modo en nuestra juventud.

– El respeto hay que ganarselo, hermana, y no exigirse solo por haber sobrevivido unos cuantos anos.

Wenbrit, que estaba de pie detras de sor Crella, consiguio guinarle un ojo a Fidelma al inclinarse a recoger el plato.

CAPITULO VI

delma se levanto con discrecion de la mesa y se dirigio a la escalera de camara.

– Si vais a subir a cubierta, Fidelma, me unire a vos -anuncio tras ella Cian, que se levanto para seguirla.

– Me dirijo a mi camarote -respondio Fidelma sin mas para dejar claro que no queria hablar con el.

Sabia que era una actitud absurda la suya, pues tarde o temprano tendria que afrontar la situacion.

– Entonces os acompanare -respondio Cian, sin recular pese al evidente rechazo.

Fidelma apreto el paso escalera arriba hasta la cubierta principal. Cian la alcanzo y le puso una mano sobre el brazo. Ella la aparto al instante, mirando a su alrededor para cerciorarse de que nadie los observaba.

Cian solto una risa grave y burlona.

– No podras evitarme permanentemente, Fidelma -le dijo en un tono sarcastico que ella conocia muy bien.

Fidelma lo miro un momento a los ojos y luego miro al suelo. Seguia sintiendose insegura.

– ?Evitarte? -repitio a la defensiva-. No se a que te refieres.

– Puede que todavia me guardes rencor por el modo en que acabo lo nuestro.

Fidelma sintio que sus mejillas enrojecian; la pulla de el se habia clavado profundamente.

– Yo hace anos que olvide lo ocurrido -mintio ella.

La sonrisa cinica de Cian se ensancho.

– Por tu forma de reaccionar ya he visto que tu no lo has olvidado. Veo odio en tu mirada. Y no puede haber odio sin amor. Estan hechos de lo mismo. Pero bueno, entonces eramos jovenes. Y la juventud nos lleva a equivocarnos muchas veces.

– ?Acaso atribuyes tu crueldad a la juventud? -exigio.

Cian respondio en un tono casi condescendiente:

– ?Ves? A eso me refiero. Y yo que pensaba que lo habias olvidado todo.

– Y asi era, pero al parecer tu tienes interes en resucitarlo -respondio ella-. Si es asi, no esperes que acepte ninguna excusa con la que pretendas justificar lo que hiciste. No la acepte entonces y no la aceptare ahora.

Cian levanto una ceja.

– ?Una excusa? Pero ?que tengo yo que justificar?

Fidelma sintio que la furia volvia a invadirla, acompanada de un arrebatador deseo de golpear con todas sus fuerzas aquel rostro sonriente. Contuvo el impulso, ya que no habria ganado nada dejandose llevar.

– De modo que piensas que no tienes por que justificar tu comportamiento.

– Uno no tiene por que justificar las locuras de juventud.

– ?Una locura de juventud? -Fidelma tenia un brillo temible en la mirada-. ?Asi veias nuestra relacion?

– La relacion no. Solo la manera en que termino. ?Que fue si no? Vamos, Fidelma; ahora somos adultos y mas sensatos. Deja el pasado atras. No nos enfrentemos. No hay por que. ?Para que vamos a estar enemistados en este viaje?

– No existe enemistad entre nosotros. No hay nada entre nosotros -respondio Fidelma con frialdad.

– Vamos -la invito Cian, casi engatusandola-. Podemos ser amigos otra vez, como lo eramos al principio en Tara.

– ?Jamas sera como fue en Tara! -exclamo con un escalofrio-. No tengo interes alguno en hablar contigo, y no parece que hayas cambiado con los anos.

Dio media vuelta y se dirigio a toda prisa hacia su camarote antes de dejarle responder.

* * *

Cian era arrogante e insufrible. Y era poco decir para la ira que ella habia sentido, para la humillacion, la verguenza que habia sufrido durante aquellos dias que habia pasado sola, esperandolo en la habitacion que habia alquilado en la pequena posada de Tara tras ser expulsada de la escuela del brehon Morann. Se habia marchado de la residencia de la escuela despues de la conversacion con el brehon Morann. Solo Grian conocia el verdadero motivo, pues Fidelma no quiso que su familia supiera nada de lo sucedido. Se convirtio en una reclusa dentro de aquel minusculo cuarto y, aparte de su amiga, se aparto de familia y amistades.

Cian iba a verla cuando le placia. En ocasiones no lo veia en una semana o mas. Otras veces aparecia para quedarse un dia o dos con ella. Una tarde en que estaban juntos en la cama, Fidelma menciono la cuestion del matrimonio. Habia renunciado a sus estudios por Cian y sabia que la situacion a la que se habia visto abocada no podia prolongarse.

Tumbados en la cama, se volvio hacia Cian y le pregunto:

– ?Me querras siempre?

Cian bajo la cabeza, desplegando aquella sonrisa cinica de siempre.

– Eso es mucho tiempo. Disfrutemos del momento.

Sin embargo, Fidelma hablaba en serio.

– ?Crees de veras que solo debemos pensar en el presente? Ese no es modo de proyectar una vida completa y satisfactoria.

– Pero solo existimos en el presente.

Era la primera vez que oia a Cian expresar un pensamiento con visos de una filosofia de vida. Ella lo nego rotundamente.

– Puede que existamos solo en el presente, pero tenemos una responsabilidad que afecta al futuro. Yo he completado tres anos de estudio y este ano estaba apunto de obtener el titulo de Sruth do Aill, que me habria permitido ejercer de profesora, seguramente de profesora secundaria, en la escuela universitaria de mi primo en Durrow. Quiza podria buscar otra escuela en la que acabar el curso. Y luego podriamos casarnos.

Cian volvio el cuerpo entero a un lado apartandose de ella y extendio el brazo para coger una copa de vino. Tomo un sorbo y suspiro:

– Fidelma, siempre estas sonando. Siempre tienes la cabeza puesta en los libros. ?Y para que? Eres demasiado intelectual. -Lo dijo como si fuera algo menospreciable-. Olvidate de los libros. No los necesitas…

– ?Que los olvide? -repitio, atonita y sin palabras.

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