tal vez de unos cuantos meses.
– Eso dijeron en la India en 1962 -senalo Pierce-. Se produjo una situacion de emergencia y suspendieron la Ley de Derechos. La suspension se prolongo por espacio de seis anos. Y despues volvieron a suspenderla en 1975. ?Quien nos puede garantizar que tal cosa no vaya a ocurrir aqui? Y, si ocurre, significara el final de nuestra libre forma de vivir. Disponemos de pruebas. Tal cosa ya ha ocurrido con anterioridad en los Estados Unidos, y siempre ha significado un desastre.
– ?Que esta usted diciendo, senor Pierce? -tercio Vanbrugh-. ?Esta usted diciendo que ya en otras epocas de nuestra historia se ha suspendido la Ley de Derechos?
– Con caracter oficioso, si. Nuestra Ley de Derechos ha sido suspendida, pasada por alto o ignorada, con caracter oficioso, numerosas veces en nuestro pasado, y, cuando ello ha ocurrido, hemos tenido que sufrir profundamente.
– ?Puede usted citarnos algun ejemplo concreto? -pregunto el moderador.
– Ciertamente -repuso Pierce-. En 1798, tras la Revolucion Francesa, los Estados Unidos temieron una infiltracion de conspiradores radicales franceses que pudieran intentar derrocar nuestro gobierno. En una atmosfera de histerismo, el Congreso hizo caso omiso de la Ley de Derechos y aprobo las leyes de Extranjeria y Sedicion. Cientos de personas fueron detenidas. Los periodistas que escribieron en contra de tales leyes fueron enviados a la carcel. Los ciudadanos normales y corrientes que se manifestaron en contra del presidente John Adams fueron igualmente enviados a la carcel. Y gracias a que Thomas Jefferson organizo una campana contra esta locura, contra esta suspension de la Ley de Derechos, y la gente recapacito y le eligio presidente.
»Abundan los ejemplos. En el transcurso de la guerra de secesion se hizo caso omiso del habeas corpus y los juicios civiles cedieron el lugar a los juicios militares. Tras la primera guerra mundial, el secretario de Justicia A. Mitchell Palmer evoco la «amenaza roja» y llevo a la practica una caza de brujas que condujo a la detencion sin el uso de ordenes judiciales de tres mil quinientas personas y a la deportacion de setecientos extranjeros. El presidente del Tibunal Supremo Charles Evans Hughes califico dichas detenciones de «una de las peores practicas de la tirania». A comienzos de la segunda guerra mundial, los ciudadanos norteamericanos de ascendencia japonesa fueron privados de sus propiedades y confinados en campos de internamiento. No mucho tiempo despues, en 1954 para ser mas preciso, el senador Joseph R. McCarthy acuso temerariamente a doscientos cinco funcionarios del Departamento de Estado de ser miembros del partido comunista, fomentando de este modo otro «panico rojo». McCarthy, que era un implacable demagogo avido de publicidad y un alcoholizado sin remedio, difamo y destruyo a incontables norteamericanos inocentes calificando a la disension y a la no conformidad de traicion. Al final, y como consecuencia de sus excesos, se destruyo a si mismo ante la nacion durante los treinta y seis dias que duro la vista Ejercito-McCarthy.
»Mas recientemente, el Decreto de Control del Crimen Organizado, el sueno dorado del presidente Richard M. Nixon y del secretario de Justicia John N. Mitchell, suspendio practicamente la Ley de Derechos al contemplar el arresto preventivo de los presuntos delincuentes, la entrada sin mandamiento judicial en los domicilios privados, la limitacion de los derechos de los acusados a examinar las pruebas ilegalmente obtenidas contra ellos y la instalacion de aparatos electronicos de escucha durante cuarenta y ocho horas sin mandamiento judicial y durante un periodo mas largo con este. Al comentar este Decreto de Control del Crimen Organizado, el senador Sam J. Ervin, de Carolina del Norte, lo califico de «cubo de la basura de la mas represiva, miope, intolerante, injusta y vengativa legislacion con que el Senado haya tropezado jamas… Mejor seria calificar a este decreto de ‘ley destinada a derogar las enmiendas IV, V, VI y VIII de la Constitucion’.»
– Y, sin embargo, la democracia ha sobrevivido -dijo Collins.
– Por los pelos, senor Collins. Es posible que algun dia no consiga sobrevivir a semejantes ataques contra nuestra libertad. Como Charles Peguy senalo en cierta ocasion, la tirania siempre esta mejor organizada que la libertad. Si todos los horrores a que he hecho referencia se cometieron estando en vigor la Ley de Derechos, imaginese lo que puede ocurrir sin ella, una vez la Enmienda XXXV sea ratificada. Senor Collins, nuestra Constitucion, con su Ley de Derechos, ha sobrevivido durante mucho mas tiempo que cualquier otra Constitucion escrita de la Tierra. No vayamos a destruirla con nuestras propias manos.
– Senor Pierce -dijo Collins-, habla usted de nuestra Constitucion como si esta hubiera sido grabada en piedra o nos hubiera caido llovida del cielo… como algo inflexible y no susceptible de modificacion. En realidad, nuestra Constitucion actual no es mas que el producto de una solucion de compromiso. Antes de que fuera firmada, hubo muchas versiones de la misma, fue muchas cosas, y puede ser todavia muchas cosas…
– No se trata de eso, senor Collins -le interrumpio Pierce-. Se trata…
Vanbrugh intervino rapidamente.
– Un momento, senores. Me gustaria que el secretario de Justicia Collins explicara lo que estaba a punto de decir. Estaba usted diciendo, senor Collins, que hubo muchas versiones de la Constitucion…
– Y tambien de la Ley de Derechos -anadio Collins.
– … antes de que se firmara la version definitiva. Lo considero muy interesante. Es posible que muchos de nuestros espectadores no se hayan dado cuenta. ?Nos lo quiere usted explicar?
– Con mucho gusto. Lo unico que pretendo es demostrar que no estropeamos nuestra Constitucion por el mero hecho de intentar modificarla. Digo que esta fue muchas cosas antes de entrar en vigor y que puede seguir siendo otras muchas cosas. Es por eso por lo que disponemos de las enmiendas. La palabra
– Pero, ?que nos dice de aquellas distintas versiones de la Constitucion y de la Ley de Derechos? -le aguijoneo Vanbrugh.
– Si. Bien, tal como ustedes saben, un grupo de cincuenta y cinco personas pertenecientes a doce estados se reunieron de mayo a septiembre de 1787 en la Casa del Estado de Pennsylvania, actualmente Edificio de la Independencia, con el fin de redactar una Constitucion que uniera a trece estados individuales en una sola nacion. El promedio de edad de aquellos hombres era de cuarenta y tres anos. Tal vez patriotismo y supervivencia no fueran los unicos moviles de aquellos delegados. La mitad de ellos eran propietarios de efectos publicos. Caso de que lograran redactar una Constitucion por medio de la cual se creara un nuevo gobierno, dichos efectos aumentarian de valor. Y, en todo caso, si consideran ustedes que la presidencia, tal y como la conocemos hoy en dia, es sagrada, recuerden que Alexander Hamilton propugnaba una presidencia vitalicia mientras que Edmund Randolph y George Mason deseaban que la presidencia la ocuparan tres hombres al mismo tiempo y Benjamin Franklin se mostraba partidario de que el gobierno de los Estados Unidos lo ejerciera un consejo. La Convencion voto cinco veces en favor de un presidente nombrado por el Congreso. Fue la delegacion de Virginia la que primero apunto la idea de un solo «ejecutivo nacional». Ni siquiera le llamaron presidente. El mismo Randolph se opuso a este cargo ocupado por un solo hombre describiendolo como «el feto de la monarquia». -Collins miro al moderador.- ?Dispongo de tiempo para seguir?
– Siga usted, por favor -le insto Vanbrugh.
– Tal vez muchas personas piensen que la creacion del Senado, tal y como aparece en la Constitucion, es tambien sagrada. Sin embargo, no fue asi al principio. Algunos miembros de la Convencion se mostraban partidarios de que las legislaturas de los distintos estados nombraran a los senadores. Hamilton deseaba que el cargo de senador revistiera caracter vitalicio. James Madison se mostraba partidario de que los senadores ocuparan el cargo durante nueve anos. Al llegarse al acuerdo de que los senadores deberian ser elegidos por el pueblo, algunos delegados se referian a cierto tipo de pueblo, al pueblo entendido como conjunto de personas propietarias de bienes y, por consiguiente, estables. Fue John Jay quien dijo: «El pueblo que posee el pais es el que debe gobernarlo». Al final, se llego a una solucion de compromiso. Las legislaturas de los estados podrian elegir a los senadores y estos ocuparian el cargo durante seis anos. Esta situacion no se modificaria hasta el ano 1913, cuando la Enmienda XVII concedio a todos los ciudadanos el derecho a elegir a los senadores. En cuanto a la Ley de Derechos, no existia en absoluto, ni nada que se le pareciera, cuando se firmo la Constitucion. La mayoria de los padres de la patria consideraban que la Constitucion ya era en si misma una Ley de Derechos, al igual que pensaban que no era necesario anadir enmiendas. Lo repito, los hombres mas prudentes de la Norteamerica de aquel entonces consideraban que no hacia falta ninguna Ley de Derechos. A la luz de nuestro pasado, no veo que dano puede causarsele a nuestra Constitucion en el siglo actual anadiendole una Enmienda XXXV que solo suspenderia temporalmente la Ley de Derechos en caso de que ello fuera necesario para preservar a nuestro pais.
– Senor Vanbrugh. -Era Tony Pierce que intentaba hacerse escuchar.- ?Puedo responder a la version de la