Cuando entro al cabo de dos horas en los locales de la Brigada con el perro en brazos, nadie lo saludo realmente. Reinaba una excitacion particular que propulsaba a los agentes a traves de las salas como objetos mecanicos de ritmo desajustado, se extendia un olor de sudor matinal. Se cruzaban sin verse del todo, intercambiaban palabras abreviadas, parecian evitar al comisario.
– ?Algun acontecimiento? -pregunto a Gardon, que no parecia afectado por la perturbacion.
Por lo general, las perturbaciones alcanzaban al cabo con varias horas de retraso y muy amortiguadas, igual que el viento de Bretana viene a amainar en Paris.
– Eso del periodico -explico-. Y lo del laboratorio, creo.
– Muy bien, Gardon. El coche beige, el 9, hay que mandarlo a limpiar. Pida el especial: sangre, barro, desorden general.
– Creo que va a haber un problema gordo.
– No pasa nada, las fundas estan plastificadas.
– Hablo del perro. ?Ha recogido un perro por ahi?
– Si. Es un portador de estiercol.
– Pues se va a armar, con el gato. No veo como vamos a controlar eso.
Adamsberg se sintio casi envidioso. Gardon tenia en comun con Estalere el no utilizar ninguna escala de gravedad, de ser incapaz de clasificar los elementos por orden de importancia. Y eso que el cabo habia visto como los demas el revolcadero de Garches. A menos que fuera su manera de protegerse y, en ese caso, sin duda tenia razon. Razon tambien de preocuparse por la convivencia del perro y el gato. Pese a que el enorme y apatico gato macho que vivia en la Brigada no estaba predispuesto a la accion, derretido sobre la tapa tibia de una de las fotocopiadoras. Tres veces al dia y por turnos, los agentes de la Brigada, prioritariamente Retancourt, Danglard y Mercadet, este ultimo muy sensible a la hipersomnia del gato, tenian que llevar a la bestia de once kilos hasta su plato y quedarse junto a ella mientras comia. Por esa razon habian acabado instalando una silla junto al cuenco, para que los agentes pudieran continuar su trabajo sin impacientarse ni presionar al gato.
El dispositivo habia sido colocado junto a la sala de la maquina de bebidas, y sucedia a veces que hombres, mujeres y bestia bebieran juntos en el expendedor de agua. Alertado de esta deriva, el inspector divisionario Brezillon habia exigido la partida inmediata del animal, en papel oficial. Cuando llevaba a cabo su visita semestral de inspeccion -concebida esencialmente para joder al personal, dado los resultados indiscutibles de la Brigada-, se guardaban prontamente las colchonetas que servian de catre a Mercadet, las revistas de ictiologia de Voisenet, las botellas y diccionarios de griego de Danglard, las revistas pornograficas de Noel, los viveres de Froissy, la caja y el cuenco del gato, los aceites esenciales de Kernorkian, el walkman de Maurel, los cigarrillos de Retancourt, y ello hasta que el lugar se volviera perfectamente operativo e insoportable.
En esa fase de depuracion, el gato planteaba un problema, maullando terriblemente en cuanto trataban de encerrarlo en un armario. Asi, uno de los hombres se lo llevaba al patio trasero y esperaba, en uno de los coches, a que se fuera Brezillon. Por fortuna, Adamsberg se habia negado por adelantado a hacer desaparecer las grandes cuernas de ciervo que yacian en el suelo de su despacho, arguyendo que se trataba de la pieza clave de una investigacion2. A medida que pasaba el tiempo, tres anos desde que los veintiocho agentes estaban instalados en los locales, la operacion de camuflaje resultaba cada vez mas larga y ardua. La presencia de Cupido no arreglaba las cosas, pero en principio estaba alli solo a titulo provisional.
Ver, de la misma autora,
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Solo cuando Adamsberg estuvo en el centro los demas repararon realmente en su ropa sucia, sus mejillas barbudas, el perrillo lleno de pegotes en sus brazos. Un circulo desordenado de sillas se organizo espontaneamente en torno a el. El comisario resumio la noche: Emile, la granja, el hospital, el perro.
– ?Usted sabia adonde iba, y me dejo correr? -protesto Retancourt.
– No recorde lo del perro hasta mucho despues -mintio Adamsberg-. Despues de la visita del medico de Vaudel.
Retancourt hizo un ademan de cabeza que indicaba que no se lo creia.
– ?Que informacion da el medico? -pregunto Justin con su vocecilla atiplada.
– De momento no nos dice mas sobre Vaudel que nosotros sobre el crimen. Batalla del secreto profesional, nuestras posiciones no se mueven.
– Si se acaba el secreto, batalla terminada -dijo Kernorkian con voz inaudible.
– El medico afirma de todos modos que Vaudel tenia enemigos, pero seguramente imaginarios. Sabe mas de lo que dice. El hombre sabe de su oficio, es capaz de recolocar una mandibula para que vuelva a mamar.
– ?A Vaudel?
Adamsberg no tuvo ganas de mirar a Estalere, a veces parecia que el cabo lo hacia a proposito. Pero lanzo una mirada a Maurel, que tomaba notas rapidamente en su libreta. Se habia enterado de que Maurel apuntaba las meteduras de pata de Estalere para hacer un florilegio, mania que a Adamsberg no le parecia inocente. Maurel sorprendio su mirada y cerro la libreta.
– ?Se ha comprobado que Pierre hijo estaba en Avinon en el momento de la agresion a Emile? -pregunto Voisenet.
– De eso se ha encargado Mordent. Pero la pasma de Avinon se lo ha tomado con pachorra y han llegado tarde.
– Mierda, habria que haber insistido.
– Ha insistido -interrumpio Adamsberg en defensa de Mordent y de su cabeza-globo perdida por los aires-. ?Dice Gardon que hay resultados del laboratorio?
Danglard se levanto automaticamente. La memoria, el saber y el espiritu sintetico del comandante lo predisponian para hacer los resumenes de los informes cientificos. Un Danglard casi erguido, con casi buena cara, la expresion casi animada, regenerado por su segunda inmersion en el clima britanico.
– En lo referente al cuerpo, se cree que fue despedazado en cuatrocientos sesenta trozos aproximadamente, de los cuales casi trescientos fueron posteriormente reducidos a papilla o casi. Algunos fueron cortados con hacha, otros con sierra circular, apoyandose en un tajo de madera. Las muestras revelan la presencia de astillas cuando se uso el hacha, o de polvo de madera cuando se uso la sierra. El mismo tajo sirvio para las operaciones de aplastamiento. Los elementos de mica y cuarzo incrustados en la carne indican que el asesino ponia el trozo en el tajo, con una piedra de granito encima que golpeaba con un mazo. Fueron objeto de tratamiento intenso todas las articulaciones, tobillos, munecas, rodillas, codos, cabezas de humeros, femures, asi como los dientes, pulverizados, y los pies, al nivel de los tarsos y metatarsos. Las falanges de los pulgares de los pies tambien fueron trituradas, pero no las de los demas dedos, de 2 a 5. Las partes menos estropeadas son las manos, salvo los carpianos, y partes de huesos largos, el iliaco, el isquion, las costillas, el esternon.
Adamsberg no tuvo tiempo de captarlo todo y alzo una mano inutil para detener el raudal del informe. Concentrado, Danglard seguia.
– El raquis sufrio un tratamiento diferenciado: las sacras y las cervicales fueron claramente mas atacadas que las lumbares y dorsales. Entre las cervicales, no queda casi practicamente nada del atlas y del axis. El hioides ha quedado preservado, las claviculas apenas tocadas.
– Un momento, Danglard -interrumpio Adamsberg al observar el extravio en los rostros, algunos de los cuales ya habian abandonado-. Vamos a dibujarlo, quedara mas claro para todo el mundo.
Adamsberg era excelente en dibujo, capaz de hacer que todo saliera de sus manos en unos cuantos trazos desenvueltos y perfectos. Pasaba largos ratos garabateando, de pie, en una libreta o en un papel apoyado en el muslo, con mina de plomo, tinta o carboncillo. Sus esbozos y bosquejos estaban por todas partes en los despachos, abandonados por el comisario en el trascurso de sus idas y venidas. Algunos, admirados, se los quedaban discretamente, como Froissy, Danglard o Mercadet, pero tambien Noel, que jamas lo habria reconocido. Adamsberg trazo rapidamente en la pizarra blanca los contornos de un cuerpo y su esqueleto, uno de frente y otro de espaldas, y paso los rotuladores a Danglard.
– Marque en rojo las partes mas destrozadas, en verde las menos estropeadas.