whisky.

El grupo volvio a la discusion en la que estaban metidos: si Ulf Adelsohn no iba a ser todavia peor de lo que habia sido Gosta Bohman. Solo Lacke, de vez en cuando, miraba de reojo al nuevo. Despues de un rato, cuando el hombre ya habia tenido tiempo de pedir otro whisky mas, dijo:

– ?No deberiamos… preguntarle si quiere sentarse con nosotros?

Morgan echo una mirada por encima del hombro al forastero, que se habia hundido un poco mas en la silla.

– No. ?Por que? Le ha dejado la mujer, el gato se ha muerto y la vida es un infierno. Eso ya me lo se yo.

– A lo mejor invita.

– Eso ya es otro cantar. Entonces puede que tenga tambien cancer

– Morgan se encogio de hombros-. A mi no me importa.

Lacke miro a Larry y a Jocke. Por senas le dijeron que estaba bien y Lacke se levanto y fue hasta la mesa del hombre.

– Hola.

El hombre levanto los ojos hacia Lacke. Tenia la mirada completamente turbia. El vaso que habia en la mesa estaba casi vacio. Lacke, apoyandose en la silla que estaba al otro lado de la mesa, se inclino hacia el.

– Solo queriamos preguntarte si quieres… sentarte con nosotros.

El hombre movio la cabeza despacio e hizo un gesto torpe de rechazo con la mano.

– No. Gracias. Pero sientate.

Lacke saco la silla y se sento. El hombre se tomo lo que quedaba en el vaso e hizo una senal al camarero.

– ?Quieres algo? Te invito.

– Entonces, lo mismo que tu.

Lacke no queria decir la palabra «whisky» porque parecia mal pedirle a alguien que te invite a algo tan caro, pero el hombre asintio, y cuando el camarero se acerco hizo el signo de la V con los dedos senalando a Lacke. Lacke se echo hacia atras en la silla. ?Cuanto tiempo hacia que no se tomaba un whisky en un bar? Tres anos. Por lo menos.

El hombre no daba senales de querer iniciar una conversacion, asi que Lacke carraspeo y dijo:

– Vaya frio que hemos tenido.

– Si.

– Seguro que pronto nieva.

– Mmm.

El whisky llego a la mesa e hizo superflua la conversacion por un momento. Incluso a Lacke le sirvieron uno doble y sintio como los ojos de sus companeros se le clavaban en la espalda. Despues de un par de sorbitos levanto el vaso.

– Bueno, salud. Y gracias.

– Salud.

– ?Vives por aqui?

El hombre miraba fijamente al aire, parecia que consideraba la pregunta como si fuera algo en lo que el mismo nunca se habia parado a pensar. Lacke no pudo decidir si el movimiento de cabeza que hacia el otro era una respuesta o si formaba parte de su monologo interno.

Lacke dio un sorbo mas, decidio que si el hombre no contestaba a la proxima pregunta significaba que queria estar tranquilo, no hablar con nadie. En ese caso Lacke cogeria su vaso e iria a sentarse con los otros. Habria hecho lo que exige la cortesia cuando a uno lo invitan. Deseaba que el hombre no contestase.

– Bueno. ?A que te dedicas?

– Yo…

El hombre arqueo las cejas y las comisuras de los labios se elevaron de forma convulsiva en un esbozo de sonrisa que se desvanecio.

– … ayudo un poco.

– Ah. ?Con que?

Una especie de prudencia cruzo sus ojos cuando su mirada se encontro con la de Lacke. Este sintio un ligero estremecimiento en la parte baja de la espalda. Como si una hormiga negra le hubiera picado encima de la rabadilla.

El hombre se froto los ojos y pesco algunos billetes de cien en el bolsillo del pantalon, los dejo sobre la mesa y se levanto.

– Disculpa. Tengo que…

– Vale. Gracias por el whisky.

Lacke alzo su vaso hacia el hombre, pero este ya iba camino del perchero, descolgo a tientas su abrigo y salio. Lacke siguio sentado de espaldas al grupo mirando el pequeno monton de billetes. Cinco de cien. Un whisky doble costaba sesenta coronas, y se habrian bebido cinco, posiblemente seis.

Lacke miro de soslayo. El camarero estaba ocupado cobrando a una pareja de viejos, los unicos clientes que habian cenado. Mientras se levantaba, Lacke cogio un billete y lo arrebujo rapidamente en la mano hasta convertirlo en una bola, se metio la mano en el bolsillo y volvio con sus colegas.

A mitad de camino se dio cuenta, se volvio a la mesa y volco lo que habia quedado en el vaso del otro en su propio vaso, se lo llevo.

La tipica noche con suerte.

– Pero si esta noche echan Notknackarna.

– Si, pero vengo.

– Empieza en… media hora.

– Lo se.

– ?Que tienes tu que hacer por ahi a estas horas?

– Solo voy a dar una vuelta.

– Bueno, no tienes que ver Notknackarna si no quieres. Puedo verlo sola, si tienes que salir.

– Ya, ya, yo… vengo mas tarde.

– Si, si. Entonces espero para calentar las crepes.

– No, puedes… vengo mas tarde.

Oskar se fue. Notknackarna era su programa favorito y el de su madre. Su madre habia preparado crepes rellenos con gambas para comerlos delante de la tele. Sabia que se entristeceria si el se iba, en lugar de quedarse… esperando con ella.

Pero habia estado mirando por la ventana desde que se habia hecho de noche y acababa de ver a la chica saliendo del portal de al lado y yendo hacia el parque. Se habia retirado inmediatamente de la ventana. No fuera ella a creer que el…

Luego habia esperado cinco minutos antes de ponerse la ropa y salir. No cogio gorro.

No se veia a la muchacha en el parque; seguramente estaria sentada, acurrucada en la escalera del tobogan, como ayer. Las persianas de su ventana estaban todavia bajadas, pero habia luz en el piso. Menos en el cuarto de bano. Un cristal oscuro.

Oskar se sento en el borde de la arena, aguardando. Como si se tratara de un animal que fuera a salir de su madriguera. Pensaba esperar solo un poco. Si la chica no aparecia se

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