duro campo de concentracion, construido sobre las doce mil hectareas del lecho seco de un lago. Ahora es otra cosa, y por eso es por lo que te he traido hasta aqui.

– Al grano, Josh.

– Muy bien. Pero antes permiteme mostrarte algo que te lo aclarara todo. -Josh llevaba una carpeta de gran tamano y ahora la abrio y extrajo una media docena de fotografias, pasandoselas a su padre.- Primero, echa un vistazo a estas fotografias. Nos las ha facilitado la Liga de Norteamericanos de Origen Japones. Estas fotografias del antiguo campo de concentracion fueron tomadas en este mismo lugar hace apenas un ano ?Que es lo que ves?

Collins estudio las fotografias. Lo que veia eran unas alambradas rotas rematadas por unas herrumbrosas franjas de alambre de puas, levantandas sobre unos soportes de hormigon armado. Al otro lado de las alambradas podian verse los ruinosos restos de unos barracones, algunas viejas estructuras de edificios y una atalaya medio derruida.

– ?Que pasa? -pregunto Collins devolviendole las fotografias a su hijo-. Yo no veo nada en estas fotografias.

– Exactamente -dijo Josh-. Ahi esta la cosa. Se obtuvieron hace un ano y entonces no se podia ver nada. Solo ruinas. -Senalo hacia adelante.- Ahora fijate en el lago Tule en la actualidad; ?que es lo que ves? -Collins miro perplejo mientras su hijo anadia:- Una alambrada de seguridad completamente nueva con alambre electrificado en la parte de arriba y levantada sobre una base de hormigon armado reforzado. Una atalaya de ladrillo de nueva construccion con focos de vigilancia incorporados. Tres edificios absolutamente nuevos construidos en cemento y otros cuatro que se estan levantando. ?Que te dice eso?

– Pues que estan levantando unas edificaciones. Nada mas.

– Pero, ?que clase de edificaciones? Yo te dire que clase. Es un proyecto gubernamental secreto que se esta llevando a la practica en esta alejada zona. Estan arreglando y reconstruyendo el lago Tule. Estan preparando un futuro campo de concentracion para encerrar a las victimas de las detenciones en masa que tendran lugar una vez entre en vigor la Enmienda XXXV.

Esta explicacion cogio de improviso a Collins, y se irrito. Habia perdido el dia y habia soportado unas incomodidades innecesarias para ver lo que no era mas que el producto de la inmaduray paranoica imaginacion de su hijo.

– Vamos, Josh, no esperes que me trague eso. ?De donde has sacado esas fantasias?

– Tenemos nuestras fuentes -repuso Josh apretando los labios-. Es un proyecto del gobierno. Es nuevo. Esta perfectamente claro que es una especie de campo de internamiento o de prision. Si no lo fuera, ?para que se hubiera construido una nueva atalaya?

Puede haber cientos de proyectos gubernamentales que las incluyan para fines de seguridad.

– No como esta.

– Maldita sea, no es un campo de concentracion o como tu quieras llamarlo. En nuestro pais ya no los hay, y jamas volvera a haberlos. Pero hombre, Josh, son las mismas estupideces y los mismos rumores que corrieron en 1971 cuando algunas publicaciones acusaron al presidente Nixon y al secretario de Justicia Mitchell de estar acondicionado los centros de reemplazamiento de japoneses con el fin de transformarlos en campos de detencion para los disidentes y manifestantes. Nadie consiguio jamas demostrar semejante cosa.

– Pero tampoco nadie consiguio jamas demostrar lo contrario. Collins observo con el rabillo del ojo que, al otro lado de la alambrada, dos hombres se estaban acercando a la salida.

– Esta bien, te voy a demostrar que estas equivocado en relacion con este proyecto -dijo con determinacion-. Esperame aqui.

Mientras avanzaba hacia la alambrada, Collins observo que losdos hombres -uno de ellos con uniforme militar y el otro vistiendo camiseta y pantalones vaqueros- se estrechaban la mano y se separaban. El hombre uniformado permanecio de pie junto a la entrada, mientras el otro regresaba a la obra.

Collins apreto el paso acercandose al hombre de la puerta, que habia estado observandole con mirada inquisitiva.

– ?Es usted el guarda de las obras? -pregunto Collins.

– En efecto.

– ?Esta propiedad es privada o federal?

– Es federal. ?En que puedo servirle, senor?

– Soy funcionario del gobierno. Me gustaria echar un vistazo a las instalaciones.

El guardia examino a Collins brevemente.

– Pues… no se. Claro que, si es funcionario del gobierno… -Giro sobre sus talones, hizo bocina con las manos y grito:-; Oye, Tim! -La figura que se estaba perdiendo en la lejania dio la vuelta y regreso.- Este senor dice que es del gobierno. Sera mejor que hables con el.

El otro, un hombre corpulento de rostro rubicundo, se estaba acercando.

Collins espero. Una vez el hombre de los vaqueros y la camiseta se hubo acercado a la entrada, el guarda se aparto a un lado y le dijo:

– Me llamo Nordquist y soy el encargado de las obras. ?En que puedo servirle? -pregunto el corpulento individuo.

– Deseaba… deseaba dar una vuelta por las instalaciones. -Collins estuvo tentado de mostrarle la documentacion que le identificaba como secretario de Justicia de los Estados Unidos, pero lo penso mejor. Hubiera podido correr la voz de que habia participado en aquella empresa quimerica, en aquella estupidez, y no queria hacer el ridiculo.- Pertenezco al gobierno… Departamento de Justicia de Washington.

– Necesita un pase para poder entrar. A no ser que traiga consigo alguna autorizacion del Pentagono o de la Marina…

– Pues no… -dijo Collins con un hilo de voz.

– Lo lamento pero no puedo franquearle la entrada sin un permiso especial -dijo Nordquist-. Se trata de una zona restringida.

– ?La Marina ha dicho usted?

– Eso no es ningun secreto -dijo el encargado-. Se trata de una rama del Proyecto Sanguine. Llamada MBF. ?No tiene conocimiento de ella?

– No… no estoy muy seguro.

– MBF, Muy Baja Frecuencia. Una instalacion de la Marina de los Estados Unidos: un sistema de comunicacion para ponerse en contacto con los submarinos sumergidos. Si lee usted los periodicos, debiera saberlo.

– Durante mi gira de inspeccion no he estado muy al tanto de algunas noticias. De todos modos, me da la impresion de que me he equivocado de lugar.

– Eso parece, senor. Pero vuelva con una autorizacion y gustosamente le mostraremos las instalaciones.

– Bien, gracias de todos modos.

Observo alejarse al hombre. Despues, sintiendose perfectamente ridiculo y manejado, regreso lentamente hacia Josh, que le estaba aguardando junto al automovil.

Procuro no mostrarse resentido con su hijo. Procuro contenerse. Le explico la situacion, repitiendole exactamente lo que Nordquist le habia dicho.

– Ya lo has visto -dijo al final-. Ahora puedes decirle a Pierce y a todos tus amigos que estan completamente equivocados. Se trata de unas instalaciones de la Marina y nada mas.

Josh no queria darse por vencido.

– Por Dios, papa, no pensaras que iban a llamarlo campo de detencion, ?verdad? ?Que son todos esos barracones o prisiones? -pregunto obstinadamente.

– Nadie ha dicho que sean prisiones.

– El personal de la Marina no necesita de esta clase de instalaciones. Sigo preguntandome, ?por que la atalaya? ?Por que la alambrada electrificada? ?Por que tanto secreto?

– El me ha dicho que no era ningun secreto. Se ha escrito acerca de ello en los periodicos.

– No me sorprende. Mira, papa, disponemos de muy buenas fuentes. Lo que ocurre es que no quieres enterarte de lo que el presidente y el FBI se proponen hacer. Estas haciendo el primo.

– Tal vez el que este haciendo el primo seas tu -dijo Collins dirigiendose al automovil-. Anda, ven, volvamos a la civilizacion.

Durante el largo viaje de regreso ambos guardaron silencio.

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