– ?Alguien presencio lo ocurrido?

Deog la miro con perplejidad.

– ?Que si alguien lo presencio? Si hubiera habido alguien cerca, no se habria ahogado.

– Entonces, ?como se conocen esos detalles?

– El obispo Forbassach me dijo que asi es como debio de haber ocurrido, pues es el unico modo en que podria haber sucedido para que concordara con los hechos. -Pronuncio las palabras como una formula, lo cual hacia evidente que repetia a pies juntillas lo que el brehon le habia contado.

– Pero ?que pensais vos?

– Que asi debio de ser.

– ?Daig hablo con vos alguna vez de lo que habia pasado en los muelles? Por ejemplo, ?hablo alguna vez de la muerte del marinero?

– Fainder me conto que ejecutaron al pobre Ibar por ese crimen.

– ?Al pobre Ibar? -Se extrano Fidelma-. ?Conociais al hermano?

– Conozco a su familia -asintio Deog-. Son herreros en la parte baja de las faldas de la Montana Gualda. Daig me conto como lo habia encontrado.

– ?Y como fue? ?Que os conto Daig exactamente? -pregunto Fidelma con gran interes.

– ?Por que quereis que os describa lo que Daig me conto del asesinato? -Deog miro a Fidelma con desconcierto-. ?No os lo ha contado Fainder? Ni siquiera el obispo Forbassach quiso conocer los detalles.

– Hacedme el favor -la invito Fidelma con una sonrisa-. Me gustaria oirlo y, en la medida de lo posible, emplead las mismas palabras que uso vuestro esposo.

– Veamos. Daig me conto que estaba patrullando por el embarcadero junto a la abadia a medianoche cuando oyo un grito. Daig llevaba una antorcha de tea; la levanto y respondio con otro grito mientras avanzo en direccion al sonido. Entonces oyo unos pasos corriendo sobre los tablones del muelle. Se encontro una figura acurrucada. Era el cuerpo de un hombre, de un barquero. Daig lo reconocio: era un tripulante del barco de Gabran, que estaba amarrado en el muelle. El hombre tenia un golpe en la cabeza; cerca, en el suelo, habia un madero.

– ?Un madero?

– Daig me dijo que era uno de esos palos de madera que usan en los barcos.

– ?Una cabilla?

Deog se encogio de hombros y explico:

– No se muy bien que es, pero esa es la palabra que uso.

– Proseguid.

– Me dijo que saltaba a la vista que el hombre estaba muerto, asi que dejo alli el cuerpo y echo a correr tras los pasos que huian. Pero no tardo en darse cuenta de que la noche habia encubierto al culpable, asi que volvio adonde estaba el cuerpo…

– ?Os dijo en que direccion iban los pasos que oyo? ?Hacia la entrada de la abadia quiza?

Deog reflexiono antes de responder:

– No creo que fuera hacia la entrada de la abadia, porque dijo que los pasos se desvanecieron en la oscuridad. Y durante la noche suele haber dos antorchas encendidas a las puertas de la abadia. Y si el culpable hubiera corrido hacia alli, Daig lo habria visto con la luz.

– ?Dos antorchas encendidas, decis? -repitio Fidelma y guardo silencio unos instantes para asimilar la informacion-. ?Como lo sabeis?

– Me lo dijo Fainder.

Fidelma vacilo un momento y luego decidio no desviar la conversacion.

– De eso hablaremos luego. Continuad con la historia que os conto Daig.

– Bueno, regreso adonde estaba el cuerpo del marinero y dio la voz de alarma. Otro marinero del barco de Gabran se desperto y le dijo a Daig que aquel se hallaba en la posada La Montana Gualda y que la ultima vez que habia visto al muerto habia sido alli tambien. Al parecer este habia acudido a la posada a buscar dinero que Gabran le debia.

»Daig fue a la posada, donde encontro a Gabran. Habia estado bebiendo cosa mala, asi que tardo en comprender la situacion. Lassar, la duena de la posada, le dijo a Daig que el marinero se habia encontrado alli con Gabran y que habian discutido. Gabran le pago e hicieron las paces. El marinero se quedo un rato en la posada bebiendo y luego regreso al barco. Para entonces Lassar ya dormia, pues era tarde, pero se desperto cuando Daig aparecio preguntando por Gabran.

La mujer interrumpio la narracion y pregunto, extranada:

– ?Realmente os interesa, senora? Al obispo Forbassach le parecia irrelevante.

– Proseguid, Deog. ?Que mas os conto Daig?

– Gabran confirmo que acababa de pagar a aquel hombre un dinero que le debia.

– ?Dijo por que habian discutido?

– Tenia que ver con el dinero. Daig dijo que el motivo era una nimiedad. Que lo importante era que el marinero no llevaba el dinero encima despues de muerto. Cuando Gabran se entero de que faltaba el dinero, pregunto por una cadena de oro que su tripulante solia llevar al cuello. Pero tampoco estaba.

– Es decir, que no hallaron ni el dinero ni la cadena en el cuerpo.

– Eso es lo que escamo a Daig. Despues de intentar en vano ir tras los pasos que se desvanecieron en la oscuridad, decidio regresar y registro el cuerpo.

– ?Por que decis que le escamo? ?En que sentido?

Deog fruncio el ceno para hacer memoria de lo que Daig le habia contado.

– Dijo… aunque penso que podria estar equivocado… dijo…

– Tomaos tiempo -sugirio Fidelma al ver que dudaba, tratando de recordar.

– La primera vez que vio el cuerpo, antes de ponerse a perseguir los pasos, Daig estaba seguro de haberle visto una cadena de oro alrededor del cuello. Le parecio ver un destello a la luz de la antorcha.

– Pero la cadena habia desaparecido cuando regreso, ?a eso os referis?

– Eso es lo que le extrano: que al volver, el marinero ya no la tuviera.

– ?Se lo conto a alguien?

– Al obispo Forbassach.

– Ya. ?Y que sucedio? ?Que hizo Forbassach al respecto?

– Creo que no volvio a mencionarlo. Al fin y al cabo, Daig no estaba seguro del todo. Lassar confirmo que el hombre habia recibido el dinero de manos de Gabran y sabia que solia llevar una cadena de oro. Lo conocia, porque era un miembro de la tripulacion de Gabran que solia frecuentar la posada. Siempre se jactaba de que habia ganado la cadena de oro en una batalla contra los Ui Neill.

Fidelma guardo silencio un momento para ponderar la informacion.

– El asunto de la cadena de oro empezo a preocuparle -anadio Deog.

– ?Os conto Daig que pista siguio para llegar hasta el hermano Ibar?

– Lo cierto es que si, y le parecio una coincidencia asombrosa. Al dia siguiente, el mismo Gabran le conto que en la plaza del mercado se le habia acercado un monje con el proposito de venderle una cadena de oro, que el enseguida reconocio como la misma que solia llevar el tripulante hallado muerto.

– Yo diria que es una coincidencia muy extrana -comento Fidelma con sequedad.

– Pero las coincidencias se dan -respondio Deog.

– ?Sabia Gabran quien era el monje?

– Sabia que era un miembro de la comunidad de la abadia.

– ?Y dijo que le compro la cadena?

– Fingio estar interesado y acordo verse con el monje mas tarde. A continuacion lo siguio hasta la abadia. Pregunto a la rechtaire como se llamaba (Ibar, claro) y luego acudio a Daig y le conto toda la historia. Daig fue al monasterio y relato los hechos a la abadesa Fainder. Con la rechtaire, Daig registro la celda de Ibar y encontraron la cadena y un portamonedas bajo la cama de Ibar.

– ?Y luego? -inquirio Fidelma.

– Gabran identifico la cadena y dijo que el portamonedas se parecia mucho al que el le habia dado a su tripulante. Fainder hizo llamar al obispo Forbassach, y el hermano Ibar fue acusado oficialmente.

– Segun se me dijo, el nego la acusacion.

– Asi es. Nego que hubiera asesinado a aquel hombre, nego que intentara vender la cadena a Gabran y nego

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