propiedad que se ajustara a las necesidades de Paul Begelmann.

No vi a los hombres del SD hasta la manana siguiente, a la hora del desayuno, cuando, hechos unos guinapos, bajaron en busca de cafe. Habian pasado la noche en un club nocturno de la ciudad.

– Demasiado arak -susurro Eichmann-. Es la bebida local. Una especie de licor de uva algo anisado. Sera mejor que lo evites.

Sonrei y encendi un cigarrillo, pero tuve que apartar el humo con la mano porque me di cuenta de que parecia marearlos.

– ?Conseguisteis localizar a Reichert? -pregunte.

– Si, de hecho estuvo con nosotros ayer por la noche. Pero no vimos a Polkes, por lo que es probable que venga a buscarnos aqui. ?Te importaria quedar con el, cinco o diez minutos, y explicarle la situacion?

– ?Y cual es la situacion?

– Me temo que nuestros planes cambian a cada minuto que pasa. Es probable que al final no regresemos. Ademas, Reichert cree que no nos sera mas facil obtener el visado en El Cairo que aqui.

– Vaya, lamento escucharlo -dije, sin lamentarlo un apice.

– Dile que nos hemos ido a El Cairo -instruyo Eichmann-, y que nos hospedaremos en el National Hotel. Dile que se reuna con nosotros alli.

– No lo se -dije-. La verdad es que no quiero involucrarme en nada de esto.

– Eres aleman. Estas involucrado, te guste o no.

– Si, pero el nazi eres tu, no yo.

Eichmann parecio sorprenderse.

– ?Como es posible que trabajes para el SD y no seas nazi? -inquirio.

– El mundo es un lugar muy extrano -respondi-. Pero no se lo digas a nadie.

– Por favor, habla con el. Aunque solo sea por cortesia. Podria dejarle una carta, pero sera mucho mejor que se lo expliques en persona.

– ?Quien es ese Fievel Polkes, de todos modos? -pregunte.

– Un judio palestino que trabaja para la Ha ganah.

– ?Y quienes son esos?

Eichmann me dedico una sonrisa de condescendencia. Estaba palido y empapado de sudor. Estuve a punto de sentir lastima por el.

– No puede decirse que sepas muchas cosas acerca de este pais ?verdad?

– Lo suficiente para conseguir un visado de treinta dias -respondi certeramente.

– La Ha ganah es un grupo paramilitar judio que tiene un servicio de Inteligencia.

– O sea, una organizacion terrorista.

– Si lo prefieres -convino Eichmann.

– De acuerdo. Lo vere, aunque solo sea por cortesia. Ahora bien, quiero saberlo todo. No estoy dispuesto a quedar con uno de esos cabrones asesinos sin conocer toda la historia.

Eichmann dudo. Yo sabia que no confiaba en mi. Pero una de dos: o la resaca le impedia razonar o seacababa de dar cuenta de que no tenia otra opcion que ser sincero conmigo.

– La Ha ganah quiere que le proporcionemos armas para combatir a los britanicos aqui en Palestina – explico-. Si el SD sigue fomentando la emigracion judia desde Alemania, ellos nos pasaran informacion sobre las tropas britanicas y sus movimientos navales en el Mediterraneo oriental.

– ?Judios dispuestos a ayudar a quienes les persiguen? -Solte una carcajada-. Eso es una ridiculez. – Eichmann no se rio-. ?No os parece?

– Al contrario -dijo Eichmann-. El SD ha financiado ya varios campamentos sionistas de formacion en Alemania. Lugares en los que los jovenes aprenden las tecnicas agricolas que les haran falta para cultivar su tierra. Tierra palestina. Una Haganah subvencionada por el nacionalsocialismo no es mas que una posible rama de esa misma politica. Y por esa razon vine aqui. Para tomarles la medida a los dirigentes de la Ha ganah, del Irgun y de otros grupos militares judios. Mira, ya se que cuesta creer, pero sienten mayor aversion por los britanicos que por nosotros.

– ?Y donde encaja en todo esto Haj Amin? -pregunte-. El es arabe, ?no?

– Haj Amin viene a ser la otra cara de la moneda -comento Eichmann-. Por si nuestra politica pro sionista no funcionara. Habiamos planeado encontrarnos con el Alto Comite Arabe y con algunos de sus miembros, en especial con Haj Amin, aqui, en Palestina. Pero parece que los britanicos han ordenado la disolucion del comite y la detencion de sus miembros. Al parecer, hace unos dias asesinaron en Nazaret al ayudante del jefe de Policia de Galilea. En estos momentos Haj Amin se esconde en el barrio antiguo de Jerusalen, pero va a tratar de salir para reunirse con nosotros en El Cairo. Asi pues, aqui en Jaffa solo tenemos que preocuparnos por Polkes.

– Recuerdame que jamas juegue a las cartas contigo, Eichmann -comente-. Y si lo hago, recuerdame que te pida que te quites el abrigo y te remangues.

– Tu dile a Polkes que vaya a El Cairo. El lo entendera. Pero por lo que mas quieras, no menciones al Gran Mufti.

– ?El Gran Mufti?

– Haj Amin -aclaro Eichmann-. Es el Gran Mufti de Jerusalen. La mas alta autoridad religiosa de Palestina. Los britanicos lo designaron en 1921, lo cual lo convierte en el arabe mas poderoso del pais. Ademas es el antisemita mas fervoroso del mundo, a su lado el Fuhrer siente adoracion por los judios. Haj Amin hallamado a la yihad contra los judios, y por ese motivo tanto la Ha ganah como el Irgun lo quieren muerto. Y por eso sera mejor que Polkes no sepa que planeamos vernos con el. El sospechara al respecto, por supuesto, pero ese es su problema.

– Espero que no se convierta tambien en el mio -respondi.

Eichmann y Hagen partieron en barco hacia Alejandria, y al dia siguiente Fievel Polkes se presento en el hotel Jerusalen preguntando por ellos. Polkes era un judio polaco de unos treinta y pocos que fumaba como un carretero. Llevaba un traje de verano arrugado y un sombrero de paja. Le hacia falta un buen afeitado, aunque no tanto como al ruso judio que lo acompanaba y que tambien fumaba como un carretero. De unos cuarenta y tantos, aquel hombre tenia unos hombros del tamano de montanas y un rostro desgastado, como de figura tallada en un arbotante. Se llamaba Eliahu Golomb. Ambos llevaban la chaqueta abotonada, aunque aquel dia, como era habitual, hacia un calor infernal. Cuando un hombre lleva la chaqueta abotonada en un dia tan caluroso, el hecho suele tener una unica explicacion. Una vez les hube explicado la situacion, Golomb comenzo a despotricar en ruso, asi que, para rebajar la tension (al fin y al cabo aquellos tipos eran terroristas), senale en direccion al bar y me ofreci a invitarles a un trago.

– Esta bien -dijo Polkes, que hablaba bien el aleman-. Pero aqui no. Vayamos a otro lugar. Tengo el coche en la puerta.

Estuve a punto de negarme. Una cosa era tomar un trago en el bar del hotel. Otra muy distinta subirme a un coche con dos hombres cuyas chaquetas abotonadas hasta arriba me contaban que iban armados y que eran, con toda probabilidad, individuos peligrosos. Dandose cuenta de mi indecision, Polkes anadio:

– No tiene por que preocuparse, amigo. Nosotros luchamos contra los britanicos, no contra los alemanes.

Salimos a la calle y nos metimos en el Riley. Golomb se sento al volante y se alejo del hotel con lentitud, como si no quisiera llamar la atencion. Nos dirigimos al norte y despues al este, cruzamos una colonia alemana de casas blancas y elegantes llamada «Pequena Valhalla», y despues giramos a la izquierda, cruzamos la linea de ferrocarril y enfilamos Hashachar Herlz. Otro giro a la izquierda por Lilien Blum y nos detuvimos en un bar que habia junto al cine. Nos encontrabamos, segun me informo Polkes, en el centro del barrio residencial de TelAviv. En el ambiente flotaba un intenso olor a mar y a azahar. Era una zona mas limpia y cuidada que Jaffa. Mas europea, vaya. Y asi lo comente con aquellos hombres.

– Aqui debe sentirse como en casa -dijo Polkes-. En esta zona solo viven judios. Si fuera por los arabes, el pais tendria el aspecto de un urinario.

Entramos en una cafeteria con la fachada acristalada en la que habia escritas palabras en hebreo. Se llamaba Kapulski. En la radio sonaba lo que a mi me parecio musica judia. Una mujer menuda barria el suelo, cubierto con baldosas que formaban un dibujo de cuadros. De la pared colgaba la fotografia de un anciano con pelo revuelto y la camisa desabotonada que se parecia mucho a Einstein, pero sin el bigote chorreando sopa. No tenia la menor idea de quien podia ser. Junto a aquella fotografia habia otra, la de un hombre que se parecia a Marx. Supe que

Вы читаете Unos Por Otros
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×