Entonces decidi que evitaria su proximidad durante el viaje.

– ?La conociais personalmente, o solo por el hecho de que era hija de un jefe al que aborreciais?

– La conocia por los rumores que circulaban por la abadia.

– ?Rumores sobre que? -pregunto Fidelma con curiosidad.

– Sobre su promiscuidad, sobre sus relaciones impuras con otros hermanos. Sobre la manera en que utilizaba a la gente para fines propios, y sobre el hecho de que era lo contrario de una persona genuinamente religiosa.

– Un juicio implacable, el vuestro -comento Fidelma.

– Alguien mas poderoso que yo la juzgara. «Esperando y acelerando el advenimiento del dia de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolveran, y los elementos, en llamas se derretiran. Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su propia morada la justicia, segun su promesa.»

A Fidelma no le impresiono la cita biblica y la paso por alto.

– ?Como es que tales rumores circulaban por la abadia de Bangor si Muirgel pertenecia a la de Moville?

– Habia mucho trato entre las dos comunidades. Nuestro abad siempre tenia algun recado que enviar al abad de Moville. En una ocasion tuvo que informarle de que habia oido tales rumores y que no permitiria que su comunidad degenerara en un pozo de iniquidad.

– ?Que respondio a esto el abad de Moville?

– No respondio.

– Quiza penso que el abad de Bangor no era quien para decirle como debia dirigir su comunidad -sugirio Fidelma con un sonrisa falta de humor-. Fuera como fuera, vos os formasteis una idea despiadada de sor Muirgel.

El hermano Tola entono:

Sima profunda es la ramera,

Y pozo estrecho la extrana.

Tambien ella, como el ladron, esta al acecho…

Fidelma lo interrumpio bruscamente.

– Aparte de que me parece recordar que Cristo dijo que las rameras precederian en los cielos a muchos jefes religiosos, ?insinuais ahora que sor Muirgel era una ramera?

A modo de respuesta, Tola se limito a seguir citando el Libro de los Proverbios.

Estaba yo un dia en mi casa a la ventana

Mirando a traves de las celosias,

Y vi entre los simples un joven,

Entre los mancebos un falto de juicio,

Que pasaba por la calle junto a la esquina

E iba camino de su casa.

Era el atardecer cuando ya oscurecia,

Al hacerse de noche en la tiniebla.

Y he aqui que le sale al encuentro una mujer

Con atavio de ramera y astuto corazon.

Era parlanchina y procaz

Y sus pies no sabian estarse en casa;

Ahora en la calle, ahora en la plaza,

Acechando por todas las esquinas.

Agarrole y le beso,

Y le dijo con toda desverguenza:

«Tenia que ofrecer un sacrificio,

Y hoy he cumplido ya mis votos»…

Fidelma alzo una mano para acallar aquella recitacion grandilocuente, pero al final tuvo que intervenir abruptamente.

– Yo tambien recuerdo las palabras del capitulo septimo de los Proverbios. ?Que quereis decir al recitar este pasaje? ?Despreciais a sor Muirgel porque mantenia relaciones con hombres, o porque vendia su cuerpo a quien pagara? Precisemos. ?Que entendeis vos por ramera?

– Vos sois la abogada; podeis interpretarlo como mejor os parezca. Yo solo digo: dejad que los necios la sigan como bueyes de camino al matadero.

Fidelma habia oido antes ideas intransigentes como aquellas a otros eclesiasticos que abogaban por reformar la Iglesia de Irlanda segun los dictados de la Iglesia de Roma. Por tanto, decidio que el hermano Tola debia aclarar su postura.

– Decidme, hermano Tola, ?sois de los que creen que los eclesiasticos deben ser celibes? Pues he oido muchas veces este argumento en Roma.

– ?Acaso no dice Mateo que Nuestro Senor Jesucristo ordeno el celibato a sus discipulos?

Era el argumento predilecto entre los partidarios de que religiosos y religiosas hicieran voto de castidad. Fidelma lo habia oido muchas otras veces, y no tuvo dudas al responder:

– Cuando el discipulo pregunto a Cristo si era mejor no contraer matrimonio, El respondio que no todo el mundo podia aceptar la castidad; esta era para aquellos a quienes Dios habia ordenado ser castos. El dijo que, asi como muchos eran incapaces de contraer matrimonio porque su naturaleza se lo impedia, o porque otros hombres los habian impedido para hacerlo, tambien los habia, ciertamente, que habian renunciado al matrimonio por el Reino de los Cielos. Jesus lo dejo a la eleccion de cada cual. Permitid que aquellos que puedan lo acepten. Hasta ahora, las religiones de Cristo se han adherido a esta libre opcion…

Tola reflejaba en el semblante su irritacion. Era evidente que no le gustaba que le contradijeran recurriendo a las Escrituras.

– Yo acepto las ensenanzas de Pablo sobre esta cuestion. La castidad es el ideal de la victoria cristiana sobre el mal del mundo y debe ser la base de la vida religiosa.

– En Roma existe un grupo preeminente, partidario de adoptar la castidad - concedio Fidelma, aunque en un tono que indicaba su desacuerdo con este argumento-. Pero si Roma lo acepta como dogma de Fe, estaran afirmando que la Fe se opone a lo que Dios creo. Si Dios hubiera querido que fueramos celibes, asi nos habria creado. Ahora bien, prefiero volver al asunto que nos ocupa en vez de seguir hablando de teologia. Salta a la vista que no teniais simpatia por sor Muirgel.

– No me esfuerzo por disimularlo, no.

– Bien. Aparte de ser, a vuestros ojos, una mujer dada a mantener relaciones sexuales indiscriminadas, no acabo de entender la razon que subyace a vuestra antipatia por ella.

– Seducia y pervertia a hombres jovenes.

– ?Podeis darme algun ejemplo?

– El hermano Guss, por ejemplo.

– Por tanto, sabiais que el hermano Guss dice haber estado enamorado de sor Muirgel.

– Ella lo engano con sus artimanas, como os he intentado decir hasta ahora.

– Lo que decis es muy severo. ?Acaso el hermano Guss carecia de libre albedrio?

– Yo ya adverti al muchacho.

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