orgullo. Le conte que en algunas de las Reliquias estaba grabada la fecha que demostraria el dia en que Ailbe fue nombrado obispo. Dijo que solamente lo creeria si veia esas Reliquias. Le dije que viniera a la abadia, pero se nego, alegando que no convenia que mi hermano gemelo fuera visto en Imleach con la tonsura de Roma. Era una excusa absurda, pero no le di mas vueltas. Como alternativa, propuse que se acercara en secreto a la puerta que da al huerto del hermano Bardan una noche y le mostraria las Reliquias. Accedio y dijo que de este modo se resolveria el conflicto entre Armagh e Imleach.
Fidelma le pregunto, pensativa:
– Fue una ingenuidad por vuestra parte otorgarle credibilidad.
– Era mi hermano. Ni siquiera entonces sospeche de su retorcida mente.
– ?Y que ocurrio luego?
– A la noche siguiente, a la hora acordada, fui a la capilla y, sin que nadie me viera, saque el relicario. Me disponia a llevarlo al lugar de encuentro, cuando algo me detuvo. Quizas habia empezado a desconfiar de el, asi que decidi llevarme solo el crucifijo de Ailbe como muestra, pues en el dorso hay una fecha grabada. Saque el crucifijo del relicario y lo lleve a la puerta del huerto. Fuera estaba mi hermano con el arquero… ?Dios perdone a Baoill! Me arrebato el crucifijo y me exigio que le dijera donde estaban el resto de las Reliquias. Al ver que no las llevaba conmigo, perdio los estribos. Me asesto tal golpe, que cai contra la puerta produciendome una herida sangrienta.
– Eso explica la sangre seca de la jamba -dijo Eadulf.
– Fue entonces cuando me di cuenta de que mi hermano habia pretendido robar las Reliquias desde el principio.
– ?Creeis que fue idea suya o que alguien lo indujo a hacerlo? -pregunto Fidelma-. ?Ultan de Armagh, por ejemplo? Todo apunta a que el proposito es desacreditar a Ailbe e Imleach.
– Solo se que mi vida pendia de un hilo. Creo que, de haber podido, mi hermano me habria matado. Entonces aparecio el hermano Bardan, que habia salido a recoger hierbas. Al ver el ataque, intervino sirviendose de un baston para rechazar a mi hermano y el arquero. Mientras Bardan se afanaba en asegurar la puerta, mi hermano amenazo con que otros vendrian a tomar lo que yo no habia querido darle.
– En tal caso, no hay duda de que vuestro hermano Baoill y el arquero no actuaban por cuenta propia.
El hermano Mochta inclino la cabeza dandole la razon.
– En eso estais en lo cierto. Yo estaba demasiado impresionado para sopesar las circunstancias. Bardan me acompano a mi aposento y le conte lo que sabia de la historia. Me dijo que comunicara sin demora al abad Segdae que habian robado el crucifijo. No pude hacerlo, pues queria dar tiempo a Baoill para que reflexionara sobre el delito y devolviera la cruz. Me negaba a creer que mi hermano se hubiera convertido en un ser tan perverso.
– Y no la devolvio, claro esta -apunto Eadulf.
– Pasaron unos dias y no regreso a devolverla. Por tanto, decidi ir en su busca.
– Solicite al hermano Bardan que me acompanara. Fuimos a la posada de Cred. Alli nos encontramos con uno de los carreros del mercader de Cashel mirandome con extraneza.
– Eso es porque os vio entrar en la posada en dias anteriores -murmuro Eadulf.
– Yo no le vi.
– El os vio a vos.
– Lo cierto es que al salir Cred, le dije que buscaba al arquero y su acompanante.
– Ella dijo que no sabia nada de ningun acompanante…
– Lo cual era verdad -afirmo Fidelma-. Al ser gemelo vuestro, no podia arriesgarse a dejarse ver sin mas por el pueblo, dado el parecido con vos. Habria llamado la atencion. Se alojaria fuera del pueblo.
– Cred dijo que el arquero se hallaba de caza en las colinas -continuo el hermano Mochta-. Bardan y yo dimos una vuelta por el pueblo por si veiamos al arquero, aunque en balde. Acto seguido regresamos a la abadia. Bardan solia dejar abierta la puerta del huerto, asi que resolvimos entrar por alli. A la altura de la hilera de tejos, antes de cruzar el brezal, no muy lejos de la puerta, mi hermano aparecio repentinamente. Al parecer nos habia estado esperando.
– Le pedi el crucifijo que habia robado, pero el pretendia el relicario con todo el contenido. Me amenazo. Al negarme en redondo, se echo a reir diciendo que habia querido pedirlo por las buenas, y que no nos gustarian nada los siguientes visitantes que vendrian a Imleach.
– ?Y entonces?
– Le dije que estaba fuera de si -continuo el hermano Mochta-. A esto me respondio que gozaba del respaldo de un poderoso principe y que era Muman quien estaba fuera de sus casillas al no bajar la cerviz ante lo inevitable. Dijo que habria una sola primacia para los cinco reinos y un unico poder gobernante.
Fidelma se animo.
– ?Lo dijo con estas mismas palabras?
– Si. Con estas mismas palabras.
– Creo que veo la mano de Mael Duin, rey de Ailech, en esta conspiracion. Los
– Indignados, Bardan y yo dimos media vuelta, dando la espalda a mi hermano y sus disparates. Nos dirigimos campo traviesa hacia la puerta del huerto…
– Ya conocemos el lugar -se adelanto Eadulf.
– A medio camino, oimos un zumbido cruzando el aire y al instante note un intenso dolor en el hombro - explico, llevandose la mano a la herida-. Cai de bruces. Luego Bardan me conto que vio al arquero de pie junto a la hilera de tejos, colocando otra flecha en la cuerda del arco. Bardan me agarro y me arrastro como pudo hacia la puerta. Justo al llegar, el arquero lanzo la segunda flecha y me alcanzo en la pierna.
– ?Nadie mas presencio este suceso en toda la abadia?
Mochta movio la cabeza, explicando:
– Ya habeis visto esa zona. Ninguna ventana da al campo, y tampoco es un lugar frecuentado. Bardan me ayudo a entrar, corrio los cerrojos y me ayudo a subir a mi celda. Dado que es boticario, pudo extraer las flechas (que gracias a Dios no habian penetrado mucho) y vendo las heridas.
– Entonces hablamos de cual seria la mejor posibilidad. Estaba claro que mi hermano y su amigo formaban parte de una conspiracion para desacreditar a Muman y a Imleach, pero, ?por que? La intencion, la desconozco. Para mi, la preocupacion mas inmediata en ese momento era la amenaza del asalto y el robo de las Reliquias. Me angustiaba la idea de que mataran a los hermanos durante el suceso.
«Pasamos un largo rato hablando de todo esto y al fin acordamos que yo tendria que desaparecer con las Santas Reliquias que quedaban. Bardan se encargaria de que al dia siguiente corriera la voz de que tanto yo como las Santas Reliquias habiamos desaparecido sin dejar rastro. Con este recurso, esperabamos disuadir un posible ataque o intento de robarlas a la abadia y, en consecuencia, la comunidad quedaria a salvo de cualquier dano posible.
»Nadie me vio regresar maltrecho a la abadia. Vendadas las heridas, asistiria a visperas para dejarme ver. A continuacion regresaria a mi aposento. Ello resulto ser una experiencia desagradable, pues al tener vendadas las heridas me dolian mas. Lo pase bastante mal. Sin embargo, cuando acabo la misa, regrese a mi aposento.
»Lo preparamos todo para que Bardan se llevara el relicario de la capilla y me lo trajera. Desordenamos mi aposento sin descuidar ningun detalle, de modo que pareciera que alguien se me habia llevado a la fuerza. Nos llevamos unas cuantas cosas. Deje que una de las flechas que me habian lanzado quedara a la vista, esperando facilitar asi un indicio sobre el atacante.
– Y la vimos -observo Eadulf.
– Entonces Bardan me condujo a este lugar. Al ser de esta region, el conocia la cueva y sabia que no suele utilizarse. Penso que podria ocultarme aqui hasta que mi hermano y el arquero fueran descubiertos. Al dia siguiente, vos llegasteis a la abadia con la nueva de que mi hermano y su companero habian muerto en un intento de asesinar a Colgu y al principe de los Ui Fidgente. Bardan dijo que los hechos no eran tan simples como parecian, ya que no llegaron a confesar quien estaba detras de la conspiracion. Aquello significaba que debiamos ponderar el siguiente paso, que debiamos decidir en quien podiamos confiar.
Fidelma dio un hondo suspiro.
