– ?Recto por el camino? ?Ahi me espera sor Fidelma?

– Ahi abajo, en el rio -repitio el hombre desde la puerta.

Eadulf se volvio para tomar el camino escarchado. El suelo resbalaba, pero la unica alternativa era andar por el centro, donde el fango se mezclaba con bosta de caballo. De modo que prefirio avanzar por un lado, si bien la pendiente le hacia bajar mas deprisa de lo que habria querido. Al poco rato sucedio lo inevitable. De subito resbalo y cayo al suelo.

Sin embargo, ese tropiezo le salvo la vida.

La caida le hizo levantar los pies por delante, lo cual le llevo a caer de espaldas en el momento preciso en que dos flechas pasaban de largo para clavarse con un fuerte golpe seco contra un arbol.

Eadulf miro las flechas un momento, estupefacto. Acto seguido rodo sobre si mismo a un lado y miro atras.

El hombre de rostro enjuto que le habia invitado a salir estaba colocando otra flecha contra la varilla del arco. A el se habia unido otro hombre con todo el aspecto de un arquero profesional, que ya estaba disparando otra flecha. Eadulf volvio a rodar sobre si, esta vez fuera del camino, se levanto torpe y apresuradamente y se arrojo a la maleza. Oyo el zumbido de la vara al rozarle la oreja.

De pronto echo a correr; a correr por su vida. No penso ni en como ni en por que; no trato de entender que habia pasado. Un instinto de conservacion animal se impuso sobre sus procesos mentales. Simplemente corria abriendose paso por el bosque, mientras alguna recondita parte de su mente pronunciaba una oracion de agradecimiento por que los arboles y matorrales fueran de hoja perenne y, por tanto, le protegieran de los agresores. Sin embargo, la escarcha no estaba de su parte. Sabia que a su paso dejaba huellas, y rezaba para que saliera el sol y la deshiciera. Si no salia pronto, tendria que encontrar terreno donde se hubiera formado escarcha.

Inevitablemente se dirigia hacia el rio. Sabia que el aire situado cerca del agua corriente era a veces mas calido. ?Estaria Fidelma esperandole?

Solto una risotada sardonica.

?Claro que no! Todo habia sido una artimana para matarle. Pero ?por que? De pronto se dio cuenta de que tenian la ley de su parte. ?Que dictaba el maighin digona? Le habian dado asilo a condicion de que permaneciera en los limites de la fortaleza del protector. El dueno de un refugio estaba obligado a no permitir huir al fugitivo y, si sucedia, se le responsabilizaria del delito original.

Eadulf gruno, angustiado, sin dejar de correr entre la maleza. Habia caido en la trampa. Le habian invitado a marcharse, pero ahora cualquiera podia matarlo por ser un fugitivo que habia violado las leyes de asilo. Les habia concedido la oportunidad legal de matarle. Pero ?quienes eran? ?Se trataba acaso de algun ardid del propio Coba para aniquilarlo? Si era asi, ?para que se habria tomado la molestia de rescatarlo? No tenia sentido.

Llego a la orilla del rio y, como esperaba, el aire era mas calido y la escarcha se estaba disipando. El palido sol estaba ascendiendo y dentro de poco la disolveria por entero. Se detuvo a escuchar: desde alli oia a sus perseguidores aproximandose. Arranco a correr bordeando el rio, mirando aqui y alla en busca de un lugar donde ponerse a cubierto. Sabia que no tardarian en salir de entre los arboles, que tenia que apartarse de la orilla.

Mas adelante vio unos enebros no muy grandes y un terreno frondoso de acebos, cuyas gruesas hojas verdes se alzaban formando un cono y las bayas rojas mostraban cuales eran del sexo femenino. Eadulf sabia muy bien que las espinas puntiagudas de las hojas inferiores -estrategia natural del arbol para protegerse de animales fisgones- le causarian heridas dolorosas, pero no habia a mano un lugar mejor donde esconderse.

Para entonces ya oia a los dos hombres que le seguian el rastro hablando a gritos entre ellos. Estaban muy cerca. Eadulf se aparto de la orilla y salto a esconderse entre los enebros: cayo al suelo y se arrastro como pudo hasta llegar bajo la incomoda capa de acebos. Se tumbo lo mas plano que pudo bajo el abrigo de la planta y espero contra el suelo frio y duro con el corazon desbocado por el esfuerzo. Desde aquella posicion estrategica atisbaba un tramo de la orilla y, al poco, vio a los perseguidores, que se detuvieron.

– ?Que Dios maldiga al taimado sajon! -oyo increpar al hombre del rostro delgado.

Su companero miro en derredor y dijo con voz taciturna:

– Puede haberse ido por cualquier lado, Gabran. Rio arriba o rio abajo. Tu decides.

– ?Que Dios lo pudra!

– Eso no es respuesta. No veo por que hemos tenido que esperar a que saliera de la fortaleza para dispararle. ?Por que no podiamos haberlo matado mientras dormia?

– Porque Dau, amigo mio -explico el otro en un tono sarcastico-, tenia que parecer que habia huido del refugio, ?por eso! Y ademas teniamos que sacarlo de la fortaleza de Coba antes de que se despertaran los ocupantes. El sajon cargara con la muerte del guardia al que he tenido que acallar. Sera un asesinato mas que anadir a su historial. Bueno, tu ve rio arriba, que yo ire en sentido contrario. Tengo el barco amarrado abajo. He de subirlo antes del mediodia. Esto no me gusta nada. Mientras el sajon este vivo, todo el plan peligra. Mejor habria sido que lo hubieran dejado en la abadia para que lo colgaran.

El hombre de rostro enjuto se separo del otro y enfilo a lo largo de la orilla sin apartar la vista del suelo en busca de las huellas de Eadulf. Su companero se detuvo un momento, escruto la campina y se puso a andar en direccion contraria. Entonces se paro. Eadulf se movio, nervioso. ?Habia localizado el hombre el lugar donde se habia apartado de la orilla para abrirse paso entre los enebros?

Sin perder un instante, miro a su alrededor en busca de cualquier cosa con la que defenderse. Cerca vio una vara de endrino que habia caido de un arbol proximo. Eadulf extendio el brazo y lo acerco a el con las puntas de los dedos. Lo agarro con firmeza y lo levanto con cuidado, tratando de evitar las hojas puntiagudas del acebo.

El guerrero al que el otro habia llamado Dau sostenia una flecha en la misma mano que el arco y estaba mirando aqui y alla en busca de pisadas.

Eadulf se dio cuenta entonces de que solo tenia una alternativa para el siguiente movimiento. Aquel hombre iba a matarlo. No sabia muy bien por que, pero en ese momento tampoco importaba. Lo principal era salvar la propia vida. Eadulf se movio despacio, tratando de recordar las tecnicas que le habia ensenado su padre de nino cuando salian a cazar en su tierra natal, la region de South Folk. Procurando evitar la urdimbre de ramas, avanzo muy despacio, bordeando el acebo a traves de los enebros hasta situarse detras de su adversario. A cada paso que daba, estaba convencido de que este lo habria oido.

El arquero se encontraba de pie, indeciso, mirando entre arboles y arbustos, sin darse cuenta siquiera de que Eadulf se le acercaba por detras con la vara de endrino en alto. Basto un golpe certero para dejarlo sin conocimiento. El hombre cayo redondo, emitiendo un grunido casi imperceptible. Eadulf espero un instante junto al bulto inerte, agarrando con firmeza la vara, preso a atizarle otra vez. Pero no volvio a moverse.

– Perdoname, porque he pecado -murmuro, haciendo una genuflexion junto al adversario inconsciente.

Le quito las botas de cuero y las tiro al rio; lo mismo hizo con el arco y la aljaba con flechas. Le quito el cuchillo de caza y lo hundio en su propio cinturon. Tambien le quito la capa de piel de cordero, pues la necesitaria si iba a caminar por campo abierto. Al menos, cuando el arquero volviera en si, no pensaria en perseguirle al momento, desarmado como estaba y sin botas ni capa que lo abrigara. Eadulf miro al cielo, tratando de recordar la cita de Juan: «Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo».

Entonces se levanto, se echo el pesado abrigo sobre los hombros y se puso a andar hacia las montanas que ante el se alzaban. No estaba seguro de que direccion le convenia tomar. Tenia presente que debia alejarse lo mas posible de la fortaleza de Cam Eolaing antes de tomar decisiones en cuanto a su destino final. Si algo tenia claro era que Fidelma no habia participado en aquella extrana conspiracion para matarlo. E ir en su busca seria probablemente una tremenda perdida de tiempo. Lo mejor seria encaminarse hacia el este, en direccion a la costa, e intentar embarcarse en un navio que lo llevara a la tierra de los Sajones del Oeste o a cualquier otro reino sajon. En fin, tendria tiempo de sobra para decidirlo. Pero antes debia encontrar refugio y comida.

* * *

Fidelma levanto la vista cuando llamaron a la puerta. Era Lassar, la posadera. Parecia cansada y algo nerviosa.

– Esta aqui el brehon, el obispo Forbassach, otra vez. Desea hablar con vos.

Fidelma acababa de vestirse y se disponia a bajar a la sala principal de la posada para desayunar.

– Muy bien. Ire enseguida -informo a la posadera.

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×