ellas testigos clave de los acontecimientos. De pronto tuvo un escalofrio. ?Que estaba diciendo? ?Que Eadulf sencillamente habia desaparecido con los demas?

El calor del fuego y el sueno interrumpido de la noche anterior favorecieron la somnolencia y, aunque trato de vencerla, sus cavilaciones la adormecian y se dejo llevar hasta entregarse al sueno.

Sin saber cuanto tiempo habria pasado, una puerta la desperto al abrirse. Enda entro en la sala con un gesto de satisfaccion. Fidelma contuvo un bostezo, se estiro y lo saludo.

– ?Que habeis averiguado, Enda?

Sin perder un instante, el joven guerrero tomo asiento a su lado. Bajo la voz tras haber lanzado una mirada alrededor para asegurarse de que estaban solos, y dijo:

– He seguido a la abadesa sin que reparase en mi. Se ha dirigido hacia el norte…

– ?Hacia el norte?

– Si, pero solo unos cinco o seis kilometros. Luego ha subido colina arriba, hasta un poblado llamado Raheen. Al llegar ha ido hasta una cabana, donde la ha recibido una mujer. Parecian tener mucha amistad.

– ?Mucha amistad? -repitio Fidelma enarcando ligeramente una ceja, extranada.

– Se han abrazado. Y luego han entrado en la cabana. He esperado una hora mas o menos hasta que la abadesa ha salido.

Entonces Fidelma se dio cuenta de que habia perdido buena parte de la tarde y que habia dormido varias horas.

– Proseguid -dijo, tratando de disimular el fastidio de haber perdido el tiempo-. ?Y luego?

– Entonces ha llegado nuestro amigo Forbassach. La mujer los ha dejado solos un rato. Despues Forbassach se ha marchado y, al poco, la abadesa Fainder tambien. Ha vuelto a caballo a Fearna, por lo que no me he tomado la molestia de seguirla.

– ?Y que habeis hecho entonces?

– He pensado que querriais saber quien era la mujer de la cabana a la que habian visitado.

Fidelma sonrio con aprobacion.

– Veo que aprendeis rapido, Enda. Acabaremos haciendo de ti un dalaigh.

El joven nego con la cabeza, tomandose en serio el comentario liviano de Fidelma.

– Yo soy guerrero e hijo de guerrero, y cuando sea demasiado viejo para seguir siendo guerrero, me retirare a una granja.

– ?Habeis averiguado quien era la mujer?

– He pensado que era mejor no dirigirme directamente a su cabana, sino indagar entre otros habitantes del lugar. Me han dicho que se llama Deog.

– ?Deog? ?Habeis descubierto algo mas?

– Que ha enviudado hace poco. Su esposo se llamaba Daig.

Fidelma callo unos momentos y pregunto luego:

– ?Estais seguro que os han dicho ese nombre?

– Asi es, senora.

– Si hace poco que es viuda, debe de tratarse del mismo hombre.

– No se si os comprendo, senora -Enda no estaba seguro de que habia querido decir Fidelma.

Fidelma penso que no tenia tiempo para explicarselo. ?Que interes tendrian la abadesa Fainder y el obispo Forbassach en visitar a la viuda del vigilante que se habia ahogado en el muelle? Fainder le habia dado la impresion de no conocer apenas a aquel hombre… ?para que iria a visitar a su viuda? Y no solo eso: segun habia contado Enda, parecian buenas amigas. He ahi un misterio mas.

– Supongo que no habeis preguntado si la abadesa visita con frecuencia a esa mujer, Deog se llama, ?no es asi?

Enda nego con la cabeza y explico:

– No queria atraer demasiado la atencion. Asi que me he abstenido de preguntar en exceso.

Fidelma reconocio que Enda habia actuado correctamente: demasiadas preguntas podian haber puesto a la gente en guardia.

– ?A que distancia de aqui decis que vive esa mujer?

– A menos de una hora a buen galope.

– Dentro de unas horas sera oscuro -observo Fidelma, mirando al cielo-. Aun asi, creo que deberia hablar con Deog.

– Ahora conozco el camino, senora -anuncio Enda con entusiasmo-. No tendria por que haber problemas para cabalgar hasta alli, como tampoco para regresar de noche incluso.

– Entonces eso haremos -decidio Fidelma-. ?Donde esta Dego?

– Creo que estaba en las cuadras almohazando a los caballos. ?Quereis que vaya a buscarlo?

Fidelma asintio.

– Cuanto antes partamos, mejor -dijo-. Vamos a buscarlo.

Tal cual Enda suponia, Dego estaba almohazando el caballo de Enda tras la breve cabalgada al poblado. Saludo a Fidelma con cierto nerviosismo.

– He regresado a la posada justo despues del mediodia, senora -le dijo-, tal como habiais ordenado. Pero al ver que dormiais junto al fuego, he pensado que os convenia mas el sueno que oir que no tenia nada de lo que informaros. Espero haber hecho bien al dejaros dormir.

Por un momento, Fidelma no sabia de que estaba hablando, hasta que recordo que le habia dicho que se encontrarian en la posada a su regreso de la abadia a fin de decidir la proxima estrategia. Fidelma le sonrio para disculparse, dada la expresion preocupada del guerrero.

– Habeis hecho bien, Dego. Me convenia dormir. Enda y yo vamos a salir a caballo. Puede que estemos unas horas fuera.

– ?Quereis que os acompane?

– No es menester. Enda conoce el camino. Prefiero que alguno de nosotros se quede por si el hermano Eadulf tratara de ponerse en contacto con nosotros.

Dego la ayudo a ensillar el caballo mientras Enda volvia a ensillar el suyo.

– ?Donde estareis -pregunto Dego- en caso de que algo suceda?

– Vamos a ver a una mujer llamada Deog, que vive en un lugar llamado Raheen a uno seis kilometros al norte. Pero no lo mencioneis a nadie.

– Desde luego, senora.

Montaron a los caballos y emprendieron la marcha con brio a traves de las calles de Fearna. Enda iba en cabeza, al pie de los imponentes muros grises de la lugubre abadia; luego paso de largo los muros que bordeaban el rio en el recodo que formaba hacia el norte. En una bifurcacion tomo el camino que ascendia por una colina en leve pendiente, a traves de un bosquecillo.

Alli Fidelma grito a Enda que se detuviera. Regreso hasta el limite de los arboles y arbustos, desde donde se veia el camino que habian seguido, y espero en silencio unos momentos, inclinada sobre el cuello del corcel, detras del follaje.

Enda no necesito preguntarle que estaba haciendo. Si alguien les habia seguido, no tardarian en verlo desde aquella posicion. Fidelma espero un buen rato antes de soltar un suspiro de alivio.

– Parece que mis temores son infundados -anuncio a Enda con una sonrisa-. Por el momento, nadie nos sigue.

Sin decir nada, Enda dio media vuelta y reemprendio el galope entre el bosquecillo, para tomar a continuacion una senda entre campos de labranza, hacia una zona boscosa mas densa, que cubria las colinas que se alzaban al fondo.

– ?Que colina es esa, frente a nosotros, Enda? -pregunto Fidelma mientras avanzaban por la senda.

– Se trata de la colina que da nombre a la posada en la que nos alojamos. Es la Montana Gualda. Dentro de un momento giraremos hacia el este y saldremos a la ladera de la montana antes de volver a girar al norte, hacia Raheen. El poblado queda al principio del valle, a escasa distancia a caballo.

Al poco, cuando el cielo otonal empezaba a nublarse y oscurecer con el atardecer, Enda se detuvo y senalo con el dedo. Habian llegado al valle, que se extendia al sur hacia el rio. Sobre la ladera habia aqui y alla varias cabanas de las que emanaban pequenas columnas de humo oscuro. Era claramente una comunidad agricola.

– ?Veis la cabana de alla a lo lejos?

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×