Philip Kerr

Plan Quinquenal

Para Tom y Paula

AGRADECIMIENTOS

Debo un reconocimiento especial a Ben Gunn por la gran cantidad de informacion que me ha proporcionado sobre los barcos mercantes; a Robert Bookman, por hacer el trabajo, como siempre; y a Marian Wood, mi correctora, y Michael Naumann, mi editor, por su fe. Tambien quiero dar las gracias a Nicholas Bognor, Graham Saltmarsh, Frances Coady, Linda Shaughriessy, Caradoc King, Terry Burke, Deborah Hayward, Nick Marston y a mi esposa Jane Thynne por toda su ayuda y estimulo.

1

– ?Aachum!

El estornudo retumbo como un canonazo.

Jimmy Figaro recorrio con la mirada su bien equipada oficina para comprobar que no habia sufrido danos.

– Mierda de fiebre del heno -dijo Rizzoli sorbiendo detras de un panuelo del tamano de una servilleta-. Dice el jodido Herald que el indice de polen es de 129. En una escala de 201. Por toda esa mierda de arboles de mango que tenemos aqui en Florida.

Rizzoli estornudo otra vez, una gran explosion de ruido que era mitad grunido, mitad silbido, como el yujuu que soltaria un jinete de rodeo al salir al ruedo montando un caballo furioso. Y luego dijo:

– Por mi, quemaria todos los jodidos arboles de mango de Miami.

Figaro asintio distraido. Le gustaban los mangos. Nunca habia pensado mucho en ellos, pero al hacerlo ahora, en su mente veia a Ursula Andress, en 007 contra el Doctor No, cantando una cancion mientras salia del mar Caribe meneando el culo con una concha en la mano. ?Por que no podia tener una cliente asi, aunque solo fuera una vez, en lugar de pandilleros de poca monta como Tommy Rizzoli?

– Todos los jodidos arboles. La hoguera de los mangos -cacareo Rizzoli-. Como aquella jodida pelicula, ?eh?

– ?Que pelicula era esa, Tommy?

– La hoguera de los mangos.

Figaro noto como se le fruncia el ceno. No estaba seguro de si Rizzoli estaba haciendo un chiste o si realmente pensaba que la pelicula se llamaba asi.

– ?Quieres decir la de Tom Wolfe?

Rizzoli se restrego la nariz con furia y se encogio de hombros.

– Si, eso es.

Pero para Figaro no habia duda de que Tommy Rizzoli sabia tanto de Tom Wolfe como de porcelana fina. Figaro volvio de nuevo su atencion a las notas que habia ido tomando. Los hechos estaban tan claros como la culpabilidad de Tommy Rizzoli. El y un socio desconocido -lo mas probable es que fuera su medio hermano, Willy Barizon- se habian hecho mediante extorsion con el control de la mayoria del transporte de hielo del condado de Dade. Estaba eso y la agresion a uno de los oficiales de policia que lo arrestaron, que habia acabado con la nariz rota.

– ?Aachum!

La nariz del agente. Era casi ironico en vista de la alergia de la trompeta de Rizzoli, del tamano de la de Jimmy Narizotas Durante. Pero Rizzoli no daba su brazo a torcer: el agente habia resbalado y se habia caido.

– ?Que te pareceria una declaracion, Tommy?

– ?Quieres decir una declaracion de culpabilidad o para conseguir clemencia? -Se agarro la nariz y la movio de un lado para otro, casi como si estuviera rota-. Y una mierda.

– Quiero decir un trato. Calculo que olvidaran lo de la agresion si aceptamos la extorsion. Entretanto, te sugiero que vendas tus intereses en el negocio del hielo y el transporte y te prepares para pagar algun tipo de multa.

Los dos hombres se estremecieron cuando una mujer chillo, al otro lado de la puerta. Figaro trato de no hacer caso.

– Los testimonios son poco mas que de oidas, en el mejor de los casos -continuo-. Solo un par de polis de la secreta. Puedo hacer que parezcan un queso suizo.

– Ese es el queso que esta lleno de agujeros, ?no?

– Exacto. El fiscal del distrito tambien lo sabe. No veo que tengas que ir a la carcel por eso.

– ?No?, ?eh? -Rizzoli ronco como si hubiera estado profundamente dormido-. Bueno, eso esta bien. Sabes, de todas maneras, nunca me ha gustado mucho el hielo.

Alguien llamo a la puerta.

– Es un infierno manejarlo. Por su interesante estructura cristalina.

– ?Venga ya!

– Es algo que lei. Tiene una estructura laminar. Lo que significa que se deforma al deslizarse. Por eso el hielo se desmorona como lo hace. Como un mazo de cartas.

La secretaria de Figaro se asomo a la puerta.

– Y yo te pregunto, Jimmy, ?que clase de negocio puedes construir sobre una estructura cristalina como esa?

– No lo se, Tommy. ?Si, Carol?

– Senor Figaro, ?podria hablar con usted un minuto?

Figaro miro a su cliente.

– Me parece que casi hemos acabado -dijo, poniendose de pie-. Hablare con la oficina del fiscal. Dame una semana para conseguir un acuerdo, Tommy. ?Vale?

Rizzoli se levanto, estirando automaticamente los punos y la raya del pantalon de su brillante traje de piel de tiburon.

– Gracias Jimmy. Te lo agradezco mucho. Naked Tony tenia razon. Eres uno de los nuestros.

Mientras se abrochaba el tambien la chaqueta y acompanaba a Rizzoli hacia la puerta, Figaro parecia dolido.

– No, no te equivoques, Tommy. Mira, Tony lo dijo con buena intencion, pero no es verdad. Digamos que soy vuestro sacerdote, eso esta mas cerca de la verdad. El sacerdote intercede por ti antes del juicio. Solo que nunca tienes que confesarte conmigo. Yo no quiero saber nada. Si eres culpable, a mi me importa una mierda, y lo mismo si eres tan inocente como dar un paseo alrededor de la iglesia un domingo por la tarde. Lo unico que me importa es que podamos presentar una defensa mejor que el otro tio -sonrio-. Son cosas de abogados.

– Ya.

Los dos hombres se estrecharon la mano, lo que sirvio para recordarle a Figaro lo fuerte que era el otro,

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