

?Te he pedido acaso que me saques de las tinieblas?

John Milton

… ese vaso de agua helada en la cara, ese tonificante guantazo en la boca, esa reprimenda por el conformismo de nuestras almas burguesas, que llamamos arquitectura moderna.

Tom Wolfe

Prologo

Perseguimos una idea nueva, un lenguaje nuevo, algo que corresponda a las capsulas espaciales, los ordenadores y los envases desechables de una era atomica y electronica…

Warren Chalk

El americano miro al sol que declinaba sobre el nuevo estadio de futbol de Shenzen y rezo por que la ejecucion terminase antes de que el centro del campo quedara en la sombra. Impaciente por sacar fotos, enfoco la camara a un grupo de hombres de aspecto arrogante, unos con chaquetas a lo Mao y otros con trajes oscuros, que estaban sentandose una docena de filas mas abajo.

– ?Quienes son esos tios? -pregunto.

Su asistente e interprete se puso de puntillas sobre sus zapatos de tacon alto y siguio la linea de su teleobjetivo entre las cabezas de la multitud.

– Del partido, creo -contesto ella-. Pero tambien hay hombres de negocios.

– ?Estas segura de que tenemos permiso para esto? -murmuro el.

– ?Claro que estoy segura! -afirmo la muchacha-. He sobornado al jefe de la DSP de Shenzen. Hoy no nos molestaran, Nick, creeme.

LA DSP era la Direccion de Seguridad Publica de la Republica Popular China.

– Eres un portento, carino.

La muchacha china sonrio, inclinando la cabeza.

El estadio casi se habia llenado ya. Los miles de espectadores parecian alegremente impacientes, como si de verdad hubiesen ido a ver un partido. Cuando entraron los cuatro condenados, cada uno de ellos firmemente sujeto por dos guardias de la DSP, se elevo un murmullo de excitacion. Como de costumbre, los condenados a muerte iban con la cabeza rapada y los brazos atados por encima del codo. Del cuello les colgaba un cartel de carton que enumeraba los delitos que habian cometido.

Obligaron a los cuatro a arrodillarse en el centro del campo. El rostro de uno de ellos ocupaba el visor de la camara y el americano se sorprendio de su apagada expresion, como si al condenado le importara poco su propia muerte. Supuso que los habian drogado. Pulso el obturador y encuadro el rostro del siguiente hombre. Tenia la misma expresion.

Cuando el agente de la DSP apunto su fusil de asalto AK47 a la nuca de su primera victima, el americano comprobo la posicion de la sombra en el campo. Procuro no sonreir, pero era un impulso irresistible. Iban a ser unas fotos magnificas.

Al DPLA, el Departamento de Policia de Los Angeles, nunca le habian gustado mucho las manifestaciones de las diversas comunidades de la ciudad: latinoamericanos, indios, negros, trabajadores temporeros, hippies, maricas, estudiantes y huelguistas, todos habian probado en alguna ocasion las porras y armas antidisturbios de sus agentes mas celosos. Pero aquella era la primera vez que alguno de los veinticinco policias con cascos apostados frente al edificio de oficinas en construccion en lo que seria la nueva plaza de Hope Street veia a chinos concentrados para protestar por algo.

No es que en Los Angeles hubiese una gran masa de chinos, comparada con la de San Francisco. En el Barrio Chino, situado en la zona de North Broadway, en la misma puerta de la Academia de Policia, no vivian mas de veinte mil personas. La mayor parte de la comunidad china, que crecia rapidamente, habitaba los barrios de las afueras, como Monterey Park y Alhambra.

Tampoco era una manifestacion impresionante: solo un centenar de estudiantes, mas o menos, que protestaban contra la Yu Corporation y su supuesta complicidad con la politica represiva de la Republica Popular China. Poco tiempo atras se habian publicado en el Los Angeles Times unas fotos de la ejecucion en Shenzen de varios estudiantes disidentes, en las cuales aparecia Yue-Kong Yu, presidente y director general de la empresa que llevaba su nombre. Pero como, al fin y al cabo, estaban en Los Angeles, donde hasta las mas pequenas concentraciones de manifestantes podian desmandarse rapidamente, helicopteros de la policia vigilaban la manifestacion con discretos medios electronicos y periodicamente enviaban informes digitalizados a su ordenador central, instalado en un bunker a prueba de misiles en el quinto sotano del Ayuntamiento.

Los manifestantes se mostraban bastante pacificos. Incluso cuando la caravana de alargadas limusinas de Yue-Kong Yu y su sequito llego a la obra, apenas hicieron otra cosa que gritar y agitar las pancartas. Protegido por la policia y media docena de guardaespaldas privados, el senor Yu subio tranquilamente un tramo de escaleras y, sin dirigir siquiera una mirada hacia los colericos jovenes, entro en su nuevo edificio por la puerta principal, un dolmen neolitico traido de las Islas Britanicas.

En el vestibulo, casi acabado, el senor Yu se volvio para examinar la puerta, montada en sentido oblicuo a fin de conseguir un mejor feng shui. Habia comprado las tres antiguas piedras -una de ellas colocada horizontalmente sobre las otras dos para formar el dintel- por su semejanza con el logotipo de la Yu Corporation, basado en el caracter chino que simboliza la buena suerte. Movio la cabeza con aire de aprobacion. Sabia que al arquitecto no le habia gustado incluir aquellas piedras en un edificio tan moderno. Pero cuando el senor Yu tomaba una decision, no era facil disuadirle. El senor Yu penso que habia hecho bien, a pesar de la resistencia del arquitecto. El aspecto de la puerta era de lo mas propicio. Y el atrio resultaba muy elegante. El mas bonito que habia visto. Mas que el del Edificio Yoshimoto de Osaka. Y que el del Shinn Nikko de Tokio. Mas bonito aun que el del Marriott Marquis de Atlanta.

Cuando hubo entrado el ultimo invitado del senor Yu, el sargento encargado de vigilar la concentracion hizo senas a un manifestante para que se acercara, pues habia decidido que el hecho de que llevara el megafono le senalaba como cabecilla del grupo.

Cheng Peng Fei, en posesion de un visado para estudiar ciencias empresariales en la Universidad de California, se acerco rapidamente. Hijo unico de dos abogados de Hong Kong, no era de los que se hacian repetir dos veces las indicaciones de un policia. Tenia un rostro tan liso y esferico que parecia concavo.

– Tendra que llevarse a su gente al otro lado de la obra -dijo el sargento, arrastrando las palabras-. Creo que van a tirar una rama de arbol desde la ultima planta, y no queremos que nadie resulte herido, ?verdad?

El sargento sonrio. Como veterano del Vietnam, miraba a los orientales con profundo recelo y hostilidad.

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