sonrisa:

– Asi pues, el que cree estar de pie, mire no caiga -cito.

– Por consiguiente, no me comprometere y dire que lo mas probable es que todo se resuelva.

– Por algo sera que os habeis ganado una buena reputacion -la elogio Segdae-. ?Cuando partireis vos y el amigo sajon?

– Ahora mismo. No os preocupeis por nada, Segdae. Todo ira bien… al final.

– Estare en Cashel el dia de la vista.

– Traed con vos al hermano Madagan. Tal vez necesite su testimonio.

– ?Requerireis la presencia del hermano Bardan, siempre y cuando lo encuentren?

– Si lo encuentran, si.

Segdae se puso en pie y le tendio la mano, preguntandole:

– ?Donde esta el hermano sajon?

– Me encontrare con el a medio camino -se apresuro a responder-. Id con Dios, abad Segdae. Hasta mas ver en Cashel.

Se dirigio a la casa de huespedes y guardo sus pocas pertenencias en las alforjas. Tras la primera noche, cuando se hubieron marchado los peregrinos, Eadulf se habia trasladado a un cuarto proximo al de ella. Tardo unos momentos en recoger sus alforjas. Se acordo de llevarse el bordon al que tanto carino le habia tomado. Se alegraba de que sor Scothnat no anduviera por alli, porque no tenia ningunas ganas de volver a explicar su intencion.

Tomo las alforjas y se dirigio a las cuadras.

Como de costumbre, el hermano Tomar andaba atareado dando de comer a los caballos.

– ?Nos dejais ya? -le pregunto en cuanto vio las alforjas.

Fidelma se quejo para si.

– Una temporada -respondio con simpatia-. ?Podriais ayudarme a ensillar los caballos? El mio y el del hermano sajon.

El hermano Tomar aparto la vista del morral y la miro con la cabeza inclinada.

– ?El caballo del hermano sajon tambien?

– Si. Mientras vos ensillais el caballo del hermano Eadulf, yo ire preparando el mio.

– ?Entonces os vais los dos?

– Si -respondio Fidelma con paciencia.

– ?Se ha resuelto ya el misterio de la desaparicion del hermano Mochta?

– Sabremos mas al respecto cuando los brehons se reunan en Cashel dentro de unos dias -explico Fidelma a la vez que pasaba la brida sobre la cabeza de la yegua.

Ajusto las correas y coloco luego la alforja sobre el lomo de la paciente bestia.

Sin muchas ganas, Tomar empezo a colocar la brida al alazan de Eadulf.

– He oido que el abogado Ui Fidgente ya ha regresado a Cashel.

Fidelma no queria mostrar mucho interes, pero el comentario le llamo la atencion. De modo que por eso no habia visto a Solam aquella manana.

– ?De verdad? Creia que pretendia hacer mas indagaciones en Imleach antes de volver a Cashel.

El hermano Tomar solto una risilla sarcastica.

– Mucho le costaria con la antipatia que se han ganado los Ui Fidgente. Ha tenido que requerir proteccion del principe de Cnoc Aine hasta para cruzar la region. Lo acabo de ver partir a caballo en compania de Finguine hace tan solo una hora.

– ?Os referis con ello a que Finguine ha escoltado personalmente a Solam de camino a Cashel?

El hermano Tomar volvia a reirse.

– Si hubiera ido solo, dudo que hubiera llegado al Pozo de Ara. De hecho, creo que Finguine sospecha que Solam sufrira un asalto en su camino hacia Cashel.

Fidelma se volvio al establero, dedicandole asi toda su atencion.

– ?Por que lo decis? -le pregunto.

– Porque al marcharse, aunque han dicho que se iban a Cashel, han tomado la ruta del norte, cuando la que lleva a Cashel discurre en direccion este. Imagino que Finguine habra llevado a Solam por una ruta circular para sortear el camino principal hacia el Pozo de Ara y Cashel.

Fidelma inclino la cabeza en actitud pensativa y siguio preparando a la yegua.

– ?Estais seguro de que han dicho que se dirigian a Cashel?

El hermano Tomar la miro con una sonrisilla de indulgencia y le aclaro:

– Solam en persona me ha dicho que se dirigia a Cashel.

Fidelma no comento nada mas. Lo que Solam habia dicho al hermano Tomar no podia ser la verdad. Lo que no alcanzaba a comprender era por que razon Finguine le habia acompanado en persona, cuando podria haber encomendado esa labor a algunos de sus guerreros, si es que solo se trataba de proteger al Ui Fidgente en su recorrido por territorio de Cnoc Ame.

Fidelma acabo de ensillar el caballo en silencio. Se aseguro de que las alforjas estuviesen bien atadas y de que el baston de su companero estuviera bien sujeto a la montura. El hermano Tomar guio al caballo de Eadulf fuera de la cuadra.

– ?Donde esta el sajon? -pregunto, mirando en derredor.

– Me encontrare con el en el pueblo -mintio Fidelma sin mas, justificandose al recordar el proverbio minima de malis, «maldades, las menos», pues no tenia mas remedio que elegir la alternativa menos deseable; la mas deseable era no permitir que el hermano Tomar sospechara de sus intenciones.

Antes de subirse a la yegua y tomar las riendas del potro de Eadulf, prefirio tirar de ella. Se despidio del hermano Tomar, que permanecio de pie, observandola a la puerta de las cuadras. Fidelma condujo a los caballos a traves del patio y la entrada de la abadia, agradeciendo que solo el inquisitivo hermano Tomar estuviera alli para verla partir. Cuando dejo la abadia, cruzo la plaza al galope en direccion al pueblo. Un grupo de vecinos y guerreros de Finguine seguian limpiando los escombros del ataque

Al acercarse al pueblo modero el trote, hizo pasar a los caballos por la forja del herrero y luego les hizo girar en un callejon lateral, al abrigo de miradas curiosas. Vio a Nion, el bo-aire, y a su ayudante Suibne trabajando entre las ruinas de la forja. Nion levanto la cabeza para seguirla con la vista, pero ella fingio no haber advertido su presencia. No le gusto nada la forma en que la miro. De soslayo vio como le decia algo al oido al ayudante y se marchaba a todo correr. Fidelma torcio sin dilacion a la calle principal en direccion a la asolada estructura de la posada de Cred, antes de entrar en una callejuela lateral, entre los edificios, encaminandose entonces hacia los campos que rodeaban la poblacion. Eligio a conciencia aquella ruta para eludir miradas curiosas.

Primero cabalgo siguiendo una direccion que la alejaba del limite del pueblo, en sentido contrario al de la colina del Hito, donde debia encontrarse con Eadulf y Mochta. De este modo, si alguien la observaba desde el pueblo o la abadia, creerian -o eso pensaba ella- que seguiria aquella ruta. Habia pradera de sobra entre el pueblo y el bosque lindante, a traves de la cual pretendia cabalgar hasta alcanzar los arboles; una vez alli corregiria el rumbo describiendo un semicirculo, dirigiendose entonces hacia el lugar de encuentro convenido.

De hecho, cuando llego al socaire del bosque por el sendero, empujo suavemente al caballo para que volviera al galope, con el potro de Eadulf pacientemente a la zaga. No estaba segura de si alguien la habia visto. Tardo unos diez minutos en reducir el paso. Solo entonces oso mirar atras. Entre los arboles y arbustos aun se veia el limite del pueblo. Desde aquella distancia, el pueblo, y la abadia al fondo, parecian desiertos. No habia signo alguno de actividad. Fidelma dejo escapar un suspiro de alivio. A partir de alli, el camino habria de ser facil.

Siguio adelante por la senda y cambio el rumbo, haciendo un giro para proseguir en el semicirculo que tenia en mente y que la llevaria hasta la colina del Hito. El bosque era frio y humedo. Se pregunto si los lobos tendrian alli sus guaridas y sintio un leve escalofrio. Preferia no recordar el peligro que afrontaron aquella noche.

Notaba la permanente actividad que bullia entre la espesura. Era el constante ajetreo de sus moradores, desde el sigiloso paso de los pequenos mamiferos al chasquido de ramas que indicaba la presencia de un ciervo. A esto se sumaba la algarabia de las aves ponederas en la parte mas alta de las copas.

Se desplazo lo mas deprisa que permitian las ramas, cruzando un arroyuelo aqui y alla, antes de llegar a la

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