Despues de todo, ?cuales son sus funciones? Los ejercicios son un metodo para eliminar el pensamiento, para dedicarse a lo mas vacuo, pero ?no era este el proposito de la meditacion sobre mis suenos?

La sustitucion se confirmo, mediante la recomendacion del libro de ejercicios que Jean-Jacques me habia dejado: una vez logrado el dominio del cuerpo, estar totalmente quieto, seleccionar un punto y concentrarse en el. Este acto de concentracion es el climax real de los ejercicios. Concentrarse sobre un punto en particular es algo que despeja o elimina cualquier otro pensamiento.

La mente se abre y la luz brilla en su interior. Segun el libro de ejercicios, el punto de concentracion puede ser tanto una pequena parte, situada en cualquier lugar del propio cuerpo, como un pequeno objeto de la habitacion. Pero ?no era esto lo que habia estado haciendo? Yo tenia algo mejor que mi nariz o mi ombligo o que un paisaje en la pared. Tenia mis suenos.

Me volvi ahora hacia mis suenos con una nueva exigencia. Si tenia que concentrarme en mis suenos como sustitucion de los ejercicios o del ayuno, queria que se presentasen desnudos, y taciturnos. Pero fui desobedecido; no eran laconicos, sino llenos de conversaciones. Pense que podia hacer para contener la locuacidad de mis suenos.

Me atrevi a esperar que alguno de mis suenos fuera totalmente silencioso, tal como Jean-Jacques habia sugerido. Pero para esta gran superacion, senti que necesitaba modelos. Encontre un modelo en una de mis diversiones favoritas, el templo de los suenos publicos, el cine. Las peliculas ya eran habladas en aquel tiempo, pero en las salas mas atrasadas todavia podian verse viejas peliculas, afortunadamente mudas. La lectura de libros de medicina me brindo un nuevo modelo, en los capitulos sobre afasia. Yo queria emular a los que oian la voz, el sonido de la conversacion, pero no las palabras. Para un afasico, las palabras no se pronuncian ellas mismas. A pesar de que estaba aun muy lejos de poner en practica todo esto en mis suenos, llegue a entender que las palabras coartan los sentimientos que intentan encarnar. Las palabras no son el vehiculo apropiado para una elevacion general que destruye la vieja acumulacion de sentimientos.

Supongo que se me podra considerar una persona terca. Pero mi terquedad no es superficial o pretenciosa. Yace en lo profundo y se comporta con deferencia y humildad. Por lo menos, yo no era de mente estrecha, la causa mas corriente de la terquedad. De haberlo sido, no hubiera continuado hablando con mis amigos.

– Querido Hippolyte -me dijo Jean-Jacques una tarde, mientras paseabamos a lo largo del bulevar-, has hecho el voto de ser absurdo y no un solo voto, sino muchos. Haces votos como un pobre ansioso comprando arriesgadamente en un gran almacen. Cada vez estas mas y mas en deuda contigo mismo, has llegado a la bancarrota. ?Que sentido tiene encumbrarse a si mismo de esta manera?

Le explique a Jean-Jacques que su metafora era equivocada.

– No estoy interesado en comprar o poseer nada -dije-. Estoy interesado solamente en las posturas.

– En ese caso, te aconsejo que rompas con tu postura y bailes. Te contemplas demasiado a ti mismo. Este es el principio de todo el absurdo. Mira a tu alrededor. El mundo es un lugar interesante.

Le replique que esperaba que alguien interpretase mis suenos.

– No hay explicaciones -dijo el-, del mismo modo que no deberia haber votos ni promesas. Explicar una cosa es hacer otra cosa, con lo que solo conseguiremos desordenar mas el mundo. ?Que ciegamente inutiles seran tus explicaciones cuando finalmente te aposentes sobre ellas!

– Pero tu, Jean-Jacques, tienes tu vida llena de inutiles pasiones y placeres contradictorios.

– No es lo mismo -dijo-. Dejame que te cuente una historia que lo aclarara. Conozco a dos pacifistas: uno es un hombre que cree que la violencia es incorrecta y actua de acuerdo con sus creencias. Se ha confirmado a si mismo como pacifista y esto es lo que es. Actua como pacifista porque lo es.

– ?Y el otro?

– El otro hombre reniega de la violencia en cualquier situacion y, por consiguiente, sabe que es un pacifista. Este es pacifista porque cree que actua como tal. ?Ves la diferencia?

– No la veo y nunca ha sido mi costumbre pretender entender mas de lo que entiendo.

– Mira -dijo-. Yo soy un escritor, ?no es cierto? Sabes que escribo cada dia. Sin embargo, manana puedo no escribir, o no escribir nunca mas a partir de manana. Soy un escritor porque escribo. No escribo porque sea un escritor.

Pense que lo habia comprendido, y me senti descorazonado por la distancia que Jean-Jacques ponia entre nosotros.

– Pero me has dicho que ibas a explicar una historia -dije, dejando de lado mis pensamientos melancolicos-. Hasta ahora solo has introducido dos personajes.

– La historia es que el hombre que era pacifista porque actuaba como tal mato ayer a su mujer. Esta manana estuve en el juzgado, cuando se le tomaba declaracion.

– ?Y el otro?

Rio.

– El otro todavia es un pacifista.

– ?Y tu ves alguna… belleza… en el asesino que violo sus principios?

Otra vez me senti vencido.

– Belleza no. Solo vida. ?Acaso no comprendes que aquel hombre nunca actuo fuera de sus principios? El no habia formulado ningun voto, tampoco lo he hecho yo. Por lo tanto, nada de lo que haga es inutil o contradictorio, como pensabas hace un momento. Eres tu quien esta fragmentado, dividido.

– El lenguaje actua asi sobre mi -murmure, como hablandome a mi mismo-. Mis suenos son demasiado conversadores. Tal vez si yo no hablara…

– No, no, no te investigues como has estado haciendo. Es mucho mas simple. Todo lo que tienes que hacer es hablar sin tratar de prolongar la vida de tus palabras. Por cada palabra dicha, otra debe morir.

– Entonces, debo aprender a destruir.

– Tampoco destruir. -Empezaba a exasperarse conmigo-. La vida ya se ocupara, si no esta diluida por un exceso de vida.

– Quiero mejorar la mezcla, pero tu dices que estoy fermentando un acido.

– Exactamente -dijo-. Pero sabes, no es bueno decirte estas cosas. ?Ah! Podria contarte muchas cosas… Escucha, si te digo algo, ?prometeras no aferrarte a ello como si fuera un nuevo elemento que puedes introducir en tu condenado juego de reglas para gobernarte a ti mismo? Promete, por favor.

Lo prometi.

– Uno debe estar siempre sumergido. Pero nunca en una sola cosa. -Hizo una pausa-. Dime, ?esto no parece una regla?

Reconoci que era asi.

– Pero no lo es, no necesita serlo. Imaginate que la inmersion no es una regla o un voto para actuar, obligandote a diversificar tus gustos y diversiones, sino algo que descubres cada dia sobre ti mismo. Cada dia, tu -mejor dicho, yo-, descubro que estoy absorto, sumergido en algo o en alguien.

– Pero, ?no piensas nunca lo que puedes hacer con tus descubrimientos? ?No te sucede que uno supera a los demas y hace que quieras cambiar tu vida?

– ?Por que iba yo a querer cambiar mi vida? -dijo- ?Porque no puedo tener todo lo que quiero? ?Ves -sonrio picaramente- como las abejas van directamente a la miel?

?Era esta otra escena de seduccion? Mejor cambiar el tema.

– Creo, con todo -dije lenta y solemnemente- que uno debe estar siempre sumergido. Como tu, Jean-Jacques. Pero el resto no puede decidirse. Mi temperamento es mucho mas serio que el tuyo, y pienso que estamos de acuerdo, pero no me caricaturices como un hombre que decide todo sin sentir nada. Te aseguro que soy un hombre de sentimientos.

Pense tiernamente en Frau Anders.

– No, pequeno Hippolyte, tu no decides nada. Tu persistes atrozmente en tus suenos. Dejas que influyan en tus actos, solo porque has decidido ser el-hombre-que-suena. Eres como el hombre que descubre un tronco en su camino y, en lugar de apartarlo, llama a una compania constructora para que ensanche el camino. Vas a tropezar -dijo a mis espaldas, mientras me alejaba.

CAPITULO VI

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