Cierto. No cabia duda alguna. El hombre que habia tumbado ante el, apoyado sobre un codo, sonriendole, era el mismo, de cara redonda, que habia visto muerto en el deposito de cadaveres de Cashel. Era el mismo hombre, y hasta con el mismo tatuaje del pajaro, que Eadulf acababa de reconocer en el antebrazo herido.

CAPITULO XVIII

Fidelma se sento en el jergon junto al hombre. No parecia demasiado sorprendida por la aparicion del orondo religioso que, segun todos los indicios, habia sido visto por ultima vez, muerto, en la botica del hermano Conchobar en Cashel.

– ?Son muy graves las heridas, hermano Mochta? -se intereso.

– Siguen doliendo, pero me han dicho que se curaran -respondio el hombre.

– Se lo ha dicho el hermano Bardan, ?no es cierto?

El hermano hizo una mueca afirmativa.

Eadulf no podia apartar la vista de aquel hombre, cuyos rasgos no se diferenciaban en nada del asesino muerto, salvo en algo que no era capaz de discernir. El hombre que tenia delante todavia llevaba la tonsura irlandesa de san Juan, con la cabeza afeitada a partir de una linea que iba de oreja a oreja. Pero habia otra diferencia indiscernible.

– Imagino que el hermano Bardan os ha tratado las heridas mientras estabais aqui, ?me equivoco? No confiabais en nadie.

– Es dificil confiar en nadie, sobre todo cuando te traiciona alguien a quien has conocido toda la vida; alguien que es de tu propia carne, de tu propia sangre y junto a quien has crecido. Cuando un familiar te traiciona, ?como volver a confiar en alguien?

Con una sena, Fidelma indico a Eadulf que tomara asiento. Asi lo hizo, aunque reacio, pues no podia apartar la vista del corpulento monje.

– Os referis a vuestro hermano gemelo, claro -quiso aclarar Fidelma.

– Por supuesto.

Eadulf no pudo ocultar la expresion de sorpresa.

– ?Su hermano gemelo? -repitio como un estupido.

El hermano Mochta movio la cabeza asintiendo con pesar.

– ?Mi hermano gemelo! Conmigo, no hace falta andarse con rodeos, hermana. El hermano Bardan me dijo de que modo murio en Cashel. Asi es, era mi hermano gemelo, Baoill.

– Habia empezado a sospecharlo -dijo Fidelma con escasa satisfaccion en la voz-. Una persona no puede estar en dos sitios distintos a la vez, ni llevar dos tonsuras tan caracteristicas. La respuesta a esa incongruencia solo podia ser que fuerais dos personas distintas. ?Como es posible que dos personas puedan parecerse tanto? La unica explicacion es que esten emparentados, que sean hermanos. Y, aun asi, solo puede darse el caso si son gemelos.

El hermano Mochta asintio con aire algo taciturno.

– Gemelos identicos -corroboro-. ?Como me habeis encontrado aqui? Supongo que Bardan os ha dicho donde estaba. Hablamos de esto ayer, despues del ataque. Empezaba a estar convencido de que podiamos confiar en vos. Acontecio que os vio en buenos terminos con ese abogado de los Ui Fidgente, Solam, que ha mostrado interes por saber mi paradero.

– ?Por eso Bardan identifico unos restos humanos como los vuestros? -pregunto Fidelma.

– La idea no me hacia ni pizca de gracia, pero a Bardan le parecio que era la unica manera de impedir que Solam me siguiera buscando, y que nos daria tiempo para pensar en que era lo mejor que podiamos hacer.

– Tal vez lo mejor sea que nos conteis con vuestras propias palabras que sucedio para dejaros en estas condiciones -lo invito Fidelma.

El hermano Mochta la miro, pensativo, un momento.

– ?Puedo confiar en vos?

– No puedo responderos a esa pregunta -respondio Fidelma-. Solo puedo deciros que soy hermana de Colgu y que debo lealtad a Muman. Que soy dalaigh e hice juramento para respetar y hacer cumplir la ley por encima de todas las cosas. Si eso no os basta para confiar en mi, no puedo anadir nada mas.

El hermano Mochta guardo silencio un momento, apretando los labios, como si estuviera ante un dilema.

– ?Cuanto sabeis acerca de lo ocurrido?

Fidelma se encogio de hombros.

– Bastante poco. Se que fingisteis vuestra propia desaparicion y que os llevasteis casi todas las Santas Reliquias. Imagino que vuestro hermano se las arreglo para robaros una, el crucifijo de Ailbe, y al tratar de impedirselo probablemente os lastimasteis. Al no confiar en nadie, os ocultasteis aqui, y el hermano Bardan os ha ido suministrando alimento y medicinas. Por cierto, ?donde esta?

El hermano Mochta parecia confuso.

– ?El hermano Bardan? No le he visto desde anoche. ?Acaso no os ha enviado el?

Fidelma entorno los ojos, inclinandose hacia delante. Con cierta tension, pregunto:

– ?Decis con esto que no ha estado aqui en toda la manana?

El monje herido movio la cabeza.

– Espero su llegada de un momento a otro, ya que anoche decidimos que lo mas recomendable era buscar proteccion, sobre todo tras el ataque.

– ?Que clase de proteccion?

– Bardan decidio acudir al principe de Cnoc Aine y contarselo todo. Sabemos que Finguine es amigo de la abadia y leal a su primo, el rey. Acordamos exponerle los hechos, y entonces el podria tomar la decision de deciroslo o no. Al veros llegar, he pensado que Finguine o Bardan os habian enviado… -vacilo, pues estaba desconcertado-. ?Como me habeis encontrado? -insistio.

– Con suerte -murmuro Eadulf, que todavia estaba estupefacto por todo lo acontecido.

– ?Por que no confiasteis en mi y me dijisteis que estabais a salvo en cuanto llegue a la abadia? -quiso saber Fidelma, molesta porque se hubiera perdido tanto tiempo con el subterfugio.

El hermano Mochta la miro con una sonrisa forzada, que reflejo cierto dolor, de modo que relajo la pierna izquierda para notar la presion de la herida.

– No sabiamos si podiamos confiar en vos, hermana. No sabiamos distinguir a los amigos de los enemigos.

– Yo soy la hermana del rey de Cashel -repitio Fidelma.

– Pero tambien una hermana que ha pasado mucho tiempo fuera del reino y…

El hermano Mochta le lanzo una mirada a Eadulf.

– … ademas siempre vais en compania de un clerigo de la orden catolica.

– ?Acaso es ello un factor descalificativo en este pais? -se indigno Eadulf, enrojeciendo de furia.

– Es un hecho que quienes abogan por la doctrina de Roma no siempre simpatizan con quienes seguimos la forma de hacer de nuestros padres…

– ?De verdad que vos o el hermano Bardan sospechais que podria traicionar a mi hermano y a este reino? - interrumpio Fidelma.

– La sangre no consolida la union -respondio Mochta con serenidad-. Lo he aprendido de la peor forma posible.

– Quiza tengais razon. ?Por que no desconfiar del abad Segdae, que habria sido el apoyo mas normal a quien acudir en un momento de crisis?

– El padre abad es un hombre honorable -dijo Mochta-. No habria aprobado mi plan de ocultar las Santas Reliquias. El las habria mantenido en la capilla, porque cree que alli estan a buen recaudo. Y luego, ?que? Eso casi seria una invitacion para atacar la abadia. ?Por que creeis que los atacantes no fueron directamente a la abadia?

Вы читаете El Monje Desaparecido
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату