que se han tomado muestras del estiercol y que todo sigue a pedir de boca.

Mensaje cifrado, estimo el doctor Lavoisier anotando cada palabra, lo transmitiria, no era asunto suyo. La pasma tenia sus metodos. Con esa inflamacion, el estomago perforado tenia que aguantar el tiron, y no era cosa facil.

Retancourt estaba relajada, casi risuena, pese a que todo indicaba que Armel Louvois no volveria a poner los pies en su casa y que incluso se habia largado a las seis de la manana. La portera lo habia visto irse con una mochila. En lugar de su amable intercambio cotidiano, el joven habia pasado dirigiendole una sena rapida con la mano. Tomaba un tren probablemente. Weill no podia confirmar nada, dado que no se levantaba hasta la honorable hora meridiana. Tenia afecto a su joven vecino y, muy disgustado por la noticia del crimen, se habia cerrado en banda, casi enfadado, y no daba mas que informaciones inutiles. Anormalmente, Retancourt no se sentia afectada por esas malas noticias. Era posible que Weill, enologo de gran renombre, hubiera ido a distraer a los policias llevandoles vino de la mejor anada en copas cinceladas. Con Weill, que mandaba hacer sus trajes a medida, debido a su fortuna, su esnobismo y a la forma unica de su cuerpo en forma de peonza, todo era posible, incluida la corrupcion de un equipo de maderos apostados en vigilancia, lo cual le habria producido un indudable placer paradojico. Retancourt no parecia plenamente consciente de que acechaba en el domicilio de un demente, del Zerquetscher, que habia transformado a un anciano en papilla, como si la indulgencia de Weill por su vecino hubiera apagado su estado de alerta.

– Avise a Weill -dijo Adamsberg- de que ha destrozado a otro hombre en Austria.

El equipo Voisenet-Kemorkian, de regreso, estaba exhausto. Raymond Real, el padre del artista, tardo diez minutos en aceptar soltar el fusil y dejarlos entrar en su semisotano de tres habitaciones en Survilliers. Si, estaba al corriente, y si, bendecia al vengador que habia aplastado al crapula de Vaudel, y Dios quisiera que la pasma no le echara el guante nunca. Los periodicos habian salido a tiempo para que se les escapara de las manos, y era una bendicion. Vaudel tenia al menos dos cadaveres en la conciencia, el de su hijo y el de su mujer, que nadie lo olvidara nunca. ?Si sabia quien habia matado a Vaudel? ?Si sabia donde estaban sus dos hijos? Pero ?que se creian los maderos? ?Que iba a darles la menor indicacion para ayudarlos? Pero ?en que mundo vivian? Kernorkian habia mascullado: «En uno de mierda», y esa confesion habia calmado un poco al hombre.

– A decir verdad -explico Voisenet- no nos ha dejado tiempo para expresarnos. Comprenda que el fusil estaba en la mesa. Uno de perdigones, vale, pero preparado para disparar. Es enorme, tiene tres perros, y su guarida (no veo otra palabra para definirla) esta llena de motores, de baterias y de fotos de caza.

– ?No tiene ningun detalle sobre los otros hijos?

– Respondio textualmente: «El mayor esta en la Legion, el segundo es camionero, Munich-Amsterdam-Rungis, asi que apanenselas». Y entonces exigio que nos fueramos inmediatamente, porque «cuando estan ustedes aqui apesta». Y en eso tenia razon -anadio Voisenet-, porque Kernorkian corto los mechones al perro.

Adamsberg estiraba al mismo tiempo el brazo debajo de la mesa de vidrio para recoger una cosa perdida por uno de los pacientes del doctor Josselin, un corazoncito de espuma envuelto en seda roja de los que se pueden estrujar con la mano para descargar los nervios. Mientras llamaba a Gardon, lo lanzo con los dedos encima de la mesa y lo miro girar. Al tercer intento, lo hizo piruetear durante quince segundos. El objetivo, decidio, era que las letras que llevaba impresas en la cara -Love- se presentaran en el sentido correcto cuando se parara. Lo consiguio a la sexta tentativa, mientras pedia a Gardon que extrajera todas las postales de las cosas del viejo Vaudel. El cabo le leyo el mensaje de la policia de Avinon: Pierre Vaudel estaba en el tribunal esa tarde preparando un informe. Informacion no comprobada. Habia vuelto a casa a las 19:12. Notable protegido, concluyo Adamsberg. Colgo y lanzo el corazon de espuma en la mesa, contando las vueltas. El Zerquetscher estaba de camino, pero ?hacia quien?

– Se ha escapado, ?verdad?

Adamsberg se levanto lentamente, cansado, y estrecho la mano al medico.

– No le he oido llegar.

– No pasa nada -contesto Josselin mientras abria la puerta-. ?Como esta la pequena Charme? La gatita que no mamaba -preciso al entender que Adamsberg ya no ubicaba el nombre.

– Supongo que bien. No he vuelto a pasar por casa desde ayer.

– Con esa prensa escandalosa, lo entiendo. Aun asi, deme noticias, ?quiere?

– ?Ahora?

– Es importante hacer un seguimiento de los pacientes durante los tres dias consecutivos al tratamiento. ?No le parecera descortes si le pido que me acompane a la cocina? No esperaba su visita, y necesito restaurarme. Quiza no haya comido usted tampoco. Seguro que no, ?verdad? En cuyo caso podriamos compartir algo, sin ceremonias, ?verdad?

Con mucho gusto, penso Adamsberg, que buscaba el tono adecuado para contestar a Paul de Josselin. Los tipos que decian constantemente «?verdad?» lo desconcertaban siempre un poco en los primeros encuentros. Mientras el medico se deshacia de su chaqueta del traje y se ponia otra vieja de punto, Adamsberg hizo una llamada rapida a Lucio, que quedo muy sorprendido de que se interesara por Charme. La gata estaba bien, recuperando fuerzas, Adamsberg transmitio el mensaje, y Josselin chasqueo los dedos satisfecho.

Las apariencias enganan, dice el refran. Rara vez Adamsberg habia sido invitado por un desconocido con tanta naturalidad y hospitalidad. El doctor habia abandonado su desprecio ambiguo como habia dejado su chaqueta en el perchero, habia puesto la mesa desordenadamente, con los tenedores a la derecha y los cuchillos a la izquierda, habia mezclado una ensalada con virutas de queso y nueces, habia cortado unas lonchas de cerdo ahumado, habia dispuesto en los platos dos bolas de arroz y una de pure de higos hechas con una cuchara de las de hacer bolas de helado prestamente engrasada con la punta del indice. Adamsberg lo miraba moverse, fascinado. El doctor se deslizaba como un patinador del armario de la cocina a la mesa, empleando con gracia sus enormes manos, un espectaculo hecho de destreza, delicadeza, precision. El comisario habria podido mirar sus evoluciones mucho rato, como bajo el hechizo de un bailarin que sabe llevar a cabo los movimientos de los que uno es incapaz. Pero Josselin no tardo ni diez minutos en prepararlo todo. Y examino con ojo critico la botella de vino abierta en la encimera.

– No -dijo volviendola a dejar-. Para una vez que tengo invitados, seria una lastima.

Se zambullo bajo el fregadero, paso revista a las provisiones y se levanto de un brinco agil, mostrando la etiqueta de la nueva botella a su huesped.

– Mucho mejor, ?verdad? Pero beber esto solo es como organizar una fiesta solo, tiene algo patetico, ?verdad? El sabor de un buen vino se revela en el contacto con otras personas. ?Me acompanara?

Se sento con un suspiro satisfecho y se metio de un gesto comun la servilleta en el cuello de la camisa, como cualquier hijo de vecino. A los diez minutos, la conversacion ya era tan fluida como sus gestos de medico.

– El portero lo tiene por mago -dijo Adamsberg-. Un sanador, un hombre con dedos de oro.

– En absoluto -dijo Josselin con la boca llena-. A Francisco le gusta creer en algo que se le escapa, y es comprensible, dado que sus padres fueron deportados cuando la dictadura.

– Por esos hijos de puta que dios los condene.

– Exactamente. Dedico mucho tiempo a reducir su trauma, le salta el fusible cada dos por tres.

– ?Tiene un fusible?

– Todo el mundo tiene, incluso varios. A el le salta el F3. Como medida de seguridad, igual que en la red electrica. Todo eso es ciencia, comisario. Estructura, disposiciones, redes, circuitos, conexiones. Huesos, organos, elementos conectares, el cuerpo funciona, ?comprende?

– No.

– Mire esta caldera -dijo Josselin senalando el aparato de la pared-. Una caldera no es una suma de elementos separados, caja, llegada del agua, ajuste de agua, juntas, quemador, valvula de seguridad. No, es un conjunto sinergico. Si el ajuste de agua se ensucia, la valvula de seguridad salta y el quemador se apaga, ?entiende? Todo va junto, el movimiento de cada elemento depende del de los demas. Si usted se tuerce un pie, la otra pierna queda en falso, la espalda bascula, el cuello reacciona, duele la cabeza, se retrae el estomago, se pierde apetito, se vuelve mas lenta la accion, llega la ansiedad, saltan los fusibles. Se lo estoy simplificando.

– ?Por que a Francisco le salta el fusible?

– Zona bloqueada -dijo el medico apuntandose con el dedo a la parte trasera de la cabeza-. Es donde esta su padre. La casilla esta cerrada, el basioccipital no se mueve. ?Mas ensalada?

El medico sirvio a Adamsberg sin esperar la respuesta y le lleno el vaso.

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