honor por los servicios prestados al reino. Cred abrio un poco los ojos al reconocer la cruz.
– ?Quien sois? -pregunto, aunque en un tono mas amable y complaciente.
– Soy…
– ?Fidelma de Cashel! -exclamo el tercer hombre en un susurro.
La oronda mujer abrio la boca, atonita.
Fidelma se volvio para mirar a aquel hombre. Iba vestido como los otros dos, con ropa basta de trabajo. Su piel curtida revelaba una vida campestre. Sacudio la cabeza en una curiosa reverencia.
– Yo tambien soy de Cashel, senora. Trabajo para…
La mente de Fidelma ya habia hecho conjeturas.
– ?Para Samradan, el mercader? ?Sois los tres sus carreros?
El hombre asentia moviendo la cabeza con entusiasmo.
– Eso mismo, senora -afirmo.
Miro a la posadera y anadio enseguida:
– Fidelma de Cashel no solo es una
Cred inclino la cabeza con renuencia.
– Disculpadme, senora. Pensaba que…
– Pensabais que podiais ayudarme respondiendo a mis preguntas -la interrumpio con dureza, asintiendo con la cabeza para quitar importancia a las palabras del hombre que la habia identificado.
Este corrio a sentarse con sus companeros, que volvian a hablar entre susurros, lanzando miradas subrepticias a Fidelma.
Cred solto las palabras de una vez.
– Yo… si… Si. Lo llamabamos el
– Ya veo. ?Que mas sabeis de el?
Cred movio la cabeza bruscamente.
– Como he dicho, no era un hombre dado a la conversacion. Decia lo justo para pedir lo que necesitaba, que era tan escaso como sus palabras.
– ?Tenia algun encargo con el herrero?
– Lo que vos habeis dicho. Su caballo tenia una herradura suelta, y creo que tambien habia comprado unas flechas, porque al llegar tenia muy pocas en el carcaj, pero al marcharse, estaba lleno.
– Ya veo que aguzais la vista, Cred -comento Fidelma.
– Hay que aguzarla en este negocio, senora. Un huesped puede marcharse sin pagar. Hay que tener cuidado.
– ?Este os pago?
– Oh, si. Parecia tener dinero de sobra. De hecho, tenia muchas monedas de oro y de plata.
– ?Sabeis si visito a alguien mas? ?Fue a la abadia, por ejemplo? -pregunto Eadulf.
La mujer hizo un ruido gutural y espasmodico que pretendia ser una risa.
– No era de los que rondan por iglesias y abadias, no. Este tenia un aspecto siniestro.
– ?Que quereis decir con eso? -pidio Eadulf-, ?conque tenia un aspecto siniestro? ?Acaso estaba enfermo?
Cred lo miro como si fuera bobo.
– Hay quienes van a la guerra porque no tienen mas remedio -se digno a explicar-. Y hay quienes van y descubren que les gusta la muerte y la destruccion, y se dedican a ir por el pais ofreciendo sus habilidades guerreras a quien mejor les pague por ejercer la actividad que mas les atrae. Se convierten asi en la propia muerte. El
Para sorpresa de todos, la posadera hizo una genuflexion.
– Yo creo que el alma de esa clase de hombres ya esta muerta, y ellos solo buscan la sangre y la matanza, a la espera de que les llegue la hora.
– ?De modo que no llego a ir a la abadia? -insistio Eadulf-. ?Sabeis si estuvo en algun otro lugar? Si paso dos o tres dias aqui, debio de ir a alguna parte, ?no? El pueblo no es tan grande para no llamar la atencion.
– No pasaba mucho tiempo en el pueblo -respondio la mujer.
– Parece que estais muy segura de ello -observo Fidelma.
– Segura por la misma razon que habeis dado vos. Cenaba y dormia aqui, pero se marchaba justo despues del amanecer y no regresaba hasta la tarde. Uno de mis vecinos lo vio dirigirse a las colinas, hacia el sur, tras haber arreglado la herradura del caballo.
– ?Que hay alli? ?Una granja? ?Una taberna?
La mujer se encogio de hombros.
– Nada. Quiza solo iba a cazar.
– Y durante los dias que paso aqui, ?nunca dijo su nombre ni comento nada de el?
– Y nadie habria osado preguntarle nada -confirmo la mujer.
Fidelma contuvo un suspiro de frustracion por no haber averiguado casi nada.
– Os estoy agradecida, Cred.
– ?Ha cometido algun delito? ?Que ha hecho? -pregunto con interes-. A un posadero le gusta saber a quien ha dado albergue bajo su techo.
Fidelma la miro un momento sin decir nada y luego dijo a media voz:
– Como vos misma pensabais, ese arquero ha encontrado por fin lo que tanto buscaba.
La posadera parecia confusa.
Eadulf se lo aclaro en un tono sereno.
– Ha encontrado la muerte, como habeis dicho que esperaba.
Fidelma se dirigio a los tres carreros, que no intentaron esquivar la mirada.
– Que tengais un buen viaje a la region de los Arada Cliach.
El hombre que la habia reconocido pregunto con cara de extraneza:
– ?Que os hace pensar que nos dirigimos alli, senora?
– Me lo ha dicho Samradan.
Los tres se miraron, y el que hablaba por todos forzo una sonrisa nerviosa.
– Asi es, senora. Buen viaje para vos tambien.
Salieron de la posada del «artifice de los dioses» y se dirigieron a la abadia caminando con calma por la misma calle que habian venido.
– Bueno -observo Eadulf-, no hemos averiguado nada importante sobre el arquero. De hecho, creo que no hemos averiguado nada significativo en absoluto.
De pronto, Eadulf se sorprendio cuando Fidelma lo agarro por el codo y lo empujo contra la esquina de un edificio apartado de la calle principal.
– En cambio, yo creo que hemos averiguado muchas cosas -dijo a su vez Fidelma despues de lanzar una mirada al tramo de calle que habian dejado atras-. Esperemos aqui un momento.
Eadulf estaba estupefacto por su comportamiento.
Fidelma tuvo la bondad de explicarselo.
– Ahora sabemos que era arquero profesional, pero no de la casta guerrera. Asi que no era noble. Sabemos asimismo que herraron al caballo en Clan Brasil. Tambien sabemos donde obtuvo las flechas. Y que tenia una yegua zaina. Ahora sabemos que al parecer tenia mucho dinero. Sabemos, por ultimo, que paso algunos dias en las colinas al sur de Imleach.
Eadulf fue contando mentalmente cada elemento.
– Pero eso es muy poca cosa. Es mas o menos lo que sabiamos al salir de Cashel.
Fidelma miro al cielo con un gesto de desesperacion.
– ?Pensad, Eadulf! Hemos averiguado tres cosas importantes sobre este arquero, dos de las cuales dejan en el aire importantes preguntas que debemos responder.
– ?Como, por ejemplo, adonde se dirigio al ir a las colinas del sur?
– Eso debe investigarse, si. Pero, ?que mas hemos descubierto?
