– ?Y por que quiero salvar a Emile?
– Porque hereda una enorme fortuna que no debe serle disputada por el heredero natural.
– ?Y por que iba a serle disputada?
– Porque el testamento seria falso.
– ?Emile capaz de falsificarlo?
– Lo habria hecho un complice. Un complice con talento para el grafismo. Un complice que cobraria el cincuenta por ciento.
Danglard vacio de un trago el vaso de vino blanco.
– Mierda -dijo bruscamente elevando la voz-. No es muy complicado, ?o si? ?Hace falta escribirselo con todas las letras? Emile y un complice, pongamos Adamsberg, hacen un falso testamento. Emile hace que llegue la informacion al hijo:
Estupefacto, Adamsberg miraba a Danglard, que parecia al borde de las lagrimas. Se palpo el bolsillo, encontro los cigarrillos dejados por Zerk, encendio uno.
– Pero -prosiguio Danglard- se abre la investigacion, se acumulan elementos perturbadores, la maquinaria de Emile-Adamsberg se frena. Primero, el viejo Vaudel, que no quiere a nadie, hace un testamento a favor de Emile. Primera anomalia. Poco despues, Vaudel muere. Segunda anomalia. Hay demasiado estiercol en el lugar del crimen, tercera anomalia. El domingo, tras la advertencia de Mordent, Adamsberg deja huir a Emile. Cuarta anomalia. Luego, la misma noche, y sin avisar a nadie, Adamsberg sabe donde encontrar a Emile. Quinta anomalia.
– Me esta poniendo nervioso con sus anomalias.
– Adamsberg llega justo a tiempo para salvarlo despues de que le hayan disparado. Sexta anomalia. Se descubre un casquillo en casa de Pierre Vaudel. Septima anomalia, enorme. Los policias empiezan a sospechar que los estan toreando y pasan a la recogida de muestras afinada. Encuentran virutas de lapiz. ?A quien beneficia el crimen? A Emile. ?Sabe Emile falsificar documentos? No. ?Tiene algun amigo con talento para el dibujo, la caligrafia? Si. Adamsberg, que se preocupa por el en el hospital y que lo manda trasladar fuera del alcance de los policias, alto secreto, octava anomalia. ?Adamsberg afila lapices? Si. Se toman muestras, se compara, se acierta. ?Cuando pudo Adamsberg ir a Avinon a dejar el casquillo? Pues esa noche, por ejemplo. El comisario habia desaparecido anoche, no ha llegado a la Brigada hasta hoy a las doce y media. ?Sus coartadas? Ayer: estaba con el medico. Esta manana: estaba con el medico. Se ha desmayado, el, a quien nunca le pasa. O sea que el medico es un comparsa. Los tres se entienden bien, Emile, Adamsberg, Josselin. Demasiado bien para unos tipos que solo se conocen desde hace tres dias. Novena anomalia. Resultado: a Emile le caen treinta anos o cadena perpetua por el asesinato de Vaudel padre y estafa en la herencia. Adamsberg cae de su pedestal y se estrella por falsificacion, complicidad en asesinato y distorsion de las pruebas. Veinte anos. Se acabo. Adamsberg tiene cuatro dias para salvar el pellejo.
Adamsberg encendio un cigarrillo con la punta del anterior. Era una suerte que Josselin le hubiera arreglado la caldera esa manana, cuando estaba al borde del crash emocional definitivo. Zerk, y ahora Danglard, ambos en la cuspide de su inventiva.
– ?Quien cree eso, Danglard? -pregunto apagando la colilla.
– ?Vuelve a fumar?
– Desde que ha empezado usted a hablar.
– Mejor que no. Es un indicio de cambio de comportamiento.
– ?Quien cree eso, Danglard? -repitio Adamsberg en un tono mas alto.
– Todavia nadie. Pero dentro de cuatro dias, o de tres, Brezillon lo creera, tambien los policias de Avinon. Y todo el mundo. Lo sospechan ya. Porque, con o sin casquillo, Pierre Vaudel no esta bajo arresto domiciliario.
– ?Por que lo van a creer?
– Pues porque todo ha sido hecho para eso. Salta a la vista, maldita sea.
Danglard miro de repente a Adamsberg con aire indignado.
– ?No creera que lo creo! -dijo enredandose en su expresion verbal, cosa que rara vez le sucedia.
– No tengo ni idea, comandante. Es usted perfectamente convincente en su exposicion del guion. Hasta yo me lo creo.
Danglard salio de nuevo, volvio con el vaso lleno.
– Soy convincente -dijo articulando cada palabra- para convencerlo de lo que van a creer aquellos a quienes van a hacer creer.
– Hable en frances, Danglard.
– Se lo dije ayer. Alguien quiere verlo caer, definitivamente. Alguien que no quiere, bajo ningun concepto, que eche el guante al asesino de Garches. Alguien a quien eso arruinaria la vida. Alguien que tiene influencia, alguien de arriba. Y seguramente cercano al asesino. Usted tiene que caer, y otro tiene que pagar en lugar del
Adamsberg exhalo el humo con mas ruido del necesario.
– ?Me cree? -pregunto Danglard-, ?Comprende el sistema?
– Si.
– Cricket -repitio Danglard, que no era nada deportista-. Atrapar la pelota antes. Tres o cuatro dias, no mas.
27
– Es decir encontrar a Zerk antes -dijo Adamsberg.
– ?Zerk?
– El
– Aqui -dijo Danglard levantando su vaso de vino de una carpeta rosa manchada con un circulo humedo-. Lo siento por la huella.
– Si solo hubiera la huella, Danglard, la vida seria bella. Fumariamos y beberiamos pescando cosas en el lago de su amigo Stock, dejando huellas de vaso en la pasarela, remariamos con sus ninos y con el pequeno Tom, y dilapidariamos el dinero del viejo Vaudel con Emile y el perro.
Adamsberg sonrio francamente, con esa sonrisa que siempre tranquilizaba a Danglard pasara lo que pasara, y fruncio el ceno.
– ?Y que diran para el asesinato austriaco? ?Que dira el que tiene influencia? ?Que tambien lo cometio Emile?