Emile hizo un gesto con el pulgar y el indice que significaba aproximadamente cinco centimetros.

– Sera el doble o el triple, ?no? -dijo Lavoisier-. Al menos ya esta claro, eso me ayudara. Porque a mi, ya lo ve, me importa un rabano que mame. Pero no ahora. ?De donde ha sacado ese vino? ?De debajo de la cama de algun coinquilino?

Nuevo signo negativo, esta vez ofendido.

– No bebo tanto. Pero me venia bien, para agitarme la sangre.

– Ah, ?eso cree? Pero ?de donde sale usted, vamos a ver?

– Alguien me lo dijo.

– ?Quien? ?Su companero? ?El de la ulcera?

– No me lo habria creido, es demasiado gilipollas.

– Es verdad, es demasiado gilipollas -reconocio Lavoisier-. Entonces ?quien?

– Bata blanca.

– Imposible.

– Bata blanca, con mascarilla.

– Ningun medico lleva mascarilla en este piso. Ni enfermero, ni camillero.

– Bata blanca. Me hizo beber.

Lavoisier cerro el puno y recordo las estrictas consignas de Adamsberg.

– De acuerdo -dijo levantandose-. Llamo a su amigo el madero.

– El madero -dijo Emile tendiendo la mano-. Si palmo, no lo he dicho todo.

– ?Quiere que le transmita un mensaje? ?A Adamsberg?

– Si.

– Diga. Tomese su tiempo.

– La palabra cifrada. Tambien en una tarjeta postal. Igual.

– De acuerdo -dijo Lavoisier inscribiendo sus palabras en la hoja de temperatura-. ?Eso es todo?

– El perro cuidado.

– ?Cuidado con que?

– Alergico al pimiento.

– ?Eso es todo?

– Si.

– No se atormente. Le dire todo esto.

Una vez en el pasillo, Lavoisier llamo al moreno alto -Andre- y al bajito -Guillaume.

– A partir de ahora, se relevaran delante de su puerta por turnos sin interrupcion. Un hijo de puta le ha hecho ingerir algo mezclado con el vino. Una bata blanca, una mascarilla, asi de facil. Lavado de estomago inmediato, avise al anestesista y al doctor Venieux. O cuela o se jode la cosa.

18

Danglard habia pedido quedarse a solas con Adamsberg en el cafe. Estaba reuniendo los periodicos diseminados por la mesa. El mas explicito publicaba una foto del asesino en primera plana, un moreno de rostro anguloso, cejas pobladas que formaban una sola barra a traves de la frente, tabique nasal preciso, barbilla huidiza, ojos grandes, sin luz: «El monstruo despedaza el cuerpo de su victima».

– ?Por que no me lo dijo cuando llegue? -pregunto Adamsberg-. Lo del ADN, lo de la filtracion a la prensa…

– Esperabamos el ultimo minuto -dijo Danglard torciendo el gesto-. Teniamos la esperanza de echar el guante al asesino en lugar de anunciarle a usted este naufragio.

– ?Por que ha pedido a los demas que se vayan?

– La filtracion viene de la Brigada, no del laboratorio ni del archivo. Lea el articulo, hay detalles que solo conociamos nosotros. Lo unico que no publican, y por los pelos, es la direccion del asesino.

– ?Donde es?

– En Paris, calle Orderer 182, en el 18. No lo localizamos hasta las once. El equipo salio inmediatamente. Por supuesto, ya no habia nadie en el piso.

Adamsberg alzo las cejas.

– Alli vive Weill, en el 182.

– ?Nuestro Weill? ?El inspector de division?

– El mismo.

– ?Que opina? ?Que el asesino lo hizo a proposito? ?Que le hacia gracia vivir a dos pasos de un madero?

– Incluso rozar el peligro, relacionarse con Weill. Es facil: Weill hace mesa abierta en su casa los miercoles, de alta calidad y muy frecuentada.

Weill era, si no un amigo, al menos uno de los pocos protectores de Adamsberg en el Quai des Orfevres [2]. Habia abandonado el terreno so pretexto de dolores de espalda agravados por el sobrepeso, en realidad porque necesitaba tiempo para dedicarse al arte del cartel en el siglo XX, del que se habia convertido en experto mundial. Adamsberg iba a cenar a su casa dos o tres veces al ano, bien fuera para resolver algun asunto, o para escucharlo glosar, tendido en un canape raido que habia pertenecido a Lampe, el ayuda de camara de Emmanuel Kant. Weill le conto que, cuando Lampe se quiso casar, Kant lo echo, con su canape, y colgo este mensaje en la pared: «Recuerda olvidar a Lampe». A Adamsberg lo dejo asombrado, porque el habria escrito mas bien: «Recuerda no olvidar a Lampe».

Puso la mano sobre la foto del joven, con los dedos separados, como para retenerlo.

– ?Nada en su piso?

– Nada, evidentemente. Ha tenido todo el tiempo de largarse.

– En cuanto salieron las noticias de la manana.

– Quiza antes. Alguien pudo llamarlo y decirle que se fuera. En ese caso, la publicacion en la prensa serviria solo para cubrir la operacion.

– ?Que es lo que supone? ?Que el tipo tiene un hermano, un primo, una amante entre nosotros? Es absurdo. ?Un tio? ?Otro tio?

– No es necesario llegar tan lejos. Alguno de nosotros habra hablado a alguien que a su vez habra hablado a alguien. Garches es una historia dura, uno siente necesidad de desahogarse.

– Suponiendo que fuera verdad, ?para que dar el nombre del tipo?

– Porque se llama Louvois. Armel Guillaume Francois Louvois. Tiene gracia.

– ?Que es lo que tiene gracia, Danglard?

– El nombre, Francois Louvois, como el marques de Louvois.

– ?Que tiene que ver, Danglard? ?Era un asesino?

– Necesariamente. Fue el gran reorganizador de los ejercitos de Luis XIV.

Danglard habia soltado el periodico, y sus manos blandas danzaron en el espacio, revoloteando por los aires del saber.

– Y un diplomatico devastador y brutal. A el se deben las dragonadas contra los hugonotes, que no es moco de pavo.

– Francamente, Danglard -interrumpio Adamsberg poniendole una mano en el brazo-, me asombraria que uno solo de nosotros supiera algo sobre ese Francois Louvois y que, ademas, le encuentre gracia.

Danglard suspendio la danza, y su mano volvio a posarse, decepcionada, sobre el periodico.

– Lea el articulo.

Tras la llamada preocupada de un jardinero, los policias de la Brigada Criminal del comisario Jean-Baptiste Adamsberg penetraron el domingo por la manana en una apacible casa de Garches para descubrir el cuerpo atrozmente mutilado del propietario, Pierre Vaudel, periodista jubilado de setenta y ocho anos. Todavia conmocionados, sus vecinos declaran no entender el movil de la agresion bestial de que el hombre fue victima. Segun nuestras informaciones, el cuerpo de Pierre Vaudel habria sido desmembrado y, colmo del horror, machacado y dispersado por la casa, transformada en teatro sangriento. Los investigadores descubrieron

Вы читаете Un lugar incierto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ОБРАНЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату