cabeza y se la rasco para facilitar la labor.

– No puedo anadir nada mas, senora. Pero claro, si ese arquero no era del lugar, debio de pasar unos dias por aqui para esperar a que terminara las flechas. Quiza sepan algo mas en la posada donde se hospedo.

– ?Donde esta esa posada?

Nion hizo un gesto elocuente.

– Teniendo en cuenta que no acudio a la abadia para alojarse, solo cabe la posibilidad de que lo hiciera en la posada de Cred, al final de la calle, al otro extremo del pueblo. Tiene mala fama y carece de licencia. Por cierto, es voluntad del abad. Ha tratado de cerrarla por inmoralidad, pero es la unica posada del pueblo. Creo que el arquero podria haberse hospedado alli. Si no fue asi, ya no puedo ayudaros mas.

Fidelma dio las gracias al herrero y lo dejo en la fragua, de pie con las manos en las caderas, los pies abiertos a ambos lados, mirandola con recelo al alejarse con Eadulf.

– Si al caballo del arquero lo herro un forjador del territorio de Clan Brasil -sugirio Eadulf en un tono reflexivo-, quiza conocia al hermano Mochta. ?No dijo el abad Segdae que era originario de Clan Brasil?

– Bien pensado, Eadulf. Pero aunque Mochta procedia de Clan Brasil, y el caballo del arquero fue herrado alli, sabemos que el acento de este no era de la region del norte.

Fidelma callo unos instantes para considerar la cuestion.

– Todavia no hemos establecido la posible relacion que unia al hermano Mochta con ese arquero, si es que de hecho conseguimos aclarar el misterio de la tonsura.

Eadulf solto un leve quejido de exasperacion.

– Las relaciones parecen tan claras… pero el misterio de la tonsura lo altera todo.

Iban andando por la calle principal, hacia el otro extremo del municipio, donde habia un grupo de edificios pequenos apartado del resto.

– Esto tiene pinta de ser la posada de Cred -dijo Fidelma, y se paro mirando en la direccion de la que venian-. Parece bastante apartado, asi que el arquero tal vez se hospedara aqui y el herrero no supiera si venia o no en este sentido.

– ?Creeis entonces que el bo-aire mentia?

– No, no creo. Pero no esta de mas ser lo mas precisos posible y asegurarnos bien de los hechos. Pasemos y hablemos con Cred, que al parecer tan poco gusta a los habitantes.

Cuando Fidelma se disponia a entrar, Eadulf la detuvo un momento, senalando el letrero de la posada. Representaba a un herrero musculoso con el martillo sobre el yunque.

– Vaya una coincidencia, ?no?

– No, no tanto -le dijo Fidelma con una sonrisa-. Creidne Cred era el artifice de los antiguos dioses de Irlanda; trabajaba el bronce, el laton y el oro. Era quien hacia las empunaduras de las espadas, y los tachones y la armazon de los escudos durante la guerra entre los dioses paganos y sus enemigos.

– Bueno, pero una cosa mas antes de entrar. He oido decir al abad y al bo- aire que este lugar no tiene licencia. ?Que significa eso?

– En principio parece una posada, que ademas hace sus propias cervezas, pero no es legal, es lo que llamamos un dligtech.

– Entonces el bo-aire, como agente de la ley, puede cerrarla sin problemas, ?no?

Fidelma movio la cabeza con una sonrisa, diciendo:

– No significa que esta posada sea ilegal, sino sencillamente que la ley no la reconoce. Lo cual quiere decir que la persona que se dirija a una posada ilicita debe estar enterada por si surge algun motivo de reclamacion, ya que no tendria razones legales con que actuar.

– No se si lo he entendido bien -dijo Eadulf.

– Un posadero legal debe pasar tres pruebas estrictas en cuanto a la calidad de la bebida que sirve. Si sirve cerveza mala, se le puede recusar la licencia por ley. De manera que si una persona se queja de la mala calidad de la cerveza en una casa ilicita, no puede reclamar indemnizacion alguna. Bueno, ya esta bien, a ver si encontramos a Cred.

Entraron en la posada. No parecia haber nadie mas aparte de dos hombres que bebian cerveza en un rincon. Iban toscamente vestidos y llevaban barba; parecian campesinos. Miraron a Fidelma y a Eadulf con indiferencia y siguieron bebiendo y conversando en voz baja.

Al oir un movimiento detras de una puerta con cortinas, miraron hacia alli y vieron salir a una mujer de proporciones rotundas. Se veia claramente que su cuerpo habia conocido tiempos mejores. Se dirigio a ellos con avidez, pero le cambio el gesto en cuanto reparo en el atavio de ambos.

– La abadia ofrece un mejor alojamiento para religiosos -les dijo sin reparo-. Este lugar os parecera demasiado ordinario para el gusto de personas distinguidas y pias como vos.

Uno de los dos hombres solto una risilla espasmodica, apreciando de ese modo lo que entendio como una muestra de ingenio.

– No buscamos alojamiento -se apresuro a decir Eadulf en un tono severo-. Buscamos informacion.

La mujer aspiro por la nariz y cruzo los brazos sobre un pecho generoso.

– ?Y por que buscais informacion precisamente aqui?

– Porque creemos que nos la podeis proporcionar -respondio Eadulf sin apocarse.

– La informacion es cara, sobre todo para un clerigo extranjero -dijo a su vez la mujer al oir el acento de Eadulf, al que examino calculando cuanto dinero llevaria encima.

– En tal caso me facilitareis la informacion a mi -dijo Fidelma sin perder la calma.

La mujer entorno los ojos al mirarla.

Fidelma y Eadulf se dieron cuenta de que los hombres habian interrumpido el murmullo de su conversacion para volverse hacia ellos sin disimular su curiosidad.

– Quiza no quiera facilitar informacion aunque la tenga -dijo la mujer, implacable.

– Quiza -repitio Fidelma con amabilidad-. Pero ocultar informacion a un dalaigh puede acarrearnos serios problemas.

La mujer entorno mas los ojos. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia abajo. Se respiraba tension en el ambiente. Los dos hombres se volvieron de cara a las bebidas, aunque por su actitud se notaba que estaban pendientes de la conversacion de la duena.

– ?Donde esta el dalaigh que me pide informacion? -pregunto con desden la mujer de voluminoso pecho.

– Aqui estoy -anuncio Fidelma con calma-. Y vos imagino que sereis Cred, la duena de esta posada sin licencia, ?no?

La mujer dejo caer los brazos a los lados. En su rostro se formaron varias expresiones, pues no sabia si Fidelma hablaba en serio o no. Al final enrojecio de rabia.

– Si, soy la duena, Cred, y llevo una posada respetable, tenga o no licencia.

– Eso es asunto vuestro y del bo-aire. Yo necesito informacion. Hace una semana mas o menos, paso un hombre por el pueblo. Tenia el inconfundible aspecto de un arquero profesional. Llevaba una yegua zaina con una herradura floja, y tuvo que acudir a la forja del herrero.

Fidelma era consciente de que los hombres no habian reanudado la conversacion y estaban muy atentos a lo que estaba diciendo. De refilon, vio salir a otro hombre por una puerta al fondo de la sala. No se volvio para examinarlo mejor, porque le interesaba mas mirar al rostro de la posadera a fin de juzgar mejor su reaccion. Sin embargo, se dio cuenta de que el tercer hombre se habia detenido y les estaba mirando.

La mujer, Cred, sostenia la mirada de Fidelma con desafio.

– ?Como se que sois una dalaigh? -la reto-. No tengo por que responder preguntas de una chiquilla, sea o no religiosa.

Fidelma se llevo la mano debajo del habito y saco una cruz colgada de una cadena de oro, cuyo simbolismo era muy conocido en todo Muman. La orden de la Cadena de Oro era una venerable fraternidad nobiliaria de Muman, la cual se habia constituido a partir de los miembros de la antigua elite guerrera de los reyes de Cashel. El honor residia en la entrega personal de los reyes Eoghanacht. El hermano de Fidelma le habia concedido el

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