– ?Diss? Pero si significa «debil» o «flojo».

El hombre se dio unos golpecitos sobre la nariz con gesto de entendido y aseguro:

– Sera porque el caballo lo es todo menos debil y flojo.

– Bueno, ?y quien es el jinete? -insistio Grian, que no queria apartarse del asunto.

– El jinete es el dueno del caballo. Se llama Cian.

– Hijo de un jefe, a juzgar por su aspecto -observo Grian con picardia.

El hombre lo nego moviendo la cabeza.

– No, que yo sepa. Pero se que es un guerrero y que sirve en la escolta del rey supremo.

Grian miro a Fidelma con un gesto de triunfo.

La aclamacion era cada vez mayor, y el golpeteo de los cascos estaba cada vez mas cerca. La carrera estaba a punto de acabar; el circuito era circular y los jinetes se aproximaban al poste de llegada.

Fidelma se inclino para ver el resultado.

El hermoso caballo zaino iba a la zaga del primero, una yegua blanca, cuyo jinete cabalgaba inclinado sobre la crin. El publico se enardecio cuando el caballo de Cian gano terreno, pero acabaron siendo vencidos por la yegua blanca y su jinete.

Fidelma se sintio proyectada hacia delante cuando el gentio se abalanzo para felicitar al campeon. Entonces noto que Grian la cogia del brazo y la empujaba hacia delante aprovechando el impulso de la multitud. Sin embargo, Grian no la llevaba hacia el ganador, sino hacia Cian, que en aquel momento desmontaba del caballo.

– ?Que estas haciendo? -le grito Fidelma.

– Quieres conocerlo, ?no? -replico su amiga con decision.

– Yo no…

Antes de poder objetar nada se encontro en medio del grupo que consolaba al guapo y joven jinete por haber perdido por tan poco.

Cian sonreia y aceptaba los cumplidos. Cuando vio a Fidelma y a su amiga, les dirigio una amplia sonrisa. Con las mejillas encendidas, Fidelma bajo la mirada, indignada con Grian por haberla puesto en aquella situacion.

Cian se acerco a ellas con las riendas colgando del brazo.

– ?Habeis disfrutado con la carrera, senoras? -les pregunto.

Fidelma reparo al instante que tenia una voz de tenor resonante y seductora.

– ?Ha sido una carrera formidable! -respondio Grian por ambas-. Pero mi amiga queria saber por que vuestro corcel se llama Diss. Por esta curiosidad ha insistido en conoceros -anadio con malicia.

El jinete se rio con buen animo.

– Se llama Debil, pero es fuerte y cualquier otra cosa menos enclenque. Es una larga historia. ?Aceptaran estas damas tomar un refrigerio conmigo tras hacerme cargo del corcel y lavarme un poco?

– Lo lamento, pero…

Fidelma estaba rechazando la invitacion cuando su amiga le dio un tiron del brazo.

– Claro, nos complaceria -se apresuro a responder Grian con una sonrisa que causo verguenza ajena a Fidelma.

– Excelente -exclamo Cian-. Os vere dentro de quince minutos en aquella tienda de alli; aquella sobre la que ondea ese estandarte de seda amarillo.

Se alejo tirando del caballo entre un grupo que le daba palmadas en la espalda al pasar. Parecia gozar de mucha popularidad.

Fidelma miro a su amiga con gesto enfadado.

– ?Por que lo has hecho? -le reprocho entre dientes.

Grian ni se inmuto.

– Porque se como eres. ?Si te morias por conocerlo! No me lo niegues. En vez de reganarme deberias estar encantada por tener una amiga como yo.

En el fondo Fidelma sabia que Grian tenia razon: queria conocer a aquel guapo guerrero.

* * *

Los recuerdos de aquel primer encuentro volvieron y se desvanecieron en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, pero con absoluta nitidez.

En la penumbra del pasillo inferior del Barnacla Cariblanca, Fidelma tenia ante si a un hombre alto, alumbrado por un farol oscilante, y sintio un conflicto de emociones arrollador. Apenas si habia reparado en que iba ataviado con habito. Estaba de pie en el umbral de su camarote, balanceandose con una mano apoyada en el marco de la puerta; sobre su hermoso rostro bailaban las sombras proyectadas por el vaiven del farol.

Le parecio mayor, mas maduro, si bien sus rasgos apenas habian cambiado. De hecho, los anos habian concedido mas caracter a unas facciones delicadas y hermosas y, aunque le fastidiaba reconocerlo, habian acentuado su encanto.

– ?Fidelma! -exclamo con entusiasmo-. Pero ?que haces aqui? ?No me lo puedo creer!

Habria sido tan facil responder a aquella soberbia sonrisa. Resistio a la tentacion unos instantes hasta que logro mantener su rostro inexpresivo. Fue un alivio comprobar que era capaz de mantener el control de sus emociones.

– Es una sorpresa verte aqui, Cian -respondio en un tono comedido, y anadio-: ?Que haces tu en un barco de peregrinos?

Y al preguntarlo advirtio de pronto que iba vestido con un habito de lana marron y llevaba al cuello un crucifijo colgado de una correa de piel.

Cian parpadeo ante el tono frio y circunspecto de su voz, que le hizo echarse atras y forzar luego una sonrisa. Una expresion amarga impregno sus facciones, distorsionando su hermosura.

– Estoy en un barco de peregrinos sencillamente porque soy un peregrino.

Fidelma lo miro con sarcasmo.

– ?Un guerrero de la escolta del rey supremo, un guerrero de la Fianna, de peregrinaje? No parece verosimil.

No sabia si era por la luz temblorosa, pero Cian tenia una expresion extrana.

– Ya no soy guerrero.

Fidelma estaba abrumada pese a su reaccion hostil al volver a verle.

– ?Me estas diciendo con esto que has abandonado la milicia del rey supremo para entrar en una orden religiosa? Me cuesta creerlo. A ti nunca te gusto la religion.

– Claro, y tu eres capaz de adivinar toda mi vida. ?Acaso no tengo derecho a cambiar de opinion? -le dijo con cierta animosidad en la voz.

Fidelma no se inmuto. Se habia enfrentado a su temperamento varias veces en su juventud.

– Te conozco de sobra, Cian. Tuve que aprender por la fuerza… ?oya no te acuerdas? Yo si que me acuerdo. Dificil seria olvidarlo.

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