alli mismo me entere de que su padre habia muerto. Entonces me dijeron que usted era la unica persona que habia permanecido en contacto con su padre y pense que tal vez el le hubiera hablado del asunto que estoy investigando. Y decidi localizarla para entrevistarme con usted.

– ?Que es lo que desea saber?

Collins respiro hondo y le planteo la pregunta.

– ?Le hablo su padre alguna vez de algo llamado Documento R?

– ?Que es eso? -pregunto ella sin inmutarse.

– No lo se -repuso Collins abatido-. Esperaba que usted lo supiera.

– No -dijo la muchacha con firmeza-, jamas he oido una palabra sobre tal cosa.

– Maldita sea -murmuro el por lo bajo-. Perdoneme, pero es que he sufrido una decepcion. Usted y su padre representaban la ultima posibilidad. Bueno, lo he intentado y no ha dado resultado. -Se levanto con aire abatido.- Ya no la molestare mas -dijo vacilando-. Pero permitame decirle una cosa. El coronel Baxter creia en su padre. Es mas, antes de sufrir el ataque estaba trabajando con vistas a conseguir la libertad de su padre bajo palabra. Por mi parte, he revisado el caso y estoy de acuerdo con el coronel Baxter. Su padre fue una victima propiciatoria. Yo tambien tenia el proposito de obtener su libertad bajo palabra. Le prometi a la senora Baxter que discutiria con su padre la obtencion de su libertad bajo palabra cuando acudiera a visitarle en relacion con el Documento R. Hannah Baxter me dijo que le escribiria anunciandole mi visita y rogandole que colaborara conmigo. -Se encogio de hombros.- En fin, al parecer siempre llego demasiado tarde.

Vio entonces que la muchacha abria mucho los ojos y se llevaba las manos a la boca mirando hacia mas alla de donde el se encontraba, y subitamente se escucho una tercera voz en la estancia.

– Esta vez no llega usted demasiado tarde -dijo alguien a sus espaldas.

Collins giro sobre sus talones y se encantro ante un desconocido que se encontraba de pie bajo el arco que daba acceso al comedor.

Aquel hombre le resultaba vagamente familiar, aunque desde luego no lo conocia.

El desconocido avanzo unos pasos y se detuvo frente a el.

– Soy Donald Radenbaugh -dijo despacio-. ?Deseaba saber algo acerca del Documento R? ?Que es lo que deseaba usted saber?

Transcurrio mas de media hora antes de que el Documento R volviera a mencionarse significativamente.

Ante todo, habia habido que vencer la incredulidad de Collins. Radenbaugh se habia ocupado de ello rapidamente.

– Radenbaugh resucitado de entre los muertos -habia dicho-. Estoy muerto pero solo de nombre. Por lo demas, estoy tan vivo como usted. Ya volveremos a hablar de mi cuando averigue algo mas acerca de usted y sepa como ha llegado hasta mi.

Despues, habia habido que hacer frente a la incredulidad de Susan. Su padre lo habia hecho en seguida.

– ?No puedes comprender que haya corrido el riesgo de dejarme ver, Susie? ?Nada menos que ante alguien perteneciente al Departamento de Justicia? Hay una razon. Lo he hecho porque necesito a alguien, aparte de ti, en quien pueda confiar. Creo que puedo confiar en el senor Collins. Me ha parecido comprensivo incluso cuando no sabia que yo estaba aqui. Necesito ayuda, Susie. Tal vez si yo le ayudo a el, el me ayude a mi.

Y, finalmente, habia habido que resolver la cuestion de la incredulidad del propio Radenbaugh. El mismo se habia encargado de ello preguntandole a Collins como era posible que supiera algo acerca del Documento R y como habia llegado a suponer que el, Radenbaugh, pudiera saber algo acerca del mismo.

– Es posible que se lo haya usted explicado a mi hija. Al principio, no he podido escuchar lo que estaban hablando. Me hallaba oculto en la cocina. Mas tarde me he acercado para escuchar. Antes de que prosigamos, sera mejor que me diga como ha llegado hasta aqui.

Ambos se habian acomodado en el sofa cama reclinandose sobre los cojines que descansaban contra la pared del salon de Susan.

Collins habia hablado amplia, clara y detalladamente de los acontecimientos que habian tenido lugar a partir de la muerte del coronel Baxter. Al final, habia relatado su visita a Hannah Baxter y como esta habia afirmado no saber nada acerca del Documento R, si bien pensaba que, caso de que Noah le hubiera revelado a alguien el contenido del mismo, ese alguien no hubiera tenido mas remedio que ser Donald Radenbaugh.

– Si, me escribio diciendome que recibiria su visita -habia comentado Radenbaugh.

Y acudi a visitarle -habia dicho Collins-. El director de la penitenciaria me dijo que usted habia muerto. Pero aqui le tenemos.

Ahora ya se como ha llegado hasta aqui -habia dicho Radenbaugh-. Permitame que le cuente como he llegado yo. Para que vea la suerte que he tenido. Es toda una odisea. Tendra que desprenderse por completo de la incredulidad.

Collins habia escuchado boquiabierto, incapaz a menudo de librarse de la incredulidad. El secreto encuentro nocturno de Vernon T. Tynan con Radenbaugh y el ofrecimiento de la libertad a cambio de tres cuartos de millon de dolares habia constituido toda una sorpresa y habia suscitado la cuestion del motivo por el cual Tynan se habia atrevido a correr semejante riesgo a cambio de aquella suma. No obstante, Collins no habia interrumpido el relato con ninguna pregunta. Habia seguido escuchando mientras Radenbaugh le contaba toda la historia hasta el momento de la destruccion de su habitacion del hotel en la que se habia eliminado pulcramente a Herbert Miller, su otro yo.

Al termino del relato de Radenbaugh, a Collins ya no le habia cabido la menor duda acerca de lo que habia estado ocurriendo en California.

– Tynan -habia dicho en voz alta.

– El es quien se oculta detras de todo esto -habia dicho Radenbaugh conviniendo con el-. Y resulta facil comprender el motivo. He leido la Enmienda XXXV. Le convertira en el hombre mas poderoso de Norteamerica. Mas poderoso que el presidente. Y, sin embargo, apuesto a que no existe la menor prueba contra el.

– Que yo sepa, no -habia dicho Collins reflexionando-A no ser… a no ser que tenga algo que ver con el Documento R. ?Podemos hablar de ello ahora?

– Si, desde luego. Pero, antes de que lo hagamos, quiero pedirle tres cosas…

– Digame de que se trata.

– Primero, quiero que me sometan el rostro a una operacion de cirugia estetica. Por lo menos, los ojos. Me parece que seria suficiente. No creo que hoy pudiera reconocerme nadie, pero, en caso de que ello ocurriera, seria hombre muerto. Ya se encargaria Tynan de que asi fuera.

– No hay problema. Tenemos un cirujano en Carson City, Nevada, de quien el FBI no tiene conocimiento. Por si le hace gracia, le dire que lo utilizan tanto la Cosa Nostra como la CIA. ?Cuando desearia usted que se lo hicieran?

– Inmediatamente. Manana mismo.

– Hecho.

– En segundo lugar, necesito una nueva identidad. Donald Radenbaugh murio en Lewisburg. Herbert Miller murio en Miami. -Se habia sacado la cartera del bolsillo y habia extraido tres carnes entregandoselos a Collins.- Un permiso de conducir, una tarjeta de credito para el alquiler de automoviles y una tarjeta de la Seguridad Social… eso es todo lo que ha quedado de Herbert Miller. De nada me sirven ahora. Necesito nuevos documentos. Necesito ser alguien.

– Los tendran que preparar en Denver -habia dicho Collins-. Dispondra usted de ellos dentro de cinco dias. ?Que mas? Habia otra cosa.

– Si. Una solemne promesa suya.

– Digame usted.

– Prometame que, si algun dia es posible decir la verdad acerca de lo que hizo Tynan y acerca de mi supuesta muerte, lo hara usted… y, una vez yo haya devuelto mi parte del dinero, contribuira usted a rehabilitar mi buen nombre y a conseguirme la libertad bajo palabra o el perdon.

– No se si eso sera posible.

– Pero, ?y si lo fuera?

Collins habia reflexionado un momento acerca del dilema. ?Podia el, en su calidad de primer funcionario de la ley en la nacion, cerrar un trato con un reo convicto? Collins sabia que su deber legal estaba muy claro y consistia ni mas ni menos que en no hacerle a Radenbaugh ninguna promesa y entregarle a la custodia de la ley. Pero

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