Fidelma vacilo, pues las palabras de Tola la alcanzaron como una flecha. ?Acaso no habia decidido emprender aquel peregrinaje por ese motivo, para poner en orden los pensamientos que afectaban a aquella cuestion? Tola percibio la turbacion en su semblante y sonrio de satisfaccion antes de volver a apoyar la espalda y cerrar los ojos.
– No os confundais, Fidelma de Cashel. Sencillamente sois una entre miles con el mismo conflicto. Antes de que llegara la Fe a los Cinco Reinos, habriais sido
– Sigue habiendo universidades bardas -senalo Fidelma-. Yo estudie en la del
– ?Morann de Tara? Era un hombre bueno; un buen juez y un buen profesor de derecho -aprobo el hermano Tola-. Pero al morir, ?que sucedio con su escuela?
Fidelma no lo sabia y asi lo reconocio.
– La Iglesia la absorbio bajo la orden del
El
– La escuela de Morann deberia haber quedado al margen de la Iglesia. El conocimiento secular y el eclesiastico a menudo siguen caminos contradictorios.
– No estoy de acuerdo -objeto ella con frialdad, reprochandose el no saber que hubieran cerrado la universidad en la que habia estudiado.
– Yo soy religioso -prosiguio el hermano Tola-, y considero que la Iglesia es compatible con el conocimiento, pero sin excluir la religion en si.
Fidelma se molesto por la critica implicita a su posicion de
– Yo no he excluido la religion de mi vida. He estudiado y he…
– ?Estudiado? -repitio el hermano Tola con un ruido que Fidelma tardo unos momentos en identificar como una risilla sarcastica-. Quienes se jactan de conseguir las cosas a traves del estudio de los libros conseguirian mucho mas limitandose a escuchar a Dios.
– El cielo y los arboles y los rios me dicen poco del mundo de los hombres - replico Fidelma-. Mi instruccion proviene de las experiencias de hombres y mujeres.
– ?Ah!, en ello reside la diferencia entre la persecucion de una vida religiosa y la busqueda del saber.
– La verdad constituye el objetivo de nuestras vidas -replico Fidelma-. La verdad no se alcanza sin el conocimiento y, como solia decir el
– ?El conocimiento de quien? ?Del hombre? ?De la ley del hombre? Hablais con elocuencia, Fidelma. Pero recordad las palabras de Santiago: «La practica religiosa pura e inmaculada ante Dios Padre es esta: guardarse incontaminado frente al mundo».
– Habeis omitido una parte importante de la frase, la que se refiere a asistir a huerfanos y viudas en sus tribulaciones -contrapuso Fidelma con mordacidad-. Y creo que asisto a quienes sufren tribulaciones.
– Pero os contaminais al anteponer la ley del hombre a los Mandamientos de Dios.
– No veo ninguna incompatibilidad entre los Mandamientos y la ley del hombre. Puesto que tanto os complace citar la Epistola de Santiago, deberiais recordar este pasaje: «Quien atentamente considera la ley perfecta, la de la libertad, ajustandose a ella, no como oyente olvidadizo, sino como cumplidor, este sera bienaventurado por sus obras». Yo he oido y no he olvidado y cumplo la ley, y por eso he venido a hablar con vos, hermano Tola. Y no para sostener una discusion sobre nuestras discrepancias en teologia.
Su voz era severa, pero le incomodaba que Tola hubiera entrevisto su debilidad: su orgullo de ser
– Os escucho, Fidelma -accedio.
Pese al gesto serio del monje, ella no podia evitar la sensacion de que se estaba riendo para si de su turbacion. A continuacion, el hermano Tola entono en un susurro:
Fidelma contuvo su enfado.
– Hebreos, doce -afirmo con una sonrisa tensa con la que trataba de demostrar que el no iba a impresionarla con su conocimiento de las Escrituras-. Pero ahora debo haceros unas preguntas de parte de Murchad, el capitan.
– Ya lo se, como os he dicho. Sor Ainder me ha hablado de vuestras indagaciones.
– Bien. Vos sois el mayor del grupo, hermano. ?Por que os unisteis a este peregrinaje?
– ?Es necesario que responda?
– No puedo obligaros a hacerlo.
– No me referia a eso, sino a que la respuesta es evidente.
– ?Debo entender que ha sido vuestra conviccion religiosa la que os ha movido a la peregrinacion? Por supuesto, eso es evidente. Pero, ?por que decidisteis uniros al grupo de sor Canair precisamente? Son todos bastante jovenes, aparte de sor Ainder. Y segun habeis insinuado, vuestros companeros de viaje no tienen intereses puramente religiosos.
– El grupo de sor Canair era el unico que viajaba al Santo Sepulcro de Santiago. Si no me hubiera unido a ellos, quiza no habria encontrado otro grupo hasta dentro de un ano. Y como habia sitio para mi, me incorpore.
– ?Conociais a sor Canair y al resto antes de uniros?
– No conocia mas que a los de mi propia abadia, la de Bangor.
– Es decir, los hermanos Cian, Dathal y Adamrae.
– Exacto.
– Habeis comentado que os parecia un grupo variopinto.
– Asi es.
– ?Incluye a sor Muirgel esta definicion?
El hermano Tola abrio mucho los ojos y contrajo sus facciones con un espasmo.
– ?Una joven de lo mas desagradable! ?Es la que menos me gustaba de todos!
A Fidelma le sorprendio su vehemencia en el tono.
– ?Y eso?
– Aun recuerdo la primera vez que intento asumir el liderazgo de nuestro grupo de viajeros alegando para ello que su padre habia sido jefe de los Dal Fiatach. Esa mujer no tenia nada de lo que sentirse orgullosa; era una granuja malevola con ansias de acumular poder y engrandecerse. Sor Muirgel era hija de su padre.
– Dada vuestra opinion, esto os debio de suscitar dudas antes de uniros al grupo de sor Canair, ?no?
– Yo no sabia que sor Muirgel iba a estar en el grupo hasta que partimos.