aunque fuera mas pequeno.

– Hasta pronto, Jimmy, y gracias otra vez.

Figaro hizo un gesto de adios con la mano mientras Rizzoli cruzaba la zona de recepcion y salia por la puerta de Figaro & August; luego miro inquisitivo a Carol.

– Creo que tiene que venir y verlo usted mismo -dijo ella, y se dirigio a traves de una serie de despachos hasta la sala de juntas.

– Cuando vimos lo que habia, pensamos que lo mejor era dejarlo aqui -explico nerviosa-. Gina esta en el lavabo con Smithy. Fue Smithy quien abrio el paquete. Me parece que se llevo un buen susto.

– ?Fue ella la que chillo?

– Es una persona bastante nerviosa, senor Figaro. Nerviosa, pero leal. Smithy se preocupa por usted. Todos lo hacemos. Por eso un incidente como este es tan perturbador. Supongo que, con nuestra lista de clientes, es comprensible. Pero esto… esto es algo que parece de pelicula.

– Ahora has despertado mi curiosidad de veras -dijo Figaro y entro detras de ella en la sala.

Smithy estaba echada en el sofa que habia bajo la ventana, y Gina estaba abanicandole la palida cara con un ejemplar del New Yorker.

Figaro reconocio la portada. Era el numero en que aparecia una semblanza de el mismo. Miro alrededor de la sala, sus ojos oscuros, rapidos, al servicio de una util memoria fotografica, absorbiendo el probable curso de los acontecimientos. El New Yorker, la caja abierta, los montones de paja, como vello pubico, el objeto en si.

De pie, con mas de un metro y medio de alto y el aspecto de haber tropezado con la mirada petrea de una gorgona, habia un abrigo de piedra.

– ?Que clase de mente morbosa…? -balbuceo Carol-, pero no, espere un momento, se quien ha sido. Hay un nombre en la nota de envio.

Le dio una hoja de papel rosado y puso, vacilante, la mano en el hombro de su jefe. Era la primera vez, en los tres anos que llevaba trabajando para el, que lo tocaba, y le sorprendio encontrar una fuerte musculatura debajo de su caro traje de Armani. Era un hombre alto, atractivo, en buena forma para ser alguien que se pasaba la mayor parte del tiempo en su despacho y el resto en los tribunales. Un poco como Roy Scheider, penso. La misma nariz larga, la misma frente alta, las mismas gafas, solo que mas palido. Casi tan palido como la mujer del sofa.

– ?Se siente bien senor Figaro? Esta un poco palido.

Figaro, que no estaba casi nunca al sol, aparto la mirada del abrigo de piedra y la miro a los ojos. Durante un momento no dijo nada; luego se echo a reir.

– Estoy bien, Carol -replico y empezo a reirse de nuevo, solo que esta vez no pudo parar, hasta que tuvo que quitarse las gafas y apoyarse con las dos manos en la mesa, llorando y llorando a lagrima viva.

2

La manana en que soltaron a Dave Delano de la Penitenciaria de Miami, en Homestead, pasaron dos cosas.

Una fue que Benford Halls, que hacia poco habia sido transferido desde Homestead a la Penitenciaria del Estado en Stark, fue ejecutado. Aunque Stark estaba a muchos cientos de kilometros al norte, las circunstancias de las ultimas horas de Halls -transmitidas meticulosamente por casi todas las emisoras de radio y television de Florida- provocaron mucha ira y resentimiento entre los reclusos de Homestead. No solo le habian hecho esperar durante varias horas despues de las once de la noche, la hora prevista, debido a un problema con la antigua silla electrica, sino que, ademas, segun las noticias, se habia permitido al actor de cine Calgary Stanford presenciar la ejecucion para preparar un papel de condenado a muerte que iba a representar pronto.

Dave Delano tenia buenas razones para recordar a Benford Halls. Los dos habian sido sentenciados en el mismo juzgado de Miami, el mismo dia, hacia exactamente cinco anos. Que Dave hubiera cumplido la totalidad de su condena -desde 1987, la libertad condicional habia quedado mas o menos eliminada para los presos federales- no parecia tan malo cuando lo comparaba con la espera de cinco anos para que te ejecutaran delante de un actor de cine cualquiera. Si eso no era algo cruel y fuera de lo corriente, entonces Torquemada debio de ser una de las personas mas humanitarias del mundo.

La segunda cosa que sucedio fue que Dave recibio una carta por correo aereo. Era de Rusia y estaba escrita con la letra inconfundible y clara de Einstein Gergiev, y con su estilo criptico. Gergiev habia salido de Homestead unos seis meses antes que Dave, despues de cumplir ocho anos de condena por pertenecer al crimen organizado. Liberado y deportado, por ser un inmigrante indeseable.

Puede que fuera un indeseable, pero gracias a el, Dave habia empleado muy bien su periodo de reclusion. Habia sido Gergiev quien lo habia convencido de que tenia verdadera facilidad para las lenguas y que las peculiaridades del sistema penal le permitirian estudiar y perfeccionarse como la gente en libertad solo podia sonar. Solo unos meses antes de que una enmienda a la Ley Penal de 1994 prohibiera que se concedieran a los reclusos becas federales para la educacion superior, Dave habia obtenido un diploma de ruso. Su espanol siempre habia sido bueno. Crecer en el South Beach de Miami, era igual que estar en Cuba, para lo que te servia el ingles. Y cuando estaba moreno, con sus ojos y su pelo oscuros, casi podia pasar por uno de los marielitos que habian ayudado a que Miami fuera la antigua capital del crimen de Estados Unidos. El potencial de Dave como estudiante de ruso bien podia venir de que era hijo de un inmigrante judio ruso, que habia huido de la Union Sovietica despues de la guerra. El nombre real de su padre era Delanotov, que cambio por Delano al llegar a Estados Unidos, escogiendo el segundo apellido del anterior presidente [Roosevelt] a fin de aumentar sus perspectivas de futuro, escasas como eran. Paso los siguientes treinta anos, cuando no estaba borracho, instalando sistemas de aire acondicionado en yates de lujo. Movido por el amor y la gratitud hacia su pais de adopcion y por el odio hacia el que habia dejado atras, el padre de Dave no volvio a hablar su lengua materna nunca mas.

Dave miro el matasellos y sacudio la cabeza. Hacia cinco semanas que la habian enviado. Otro dia mas y el ya no hubiera estado alli.

– Mierda de Aeroflot -murmuro antes de leer cuidadosamente la carta, escrita en ruso. Los precios, la delincuencia y la incompetencia del gobierno; no sonaba demasiado diferente de lo que sucedia en casa. Dave leyo la carta varias veces, consultando en el diccionario varias de las palabras mas dificiles para estar seguro de lo que significaban. Hablar ruso era mucho mas facil que leerlo. El alfabeto cirilico no tenia nada que ver con el sistema de escritura occidental, era otra historia. Para empezar tenia seis letras mas que las utilizadas en ingles.

Cuando el carcelero vino para escoltarlo hasta la libertad, Dave ya habia memorizado el contenido de la carta y la habia tirado al vater, bajo la mirada de su companero de celda, Angel, que estaba tumbado en silencio en la litera de arriba. Siempre era duro que pusieran en libertad al tipo con quien compartias celda. Su partida te hacia darte cuenta de que tu seguias en prision. Igualmente inquietante era la perspectiva de un nuevo companero. ?Y si era marica?

– El tio recibe una carta y lo sueltan en un mismo dia -mascullo Angel-. No se, pero no parece justo.

Dave cogio la caja de carton que contenia sus libros, cuadernos, correspondencia y reproducciones de cuadros, se la metio debajo de un brazo musculoso y luego se tiro de la barba estilo Tio Sam que le ayudaba a disimular sus facciones juveniles.

– Bueno, tio, me largo.

Angel, un hispano alto, con un diente de oro, bajo, lo abrazo con afecto, y trato de no ponerse a llorar. Tamargo, el carcelero, grande como un camion, esperaba pacientemente en el pasillo al otro lado de la puerta de la celda.

– Te dejo todo lo que habia en el armario. Todas esas porquerias. Caramelos, vitaminas, cigarrillos. Pero fumatelos pronto – dijo Dave riendo-. Fumatelos o cambialos por algo. Pronto estara prohibido fumar en esta carcel, como en todas partes, y no valdran una mierda.

– Gracias tio. Te lo agradezco.

– Cuidate. Estaras fuera dentro de muy poco.

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