Se encaminaba derecho al norte, pues, segun Dalbach le habia explicado, esa direccion lo conduciria hasta un valle en el extremo este de las montanas, al otro lado de una cumbre, desde donde podria girar hacia el oeste y tomar el camino a Fearna. A pesar de su ceguera, Dalbach parecia recordar la geografia de su region con la exactitud de un hombre de ojos sanos. Los recuerdos se hallaban marcados en su mente. La campina por la que Eadulf se estaba abriendo paso era inhospita y accidentada, por lo que agradecia doblemente la hospitalidad de Dalbach, asi como el gesto de prestarle ropa de abrigo y las botas con las que sustituir el raido habito de lana y las sandalias. Tambien agradecia el sombrero de lana con orejeras que Dalbach le habia proporcionado; hacia juego con la capa de oveja, y se le ajustaba bien a la cabeza y le daba calor. El viento de la montana era como una hoja que cortaba las partes mas sensibles de la piel.

Avanzaba a grandes zancadas y con la cabeza gacha por el sendero, que en algunos tramos parecia desvanecerse. Tuvo que detenerse en varias ocasiones para asegurarse de que lo estaba siguiendo. No era un sendero frecuentado; eso era evidente. De vez en cuando levantaba la cabeza para mirar, pero el viento helado le daba en la cara, por lo que era mas facil caminar mirando al suelo. En una de estas rapidas miradas, se detuvo, sorprendido.

Algo mas adelante habia un hombre sentado en el camino.

– ?Vamos! -le grito este-. Llevo mucho esperandote.

* * *

Hacia una hora que Fidelma y sus companeros cabalgaban por la orilla norte cuando Dego tiro de las riendas y senalo con entusiasmo.

– Mirad ese barco amarrado en el embarcadero que aparece detras de esos arboles. ?Debe de ser el Cag!

Fidelma entorno los ojos. No muy lejos de alli habia una arboleda, junto a la cual se divisaba un embarcadero con un gran barco de rio amarrado. Al lado del embarcadero se veia un caballo atado. Fidelma lo reconocio al instante.

– Es el caballo de la abadesa Fainder -dijo a sus companeros.

– Entonces supongo que, al fin, hemos encontrado a Gabran -observo Enda.

Los tres jinetes siguieron adelante poco a poco, hasta detenerse donde pastaba el caballo de la abadesa tranquilamente. El embarcadero era el unico signo de civilizacion en la zona. No habia senal de casas u otro tipo de viviendas por alli. Era un lugar extranamente desolado.

Del Cag no salia ningun ruido y tampoco vieron movimiento alguno. Fidelma se pregunto donde estaria la tripulacion. Supuso que se hallaria bajo la cubierta y que nadie les habia oido llegar. Ataron los caballos, y los tres, encabezados por Fidelma, se acercaron al embarcadero. Era una nave larga y plana, utilizable solamente para la navegacion fluvial, pues seria inestable para usarla a mar abierto.

Una vez sobre el embarcadero, Fidelma se detuvo: el silencio imperante no era normal.

Con cautela, se dirigio hacia la cabina principal, la parte mas elevada y posterior de la nave, con la puerta situada al nivel de la cubierta. Se disponia a llamar, cuando oyo un sonido apenas perceptible en el interior: la intuicion le dijo que algo iba mal.

Lanzo una mirada de advertencia a los guerreros, puso la mano sobre el pestillo y lo empujo muy despacio antes de abrir de golpe la puerta.

No estaba preparada para ver la escena que presencio.

En la oscura cabina habia sangre por todas partes, procedente de un cuerpo despatarrado en el suelo. Pero lo que mas impresiono a Fidelma fue la figura que habia arrodillada junto a la cabeza del cadaver. Una figura con un cuchillo ensangrentado en la mano.

La ropa del cadaver habria revelado su identidad aun cuando Fidelma no hubiera reconocido sus facciones retorcidas en el momento de agonia previo a la muerte. Era Gabran, el capitan del Cag. Pero la figura arrodillada con el arma homicida en la mano, que habia vuelto la cabeza y miraba aterrorizada a Fidelma, era la abadesa de Fearna, la abadesa Fainder.

Capitulo XVI

– Vamos. ?Hace mucho que te espero! -repitio el hombre, saltando de la roca donde estaba sentado para acercarse a Eadulf.

Sobresaltado, Eadulf no se movio de su sitio y escruto a aquel hombre que habia esperado sentado sobre una roca que sobresalia por encima del camino, algo mas adelante. Iba vestido con ropa de campo basta. Su piel tostada y curtida indicaba que estaba acostumbrado a la intemperie. Vestia un pesado jubon de cuero sobre una gruesa chaqueta de lana, y a los pies llevaba las botas resistentes que calzaban los hombres de campo.

Eadulf no sabia si era preferible huir o quedarse y tomar medidas para defenderse. Algo mas adelante, vio un carro tirado por un caballo, lo cual le hizo pensar que era inutil huir. Tenso los musculos, preparado para luchar.

El hombre se detuvo y lo miro con cara de fastidio.

– ?Donde esta Gabran? Creia que esta vez iba a venir el mismo.

– ?Gabran? -repitio Eadulf, volviendose a mirar atras, alarmado, sin saber como debia actuar-. Ha regresado al barco -respondio, decidido a decir la verdad; al fin y al cabo, eso le habia oido decir a Dalbach.

– ?Ha vuelto al rio? -El hombre escupio a un lado del camino-. Asi que os ha enviado solo para que recojais la mercancia.

– Si, vengo solo -respondio Eadulf sin mentir.

– Hace dos horas que espero. Hace frio, y no estaba seguro de si habiamos quedado aqui, en Darach Carraig, o en la cabana de Dalbach. Pero ya veo que has venido.

– Gabran no me ha dicho que tuviera que venir mas pronto -explico Eadulf, sintiendose de pronto mas confiado.

Se habia percatado de que aquel debia de ser el hombre con las mercancias al que Gabran habia estado buscando antes, en la cabana de Dalbach. Era evidente que aquel tipo habia confundido Darach con Dalbach.

– Nadie como Gabran para hacer que otros trabajen por el -suspiro el hombre-. Eres extranjero, ?no?

Eadulf se puso tenso.

– Por tu acento, sajon -prosiguio el hombre con desconfianza, pero luego se encogio de hombros-. A mi me trae sin cuidado. Supongo que cargas con la mercancia aqui y la llevas hasta el pais de los sajones, ?eh?

Eadulf prefirio responder con un sonido que no le comprometiera.

– Bueno -continuo el otro- es tarde, hace frio y no quiero quedarme aqui mas de lo necesario. Esta vez solo son dos. Creo que la proxima vez buscare por otros sitios, mas lejos. Supongo que has dejado el carro al pie de la colina. ?No te ha dicho Gabran que el camino era franqueable hasta aqui arriba? Bueno, pero con dos no tendras problemas. Ya me las tendre con Gabran en Cam Eolaing, cuando regrese de la costa; cuando le veas dile que las cosas se estan poniendo peliagudas. Y que ya me pagara cuando regrese. Aunque voy a subir el precio.

Eadulf movio la cabeza como si asintiera. Parecia lo unico que podia hacer en aquella conversacion confusa y estrambotica.

– Bien, sajon. Estan en la cueva, como de costumbre. ?Te ha dicho Gabran donde esta?

Eadulf vacilo y nego con la cabeza.

– No exactamente -respondio.

El hombre solto un suspiro de impaciencia, se volvio y senalo.

– Sigue doscientos metros mas por este camino, amigo. Colina arriba, a tu derecha, veras una pared de roca, un precipicio no muy alto de granito. Veras la entrada a una cueva. No te pasara desapercibida. Ahi dentro esta la mercancia.

El hombre miro al cielo y se subio el cuello.

– No tardara en llover. Con este frio, puede que caiga aguanieve. Me largo. No te olvides de decirle a Gabran lo que te he dicho. La cosa esta cada vez mas peliaguda.

Dicho esto, volvio al carro y subio sin perder un instante. Sacudio las riendas y se metio por un sendero

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×