Eadulf y las dos ninas tardaron bastante en cruzar las montanas; acaso era demasiado generoso llamarlas asi, pues solo dos de estas superaban los cuatrocientos metros. El problema no era la altura, sino el terreno tan abrupto, exento de vegetacion, y el hecho de que las ninas estaban debiles tras el suplicio que habian pasado. El propio Eadulf, tras varias semanas encarcelado en una celda y a pesar de sus intentos de mantenerse en forma, tampoco estaba en su mejor estado fisico. Durante la ascension, tuvieron que detenerse a descansar varias veces.

Se habian dirigido hacia el norte, de camino al extremo noreste de la sierra, para luego proseguir el viaje girando hacia el sudeste. A lo lejos, Eadulf diviso la imponente sombra de la Montana Gualda, lo cual confirmo que la mejor perspectiva de pasar la noche con cierta comodidad y no a merced de la intemperie era buscar cobijo en la pequena poblacion religiosa dedicada a la santisima Brigida de Kildare, que se encontraba en las laderas del sur. Mas la tarde avanzaba sin piedad. Les quedaba un buen trecho por delante, y no llegarian a su destino antes de caer la noche.

Capitulo XVIII

Dego volvio al barco en compania de Coba y algunos de sus guerreros a los pocos minutos de la inesperada aparicion de Fial y sus perseguidores. Coba sugirio que fueran todos a su fortaleza de Cam Eolaing, para tratar los acontecimientos con mayor comodidad. Fidelma no habia conseguido sacar nada en claro de Fial, que todavia estaba histerica, ni del obispo Forbassach ni de Mel, que de pronto habian perdido el interes en explicarse. Asi como la abadesa, que, de pronto, habia enmudecido.

Entre los hombres de Coba habia guerreros que conocian bien el rio y se ofrecieron a llevar el barco de Gabran corriente abajo, hasta el embarcadero de Cam Eolaing. Con la ayuda de Enda, otros dos de sus hombres se hicieron cargo de los caballos, que usaron para regresar, mientras que Fidelma volvio con el barco, junto a los demas.

– Cuando lleguemos a la fortaleza, Coba -le dijo al jefe-, interrogare a estas personas para averiguar que ha sucedido. Como juez del territorio, creo que lo mas adecuado seria que os sentarais conmigo en cuanto representante local.

El obispo Forbassach, que entreoyo la conversacion, intervino enseguida.

– Coba ya no tiene autoridad para ejercer de juez -objeto sin mas-. La perdio al ayudar a vuestro amigo sajon a fugarse. Vos misma estabais en la posada cuando se lo comunique.

– El rey es quien tiene el poder de pronunciar y confirmar una destitucion de cargo -senalo Fidelma-. ?Fianamail ha destituido formalmente a Coba de su posicion de bo-aire?

– El rey -respondio el obispo Forbassach con irritacion- habia salido de caza con el abad Noe por las montanas del norte cuando he ido a verle para tratar con el el abuso de la ley cometido por Coba con respecto al sajon.

– En tal caso, hasta que Fianamail no regrese de cazar, Coba seguira siendo el bo-aire de este distrito, ?de acuerdo?

– A mis ojos no -respondio el obispo con desden-, pues soy brehon de Laigin.

– A los ojos de la ley, Coba todavia es juez; en cambio vos estais demasiado mezclado en este asunto, Forbassach. Asi que se sentara conmigo como autoridad mientras hago el interrogatorio.

Coba lanzo una mirada no exenta de triunfo a Forbassach y la abadesa.

– Asi lo hare de buen grado, hermana. Al parecer, aqui hay cierta connivencia.

– Lo discutiremos en Cam Eolaing -le aseguro Fidelma.

Caia la noche cuando el barco toco el embarcadero de madera situado a los pies de la fortaleza de Cam Eolaing. Tuvieron que encender antorchas para iluminar el camino que subia del rio a la entrada de la fortaleza de Coba. Unos cuantos criados del jefe acudieron a recibirlos tras enterarse de que estaba de regreso y que el grupo traia consigo un cadaver. Se agolparon con preocupacion en torno a la portalada, pues no sabian si habia muerto alguno de los hombres de Coba.

Este, a la cabeza del grupo, se detuvo un momento para mostrarles al muerto. Corrio un murmullo de sorpresa al saberse que se trataba de Gabran.

– Y ahora, que cada uno vuelva a lo suyo -ordeno el jefe-. Encended las chimeneas de los salones para los invitados y preparad refrigerios -pidio al administrador, y luego indico a los mozos de cuadras-: Llevaos los caballos y atendedlos. -Y, dirigiendose a los que cargaban con el cuerpo de Gabran, anadio-: Dejadlo en la capilla.

Con media docena de ordenes precisas, Coba organizo una recepcion apropiada para sus invitados, unos mas dispuestos que otros a estar alli. Despues de lavarse, comer y descansar, fueron convocados a presentarse en el salon de Coba, donde resplandecia el fuego en la chimenea, y antorchas de tea iluminaban los rincones mas oscuros.

Coba tomo asiento en su silla de oficio, e invito a Fidelma a hacerlo a su lado.

Desde su posicion mas elevada, miro a los rostros expectantes de la abadesa Fainder, Mel, Enda y Dego, y a la figura triste y acurrucada de la nina llamada Fial. Luego dio una breve mirada alrededor.

– ?Y el obispo Forbassach? ?Donde esta? -pregunto, no sin advertir un destello de satisfaccion en los ojos de la abadesa Fainder.

Coba se volvio hacia el jefe de sus guerreros, y este salio disparado de la sala.

– Lo mas sencillo para todos -dijo Fidelma, lanzando una mirada glacial a la abadesa Fainder- seria que nos dijerais adonde ha ido Forbassach.

– ?Que os hace pensar que yo lo sepa? -respondio la abadesa con sorna.

– Se que lo sabeis -respondio Fidelma con seguridad.

– Yo no he hecho nada malo -replico la abadesa Fainder, avanzando la mandibula agresivamente-. Me niego a aceptar la medida legal de que el bo-aire de Cam Eolaing me tenga recluida y pretenda interrogarme. Coba ha demostrado ser mi enemigo. Estoy retenida aqui contra mi voluntad.

Por el gesto de la abadesa, Fidelma sabia que no iba a soltar prenda.

– Mis hombres registraran la fortaleza, hermana -ofrecio Coba-. Lo encontraremos.

En ese momento el jefe de los guerreros volvio al salon y fue derecho a Coba.

– ?El obispo Forbassach ha abandonado la fortaleza!

– Pero si he apostado un guardia en la entrada con estrictas instrucciones de no dejar salir a nadie a menos que la hermana o yo lo permitieramos. ?Como es posible? ?Acaso se han desobedecido mis ordenes?

El guerrero hizo una mueca y respondio:

– No, jefe. La portalada estaba abierta y el obispo Forbassach se ha llevado un caballo. El que lo ha visto salir… no sabia que no tenia permiso para hacerlo, asi que no se le puede culpar… Lo han visto dirigirse a Fearna.

Coba maldijo con vehemencia.

– Aequo animo -murmuro Fidelma, reprobandolo.

– Estoy tranquilo -afirmo Coba-. ?Donde esta el guardia que estaba apostado en la entrada? ?Donde esta el que ha dejado pasar al obispo Forbassach? ?Traedmelo!

– Tambien se ha marchado -susurro el guerrero.

– ?Que se ha marchado? -Coba estaba perplejo-. ?Quien es ese guerrero que ha osado desobedecerme?

– Se llama Dau. Lleva la cabeza vendada.

De pronto Coba compuso un gesto pensativo.

– ?Es el mismo al que han encontrado inconsciente esta manana, cuando el sajon se ha escapado?

– El mismo.

– ?Han visto hacia donde ha huido ese tal Dau? -intervino Fidelma.

– La persona que ha visto al obispo dirigirse a Fearna ha observado que le acompanaba otro hombre a caballo, hermana -respondio el guerrero-. Seguro que era Dau. Han huido juntos.

– El obispo Forbassach no ha huido -corrigio la abadesa con una risotada desdenosa-. ?Se dirige a Fearna para traer al rey y a sus guerreros a fin de acabar con vuestra traicion, Coba, con las falsas acusaciones de esta

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