estrecha franja de un prado. Estaba a punto de alcanzar aquel sitio y salir del bosque, cuando oyo un ruido que se superponia a los de la floresta. Era ruido de cascos. De cascos herrados. Y eran veloces. Sin perder tiempo desvio a los caballos del sendero boscaje adentro, buscando una zona frondosa para ocultarse. Cerca habia una espesura de matorrales que le serviria, de modo que desmonto, tomo a los dos caballos por las riendas y los dejo bien amarrados junto a una rama. Acto seguido, se acerco al sendero agachandose.
Por un lado del bosque aparecio una media docena de jinetes, que se detuvo cerca del acceso al sendero.
Al reconocer a los jinetes que iban en cabeza, no dio credito a sus ojos.
Uno era el
– ?Y bien? -oyo decir a Solam en un tono agudo y quejumbroso-. ?Les hemos perdido la pista o no?
Entonces oyo la voz de su primo, tambien tensa e irascible.
– No os preocupeis. Yo conozco bien esta region. No hay muchos sitios donde puedan esconderse. Los encontraremos.
Fidelma empezaba a tener frio.
?A quien se referian? ?Que hacia Finguine con Solam, cuando decia sospechar de el, cuando acusaba a los Ui Fidgente de atacar Imleach? Si Finguine hubiera ido solo con sus hombres, Fidelma habria salido a contarle cuanto ahora sabia del hermano Mochta. Pero, ?por que iba con Solam?
– Bueno, cuanto antes encontremos a ese monje… ?como se llama… Mochta?… antes resolveremos este asunto -espeto Solam-. La clave reside en las Santas Reliquias, no me cabe ninguna duda.
Fidelma aguzo los ojos al oir decir a su primo:
– Primero miraremos en las cuevas que hay al sur. Luego, en la cueva del Hito, al norte.
Alzo la mano e hizo una sena al cuerpo de jinetes para seguir adelante.
Fidelma espero un momento donde estaba, tratando de dar sentido a lo que habia oido. Entonces se levanto y corrio por los caballos. Cualquiera que fuera el motivo, su primo, el principe de Cnoc Aine, estaba buscando al hermano Mochta. Esperaba que Eadulf ya hubiera empezado a bajar al hermano Mochta por la ladera para quedar a cubierto en el bosque, a orillas del rio Ara. Tenia que evitar que Finguine y Solam llegaran antes que ella a la cueva de la colina del Hito. Por suerte, Finguine habia sugerido pasar antes por las cuevas del sur, dondequiera que estuvieran, lo cual daba tiempo a Fidelma para llegar hasta Mochta y Eadulf antes que ellos.
Espoleando al caballo, Fidelma avivo el paso a medio galope a traves del prado, bordeando el bosque hacia la colina. Pensaba en Finguine, y en el hermano Mochta y la traicion de su hermano. ?Que habia dicho exactamente? La sangre no fortalece la union. Rodeo el extenso pie de la colina y salio por la cara este, donde arrancaba una prolongacion del bosque a lo largo del valle que desembocaba en el Pozo de Ara.
Al pasar al otro lado de la falda de la colina, vio las pequenas figuras de Eadulf y Mochta en lo alto. Aquel llevaba el relicario bajo un brazo, mientras que ayudaba con el otro al monje. A su vez, este, apoyado en el con un brazo sobre los hombros, se mantenia en pie como buenamente podia.
Fidelma grito para captar su atencion. La pareja se detuvo y, al reconocerla, reanudaron la torpe marcha ladera abajo.
Fidelma apremio a los caballos hacia arriba, hasta donde le permitio la escarpada pendiente; luego, mientras esperaba a que Eadulf y Mochta llegaran, descabalgo y aguanto a los caballos. Les costo un poco descender el tramo de colina que quedaba.
– ?Uf! -resollo Eadulf al acercarse-. No iria mal un descanso.
Se disponia a acomodar al hermano Mochta, cuando Fidelma movio la cabeza, diciendo:
– Aqui no. Tenemos que bajar y guarecernos en el bosque cuanto antes.
– ?Por que? -quiso saber Eadulf, desconcertado por la sequedad de sus palabras.
– Porque se acercan jinetes en busca del hermano Mochta y las Santas Reliquias.
– ?Ui Fidgente? -pregunto Mochta con un sobresalto.
– Uno de ellos, si -informo Fidelma-. Solam.
Eadulf fruncio la boca al captar la inflexion de su voz.
– ?Y quienes son los otros jinetes? -pregunto Eadulf.
– Mi primo acompana a Solam.
Eadulf fue a decir algo mas, cuando Fidelma se monto al caballo.
– Dadme el relicario -ordeno-. Yo lo llevare. El hermano Mochta tendra que montar delante de vos, Eadulf. De este modo le servireis de apoyo. Podemos seguir hablando de esto cuando nos hayamos alejado de este lugar tan expuesto.
Eadulf no dijo nada mas. Le entrego el relicario a Fidelma y ayudo al hermano Mochta a subir a la silla, antes de montar detras. Eadulf no era precisamente un diestro jinete, y tampoco era elegante su forma de montar al paciente potro. Mas bien resultaba desmanado. Se limito a conducir al joven caballo pendiente abajo, a la zaga de Fidelma, y luego trotar hasta la floresta, por la que pasaba el rio. Con esto basto.
Fidelma no se detuvo al llegar al abrigo de los arboles, sino que prosiguio durante un rato. Recorrido algo mas de kilometro y medio, llegaron a un claro a la vera del rio, donde Fidelma bajo del caballo y condujo a la yegua hasta el agua. A continuacion ayudo a Eadulf a bajar al hermano Mochta para que descansara un poco.
El monje se tumbo con gusto en la hierba.
– ?Creeis que el principe forma parte de esta conspiracion? -pregunto sin aliento a la vez que se friccionaba la pierna.
– Yo no he dicho tal cosa -respondio Fidelma en voz baja-. Sencillamente he dicho que al parecer el y Solam, con algunos de sus hombres, van en busca de vos y las Santas Reliquias. Se disponian a buscar entre las cuevas.
Eadulf hizo una sena de fastidio.
– Pero eso significa que esta conchabado con los Ui Fidgente, con Armagh, ?con los Ui Neill! Vuestro propio primo ha traicionado al rey.
– Eso significa que el y Solam estan buscando al hermano Mochta -insistio Fidelma con mordacidad-. No emitais juicios antes de conocer todos los hechos. ?Recordais mis principios?
Eadulf levanto la cabeza con desafio.
– Es normal que no querais que vuestro primo sea culpable de semejante traicion. Sin embargo, ?de que otro modo puede interpretarse lo que habeis visto?
– Puede interpretarse de varias maneras, pero no tiene ningun sentido especular al respecto. Es lo peor que podemos hacer, especular antes de tener pleno conocimiento de los hechos. Lo he dicho miles de veces. Especular significa distorsionar esos hechos para hacerlos encajar con la propia interpretacion.
Eadulf guardo un silencio insolente.
El hermano Mochta acomodo los miembros doloridos y, mirando con inquietud a Fidelma, pregunto:
– ?Que plan teneis ahora?
Fidelma examino al hermano Mochta unos instantes antes de decidirse.
– Dado vuestro estado, no creo que hoy podamos ir muy lejos. Veremos si podemos llegar al Pozo de Ara para descansar. El posadero es de confianza. Luego proseguiremos hacia Cashel en comodas etapas.
Llegaron a la posada de Aona al caer la noche. Fidelma insistio en no entrar por delante, sino por el acceso posterior del establecimiento. Pese a que aun no era hora de soltar a los perros, se oia ladrar a un par de los que estaban atados. Al acercarse a la puerta trasera de la posada, esta se abrio y, a voz en grito, alguien pregunto quien se acercaba con semejante sigilo.
Fidelma se tranquilizo al reconocer al posadero.
– Soy Fidelma, Aona.
– ?Mi senora? -pregunto aquel, asombrado por la respuesta a media voz.
El posadero fue hasta ellos y sujeto la brida de la yegua para que desmontara. Luego volvio la cabeza para hacer callar a los perros con un grito. Estos reaccionaron con gemidos.
– Aona, ?se hospeda alguien mas en la posada esta noche? -pregunto Fidelma nada mas bajar.
