Fue un buen momento cuando el
Le pasaba aguardiente de pera entre los dientes, la cabeza se le iba de un lado a otro. Abrio los ojos y enfoco el rosto de Josselin inclinado sobre el.
– Se ha desmayado. ?Le pasa a menudo?
– Es la primera vez en mi vida.
– ?Por que queria verme? ?Por Vaudel?
– No, no me encontraba bien. Se me ocurrio venir al salir de mi casa.
– No se encontraba bien, pero ?como?
– Mareado, atontado, exhausto.
– ?Le pasa a menudo? -repitio el medico ayudando a Adamsberg a ponerse en pie.
– Nunca. Si, una vez, en Quebec. Pero la impresion no fue la misma, y habia bebido como diez esponjas.
– Estirese ahi encima -dijo Josselin dando una palmada en la camilla de auscultacion-. Pongase boca arriba, quitese solo los zapatos. Puede ser un principio de gripe, pero voy a examinarlo igualmente.
Al venir, Adamsberg no tenia intencion de tumbarse en la camilla acolchada ni de dejar que el medico le pusiera las manazas en la cabeza. Sus pies lo habian alejado de la Brigada y lo habian llevado hacia Josselin. Solo queria hablar. Ese desmayo era una advertencia seria. Nunca diria a nadie que el
El medico le habia puesto la palma de la mano en la cara, le habia aplicado sus dedos ligeros en las sienes. Entre el pulgar y el menique, la inmensa mano cubria sin problema la distancia. La otra, en copa, sostenia la base de la cabeza. A la sombra de esa mano algo perfumada, los ojos de Adamsberg se cerraban.
– No se preocupe, solo estoy escuchando el MRP de la SEB.
– Si -dijo Adamsberg con una vaga interrogacion en la voz.
– El movimiento respiratorio primario de la sinfisis esfenobasilar. Simple control basico.
Los dedos del medico siguieron desplazandose, deteniendose como mariposas atentas sobre las aletas de la nariz, los maxilares, rozando la frente, entrando en las orejas.
– Bien -dijo al cabo de cinco minutos-, tenemos aqui una fibrilacion circunstancial que me oculta los fundamentales. Algun hecho reciente ha desencadenado un temor a la muerte que ha generado un sobrecalentamiento generalizado del sistema. No se que le habra pasado, pero si que no le ha gustado. Choque emocional mayor. Y eso bloquea el parietal anterior y el pre-post-esfenoide en inspir, y ha hecho saltar los tres fusibles. Mucho estres, es normal que no se encuentre bien. Esa es la causa del desvanecimiento. Vamos a quitar eso primero, si queremos ver algo.
El medico garabateo unas lineas, pidio a Adamsberg que se pusiera boca abajo. Le levanto la camisa, puso un dedo en el sacro.
– Decia usted que era en la cabeza.
– La cabeza se coge por el sacro.
Adamsberg se quedo callado, dejando los dedos del medico remontar por sus vertebras como dos duendecillos bondadosos que trotaran por su carcasa. Mantenia los ojos muy abiertos para no dormirse.
– Quedese despierto, comisario. Vuelva a ponerse boca arriba. Voy a tener que distenderle la fascia del intestino medio, que esta completamente bloqueada. ?Dolores intercostales en el lado derecho? ?Aqui?
– Si.
– Perfecto -dijo Josselin poniendo sus dedos en horca bajo la nuca y, con la palma de la otra mano, planchando las costillas como si de ropa arrugada se tratara.
Adamsberg se desperto sin fuerza, con la desagradable impresion de que habia pasado mucho tiempo. Eran mas de las once, vio en el reloj. Josselin lo habia dejado dormir. Salto de la camilla, se calzo, encontro al medico ya sentado a la mesa de la cocina.
– Sientese, como temprano, tengo un paciente dentro de media hora.
Saco un plato y cubiertos, puso el plato delante de el.
– ?Me ha dormido?
– No, eso lo ha hecho usted solo. A la vista de como estaba, era lo mejor despues del tratamiento. Ya esta todo colocado -anadio como un fontanero que comenta su factura-. Estaba usted en un pozo, inhibicion total de la accion, imposibilidad de avanzar. Pero eso se le va a quitar. Si siente un entumecimiento esta tarde, algun que otro ataque de melancolia manana y agujetas, es normal. Dentro de tres dias, estara como de costumbre, seguramente mejor. De paso he tratado los acufenos, es posible que baste una sola sesion. Hay que alimentarse -dijo senalando la fuente de semola con verduras.
Adamsberg obedecio; se sentia algo aturdido, pero bien, ligero y hambriento. Nada que ver con la nausea y los kilos de hierro fundido que arrastraba en los pies esa manana. Levanto la cabeza y vio que el medico le dirigia un guino amistoso.
– Aparte de eso, he visto lo que queria ver. La estructura natural.
– ?Y bien? -pregunto Adamsberg, que se sentia bastante mermado delante de Josselin.
– Mas o menos lo que esperaba. Solo he visto otro caso como usted, en una mujer mayor.
– ?Es decir?
– Una ausencia casi total de angustia. Es una postura rara. En contrapartida, claro, la emotividad es debil, el deseo por las cosas se ve atenuado, hay fatalismo, tentaciones de desercion, dificultades con el entorno, espacios mudos. No se puede tener todo. Mas interesante todavia, un flujo incontrolado entre las zonas del consciente y del inconsciente. Podria decirse que el sas de separacion esta mal ajustado, que a veces olvida cerrar bien la verja. No lo descuide, comisario. Eso puede dar ideas de genio que parecen venir de otra parte, de la intuicion, como se dice equivocadamente para simplificar; reservas inmensas de recuerdos e imagenes, pero tambien puede dejar aflorar objetos toxicos que deberian a toda costa quedarse en las profundidades. ?Me sigue?
– Bastante bien. Y, si los objetos toxicos afloran, ?que pasa?
El doctor Josselin hizo un molinete con el dedo en la sien.
– Entonces ya no distingue lo verdadero de lo falso, la fantasia de lo real, lo posible de lo imposible. En resumidas cuentas: mezcla el nitrato, el azufre y el carbon.
– Explosion -concluyo Adamsberg.
– Eso es -dijo el medico secandose las manos satisfecho-. No hay nada que temer si no se deja ir. Conserve responsabilidades, siga hablando con los demas, no se aisle exageradamente. ?Tiene hijos?
– Uno, pero muy pequeno.
– Pues expliquele el mundo, paseelo, no se abandone. Eso lo lastrara con unas cuantas anclas, hay que mantener a la vista las luces del puerto. No le pregunto nada sobre las mujeres. Falta de confianza.
– ?En ellas?
– En usted. Es la unica pequena preocupacion, si es que puede llamarse asi. Lo dejo, comisario, cierre la puerta al salir.
?Que puerta, la del sas o la del piso?