algo?

Froissy examino el mensaje, fruncio las cejas.

– Significa mas o menos: «Guarda nuestro reino, resiste siempre, fuera de todo alcance mantente».

– Era un amor contrariado -juzgo Voisenet-. Ella estaba casada con otro.

– Pero la palabra en mayusculas del final -dijo Froissy- no esta en aleman.

– Es un codigo entre ellos -dijo Adamsberg-. Una referencia a un momento que solo ellos dos conocian.

– Si -confirmo Noel-, una palabra secreta. Es ridiculo, pero a las mujeres les gusta y a los hombres les cansa.

Froissy pregunto un tanto rapido quien queria mas cafe, se alzaron varias manos, y Adamsberg penso que ella tambien inventaba palabras cifradas y que Noel la habia herido. Porque ademas tenia muchos amantes, aunque los perdia a velocidad record.

– A Vaudel no le parecio ridiculo -dijo Adamsberg.

– Puede que sea un codigo -prosiguio Froissy bajando el rostro hacia el papel-, pero en todo caso es ruso. КИСЛОВА son letras cirilicas. Lo siento, no se ruso. No hay mucha gente que sepa ruso.

– Yo, un poco -dijo Estalere.

Se hizo un silencio asombrado del que el joven no fue consciente, ocupado como estaba en dar vueltas al azucar en la taza.

– ?Por que sabes ruso? -pregunto Maurel como si Estalere hubiera cometido una mala accion.

– Porque intente aprenderlo. Solo se pronunciar las letras.

– Pero ?por que intentaste aprender ruso y no espanol?

– Pues asi, porque si.

Adamsberg le dio el mensaje, y Estalere se concentro. Incluso cuando se concentraba sus ojos verdes no se entornaban. Los mantenia muy abiertos y sorprendidos ante el mundo.

– Si pronunciamos bien todo -dijo- seria una cosa como kislov. Entonces, si fuera un codigo amoroso, nos daria kisslove. KISS LOVE, Besos Amor. ?No?

– Perfecto -aprobo Froissy.

– Bien pensado -dijo Noel tomando el papel-. Es excelente para ponerlo al final de una carta para intrigar a las mujeres.

– Creia que no querias codigos -dijo Justin con su voz de falsete.

Noel devolvio la carta a Adamsberg con una mueca. Danglard entraba en el cafe, se hacia un sitio en la mesa, jadeante y con las mejillas coloradas. Una conversacion que ha transcurrido con exito, estimo Adamsberg. Ella vendra a Paris, el esta bajo shock, casi asustado.

– Todo esto, estiercol o mensaje de amor, es accesorio -dijo Noel-. Seguimos sin ir al grano. Es como los pelos de perro del sillon: largos, blancos, tipo pastor de los Pirineos, el tipo de bestia que te ducha de arriba abajo de un solo lenguetazo. ?Para que nos sirve? Para nada.

– Para completar la informacion del panuelo -dijo Danglard.

Hubo un nuevo silencio, algunos brazos se cruzaron, algunas miradas pasaron de reojo. Alli estaba, comprendio Adamsberg, la causa.de la agitacion de esa manana.

– Vamos alla -dijo.

– El panuelo de papel era reciente -explico Justin-. Y habia algo en el.

– Una micro-gota de sangre perteneciente al viejo -dijo Voisenet.

– Y habia algo mas.

– Mocos.

– O sea ADN a punta de pala.

– Quisimos avisarle anoche, cuando nos enteramos, y luego a las ocho de la manana. Pero llevaba el movil apagado.

– Sin bateria.

Adamsberg examino sus rostros uno a uno y se sirvio medio vaso de vino, rompiendo con su costumbre.

– Cuidado -previno discretamente Danglard-, es un Cotes desconocido.

– A ver si entiendo -dijo Adamsberg-. El moco no es de Vaudel padre, ni de Vaudel hijo, ni de Emile. ?Es eso?

– Afirmativo -susurro Lamarre, que, como antiguo gendarme que era, no lograba deshacerse de la terminologia militar.

Y a quien, como normando que era, costaba mucho mirar a Adamsberg a los ojos.

Adamsberg bebio un trago, lanzo una mirada a Danglard para confirmarle que, efectivamente, el vino era bastante rudo. Aun asi, nada comparable al tetrabrick que se habia cepillado con pajita. Se pregunto por un instante si ese vinacho no seria la causa de su letargo de bruto en el coche cuando cinco o seis horas de descanso le bastaban. Cogio un trozo de sandwich que quedaba en la mesa -el de Mordent- y lo desmigajo debajo de la silla.

– Es para el perro -explico.

Se inclino hacia el suelo, verifico que a Cupido le gustaba el pan y volvio a sus agentes, trece pares de ojos que convergian en el.

– O sea que es el ADN de un desconocido, y es el ADN del asesino. Comprobaron sin convencimiento los datos del ADN y lo encontraron. Tienen el apellido del asesino, tienen su nombre, tienen su rostro.

– Si -confirmo Danglard a media voz.

– ?Y su domicilio?

– Si -repitio Danglard.

Adamsberg comprendia que ese exito tan rapido los turbara, que los emocionara incluso, como si aterrizaran sin preparacion, pero la sensacion de incomodidad generalizada, incluso de falta, lo desconcertaba. El tren habia descarrilado en algun momento.

– O sea que tenemos su direccion -prosiguio Adamsberg-, quiza su profesion, su lugar de trabajo. Sus amigos, su familia. El hecho se conoce solo desde hace unas quince horas. Se localizan los lugares que frecuenta, se avanza sin hacer ruido, no se puede fallar.

A medida que iba hablando, Adamsberg sabia que estaba completamente equivocado. Iban a fallar, ya habian fallado.

– No se puede fallar -repitio-, salvo si el sabe que ha sido localizado.

Danglard deposito sobre las rodillas su bolsa abultada, deformada por las botellas que solia colocar al fondo. Saco un monton de periodicos, eligio uno y puso la primera plana ante los ojos de Adamsberg.

– Lo sabe de sobra -dijo con voz hastiada.

17

El doctor Lavoisier escrutaba a su paciente con aire severo, como si le reprochara ese desatino. Porque este violento acceso de fiebre no estaba programado. Una inflamacion del peritoneo que mermaba gravemente sus posibilidades de curacion. Antibioticos en altas dosis, cambio de sabanas cada dos horas. El medico dio varias veces palmadas en las mejillas a Emile.

– Abra los ojos, hombre, tiene que aferrarse.

Emile obedecio con dificultad y miro al hombrecillo de blanco, silueta oronda un poco confusa.

– Doctor Lavoisier, como Lavoisier, simplemente -se presento el medico-. Mantenga el rumbo -dijo dandole de nuevo palmadas en la mejilla-. ?Se ha tragado algo a escondidas? ?Alguna bola de papel, alguna prueba?

Emile sacudio la cabeza de izquierda a derecha. Negativo.

– Ya esta bien de bromas. Me importa un rabano a lo que se dedique usted. A mi lo que me interesa es su estomago, no usted. ?Se entera? Puede haber degollado a sus ocho abuelitas, eso no cambiaria nada del problema que tengo con su estomago. ?Entiende el punto de vista? Pieza suelta en cierto modo. Bueno, ?que? ?Se ha tragado algo?

– Vino -susurro Emile.

– ?Cuanto?

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