Fianamail vacilo. Fidelma sabia que un trozo de papel con el consentimiento para hacer interrogar no servia de nada sin el sello del rey.

Fianamail titubeo otra vez, sin saber que hacer.

– Matar a un techtaire es un delito grave para el jefe brehon y el rey supremo -observo Fidelma con firmeza-. La muerte del mensajero de un rey, ya sea por homicidio o ejecucion, exige que se den cuentas. Es un acto de prudencia por vuestra parte que me autoriceis a investigar la cuestion.

Finalmente, Fianamail se encogio de hombros y tomo una pieza de cera de la caja de escritura, la fundio con la llama de una vela y, sobre la cera que cayo en el papel de vitela, apreto con firmeza el sello que llevaba en el dedo.

– Aqui teneis mi consentimiento. Ya no podra decirse que no he permitido que registreis hasta el ultimo rincon de esta ciudad.

Satisfecha, Fidelma tomo la autorizacion.

– Quisiera ver al hermano Eadulf inmediatamente. ?Esta encarcelado en esta fortaleza?

Para su sorpresa, Fianamail nego con la cabeza.

– No, aqui no.

– ?Donde entonces?

– Esta en la abadia.

– ?Que esta haciendo alli?

– Alli cometio el crimen y alli es donde se le juzgo y se le condeno. La abadesa Fainder se ha encargado personalmente del caso, porque la victima era una de sus novicias. El sajon fue procesado en la abadia, y alli sera ejecutado manana.

– ?La abadesa Fainder? Creia que la abadia de Fearna era jurisdiccion del abad Noe.

– Como ya os he dicho, el abad Noe es ahora mi consejero espiritual y confesor…

– ?Confesor? Ese es un concepto romano.

– Llamadle «alma amiga» si preferis la designacion pintoresca de la tradicion antigua de la Iglesia. Le he dado jurisdiccion sobre asuntos religiosos en todo mi reino. Ahora la abadesa Fainder esta a cargo de la orientacion espiritual de la abadia del Santisimo Maedoc. De hecho, su administradora, Etromma, es prima lejana mia. -De pronto parecia contrito-. Procede de una rama pobre con la que trato poco; pero, segun me han dicho, es muy competente para administrar las necesidades diarias de la abadia. No obstante, fue la propia abadesa quien pidio que se aplicaran los Penitenciales para orientar nuestra fe cristiana y nuestras vidas cotidianas, asi como instrumento de castigo al sajon.

– ?Abadesa Fainder? -pregunto Fidelma, pensativa-. Nunca habia oido hablar de ella.

– Acaba de regresar al reino tras varios anos de servicio en Roma.

– ?Y es partidaria de aplicar los Penitenciales de Roma frente a la sabiduria que brindan las escrituras de su propio pais?

Fianamail inclino la cabeza a modo de respuesta afirmativa.

– Vaya -anadio Fidelma-. Habeis comentado que se acusa al hermano Eadulf de haber matado a una novicia de la abadia. ?Y quien era la joven a la que supuestamente mato?

Fianamail la miro con un gesto burlesco de reprobacion y le dijo con picardia:

– Para haber venido desde Cashel a todo galope, resuelta a demostrar la inocencia del sajon, esperaba que supierais de que se le acusaba exactamente.

– Se le acusa de homicidio, desde luego. Pero, ?a quien se supone que ha matado?

– Sospecho, Fidelma de Cashel, que os habeis precipitado en esta mision con el corazon y no tanto con la cabeza -observo Fianamail en un tono que rozaba el desden.

Fidelma se ruborizo, pero replico con firmeza:

– Mi motivo es que se haga justicia. Decid, ?a quien se supone que ha matado? -volvio a preguntar.

– Vuestro amigo sajon violo a una nina, a la que luego estrangulo -respondio el rey con frialdad, oobservando atentamente la reaccion de Fidelma-. Era novicia en la abadia… y solo tenia doce anos.

* * *

Tras abandonar la camara del rey, Fidelma seguia sin salir de su asombro. La sola idea de que pudieran acusar a Eadulf de violar a una nina de doce anos y matarla despues era abominable. ?Como podian haber declarado culpable a Eadulf de tamana atrocidad? Era algo sumamente ajeno a la naturaleza del hombre que ella conocia.

En el patio de la fortaleza, Fidelma espero a que no hubiera guerreros cerca para hablar con Dego, Aidan y Enda.

– Necesito que uno de vosotros vaya hasta Tara para buscar al jefe brehon, Barran -les dijo a media voz-. Sera un viaje peligroso a traves del reino de Laigin, pero se trata de una necesidad imperiosa.

Aidan se adelanto sin pensarlo dos veces.

– Yo soy el mejor jinetes de los tres -se limito a decir.

No eran palabras jactanciosas las suyas, y ni Dego ni Enda perdieron el tiempo para contradecirle. Fidelma acepto la certeza de su afirmacion sin mas que anadir.

– Necesito que convenzas a Barran de regresar con vos de inmediato, Aidan. Explicadle la situacion. Pedidselo en mi nombre si es necesario. Y, Aidan…, tened cuidado. Puede haber gente a quien no le interese que llegueis a Tara, y mucho menos que volvais aqui con Barran.

– Lo se -dijo con decision- y llevare cuidado, senora. Tardare poco en llegar al territorio de los Ui Neill. No son amigos de Laigin y, en cuanto llegue alli creo que estare a salvo. Si la suerte me acompana, en pocos dias habre regresado.

– Yo solo debo tratar de evitar la ejecucion de manana. Y luego esperar que hayais regresado a tiempo con Barran para averiguar que misterio late bajo estas circunstancias -explico.

Aidan vacilo antes de decir:

– ?Estais segura de que hay un misterio que revelar, senora? Es decir, ?cabe la posibilidad de que…? -Se interrumpio ante la mirada de desaprobacion que Fidelma le lanzo.

– Si Aidan parte a plena luz del dia, senora -intervino Dego, preocupado-, no tendra muchas posibilidades, pues, como ya imaginais, los guerreros de Laigin estaran observando cada uno de nuestros movimientos.

– Entonces les daremos algo que observar -respondio Fidelma con repentina confianza-. Iremos a la ciudad a buscar alojamiento. Cuando nos mezclemos entre el gentio, Aidan se separara del grupo. Si cabalga hacia el oeste en direccion a Slaney, podria parecer que solo regresa a Cashel. Cerca del rio abundan los bosques, donde puede despistar y cambiar el rumbo hacia el norte. ?Entendido?

– Entendido -confirmo Aidan y volvio a vacilar-. Perdonadme, senora, que haya puesto en duda…

Fidelma le puso una mano sobre el brazo.

– Teneis derecho a sospechar, Aidan. Hasta lo impensable puede ser verdad. Eadulf podria ser culpable; no saquemos conclusiones precipitadas. Pero no olvidemos tampoco que conocemos a ese hombre.

Dego cruzo miradas con sus companeros.

– Estamos con vos, senora. ?Quereis partir ahora?

– Ahora mismo. Salgamos por las puertas con los caballos de la mano, bajemos por la colina con calma e indiferencia y, una vez estemos entre las casas, ocultos a la vista de la fortaleza, Aidan montara y se dirigira hacia el oeste.

Pidieron que les trajeran los caballos de las cuadras. Mientras los mozos sacaban a los caballos, el comandante se acerco al grupo.

– ?No os alojareis aqui, senora? -pregunto, sorprendido, pues era costumbre que el rey ofreciera su hospitalidad en su corte a los dignatarios que lo visitaban.

– Buscaremos alojamiento en el pueblo -le aseguro-. Lo mejor es que mi escolta y yo no pongamos en un compromiso al rey obligandole a ofrecernos su hospitalidad.

El hombre parecia perplejo. Aquello era inusual, pero algo habia oido de la enemistad entre Fearna y Cashel,

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