necesitaba consejo, y ahora Fidelma no podia asumir esa responsabilidad. Sin embargo, no creia que nadie fuera a hacerse responsable. Sor Ainder no era suficientemente compasiva y Crella tambien era demasiado joven. Fidelma tendria que encargarse del asunto mas adelante. Por el momento tenia que entrevistar todavia a Dathal, Adamrae, Bairne y Tola.

De pronto Fidelma reparo en que habia un miembro del grupo de peregrinos al que aun no habia visto: el hermano Guss. No habia salido de su camarote desde que embarcaron, y tampoco habia aparecido despues de que Murchad ordenara a todo el mundo que subiera a cubierta al pasar entre los escollos. Compartia camarote con el hermano Tola, al que habia visto leyendo al lado de un barril de agua de lluvia bajo el palo mayor. Por tanto, penso que era un buen momento para abordar al monje esquivo.

Llamo a la puerta de su camarote y espero.

Oyo el movimiento de una persona al otro lado, y luego una pausa larga. Volvio a llamar. Una voz debil la invito a pasar y asi lo hizo; la penumbra la hizo pestanear y espero a que la vista se hubiera acostumbrado. Distinguio la figura de un hombre sentado sobre una de las literas.

– El hermano Guss, me imagino.

Se detuvo en el umbral y vio que la cabeza oscura del religioso se volvia hacia ella.

– Asi es: Guss -respondio con voz tremula.

– ?Podemos iluminar un poco mas el camarote? -sugirio Fidelma y, sin esperar que respondiera, tomo la linterna del pasillo y la llevo dentro.

La luz revelo a un monje joven. Varias cosas llamaron la atencion de Fidelma: el cabello rojo y desgrenado, abundantes pecas sobre una tez palida, asi como unos ojos azules, grandes y asustadizos, y un cuerpo alto pero enjuto. El joven bajo la mirada como un nino culpable al cruzarse con la de ella.

– No os hemos visto en la cubierta ni en ninguna comida -dijo Fidelma, tomando la iniciativa al tiempo que se sentaba en la litera a su lado-. ?Os encontrais mal todavia?

El hermano Guss la miro con desconfianza.

– Me encontraba mal… es por el vaiven del mar, ?sabeis? ?Quien sois?

– Me llamo Fidelma. Fidelma de Cashel.

– El hermano Tola me ha hablado de vos. Yo me encontraba mal -repitio.

– Eso me habian dicho. ?Y os encontrais mejor?

El hermano Guss dio la callada por respuesta.

– El mar esta mucho mas en calma y no es bueno pasar tanto tiempo encerrado en el camarote. Os convendria subir a cubierta a tomar el aire. De hecho, no os he visto alli cuando el capitan ha dado la orden de subir.

– No sabia que la orden me concerniera.

– ?No estabais al corriente del peligro?

El joven evito responder otra vez y siguio mirandola con recelo.

– Guss es un nombre poco habitual -volvio a probar Fidelma-. Es un nombre muy antiguo, ?verdad?

La mejor manera de hacerle perder la desconfianza hacia ella era animarlo a hablar.

El joven inclino la cabeza un poco.

– Significa, segun recuerdo, «vigor» o «fiereza». Supongo que la gente te llama Gusan -anadio Fidelma, refiriendose al diminutivo y esperando provocarle con la referencia a su mocedad.

Y asi fue. El joven puso mala cara y reacciono, molesto.

– Me llamo Guss.

– ?Y sois de la abadia de Moville?

– Estudio en la abadia -confirmo.

Apenas tenia mas de veinte anos.

– ?Que estudiais?

– Estudio la ciencia de los astros con el Venerable Cummian, y ayudo a mantener un registro de los fenomenos meteorologicos -explico el joven con un vislumbre de ufania en la voz pese a su congoja.

– ?Cummian? ?Entonces sigue vivo? -dijo Fidelma con asombro genuino.

El joven fruncio el ceno.

– ?Conoceis al Venerable Cummian?

– Su fama le precede. Estudio con el gran abad de Bangor, Mo Sinu maccu Min, y ha escrito muchos libros de computo astronomico. Pero debe de ser muy anciano. ?Y decis que sois alumno suyo?

– Uno de varios -afirmo Guss con orgullo-. Pero yo ya he obtenido el titulo de la quinta orden de sabiduria.

– Excelente. Es bueno saber que entre los pasajeros hay alguien capaz de reconocer el mapa orbe y trazar el recorrido para llegar a tierra desde este mar tempestuoso.

Asi animo Fidelma al joven, engatusandolo y mitigando su hostilidad inicial por la intrusion. Advirtio que de vez en cuando se llevaba la mano derecha al brazo contrario y lo apretaba. Distinguio una mancha oscura en la manga.

– Parece que os hayais hecho dano en el brazo -le pregunto con interes-. ?Os habeis cortado? ?Quereis que lo examine?

El joven monje se ruborizo y volvio a fruncir el ceno.

– No es nada. Es solo un aranazo -respondio para volver a guardar silencio.

Fidelma insistio.

– ?Que os decidio a emprender este peregrinaje, hermano Guss?

– Cummian.

– ?Quereis decir que Cummian os animo a emprenderlo?

– Cummian habia peregrinado al Santo Sepulcro de Santiago, y me recomendo que hiciera el viaje porque me convendria para mi educacion.

– Ver mundo -supuso Fidelma.

El joven movio la cabeza con un gesto condescendiente.

– No, para ver las estrellas.

Fidelma se paro a pensar un momento antes de entender a que se referia.

– ?El Santo Sepulcro de Santiago del Campo de Estrellas?

– Cummian dice que si una noche clara miras al cielo desde el santo lugar puedes localizar el Camino de la Vaca Blanca, que se curva directamente sobre los reinos de Eireann. Cuentan que hace miles de anos nuestros antepasados siguieron el Camino de la Vaca Blanca hasta llegar a las costas de la tierra donde se establecieron -explicaba el joven subiendo el tono con entusiasmo.

Fidelma sabia que el Camino de la Vaca Blanca recibia muchos nombres: en latin lo llamaban Circulus Lacteus, la Via Lactea.

– Por eso el lugar se llama Campo de Estrellas, porque las estrellas se ven con mucha claridad -anadio el muchacho.

– ?Asi que fue Cummian quien sugirio que te embarcaras en este peregrinaje?

– Cuando sor Canair anuncio que lo estaba organizando, Cummian lo dispuso todo para que yo pudiera acompanarla.

– ?Y ya conociais a sor Canair?

Guss nego con la cabeza.

– No, hasta que el Venerable Cummian me la presento. Los alumnos de ciencias de los astros no nos mezclamos con otros sectores de la comunidad.

– De modo que no conociais a nadie del grupo de peregrinos.

El hermano Guss arrugo el ceno.

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