mas arriba, o mejor, apoyandose en los hombros de la Virgen, estaba sentado un cura, asintiendo gravemente y bendiciendo a cuantos pasaban por el corredor lateral, con una flor rosada que sostenia en una mano. Me detuve particularmente en la flor, porque desde que habia entrado en el recinto adverti un fuerte perfume dulzon, y ahora supuse que el olor provenia de la flor. Despues vi que esto no era posible, pues la flor era artificial, hecha de alabastro. Con mas curiosidad que nunca, abandone el altar y comence a buscar, sin exito, a los monaguillos que mecen los incensarios. Se me ocurrio entonces que el olor no estaba destinado al placer de los fieles, sino a disimular un hedor que aun no habia podido descubrir. Decidi permanecer en la iglesia hasta saber de donde procedia el olor. Me hubiera gustado sentarme tranquilamente en un banco, pero pense que seria mas util que recorriese la iglesia, familiarizandome con los monumentos y las estatuas, ya que vagamente recorde que era un antiguo edificio y contenia muchas cosas que cualquiera hubiera querido ver -yo mismo, por ejemplo, aunque tuviera poco interes por la arquitectura.

En un momento posterior de mi sueno, descubri que el olor procedia del santuario central, donde, yacente y visible, se hallaba el cuerpo de un hombre barbudo, llevando una corona de oro. La gente circulaba alrededor del ataud, inclinandose para besar las narinas del rey. Esta era la razon por la que nadie observaba a los luchadores, pense. Me aproxime respetuosamente al ataud y trate de imitar a los demas. Pero al inclinarme me desplome, sintiendo un gran peso sobre mi cuerpo. Mientras giraba y me revolvia en el suelo, incapaz de levantarme, un anciano me amonesto severamente. «Hay una habitacion para este tipo de cosas» dijo. Consulto brevemente con los otros. «Ponlo en la habitacion», dijo otro, «antes de que lo haga aqui.» Pense que querian llevarme al confesionario.

Alguien anadio, «Ponlo en la silla». Me asieron fuertemente y me sentaron en una silla electrica negra, como las que yo habia visto en las peliculas norteamericanas de gangsters. Comprendi con horror que aquello no era para confesarse. Pero mientras aguardaba, temblando, que lanzasen la descarga, la silla parecia elevarse conmigo. Me atrevi a mirar hacia abajo y vi que la silla permanecia aun sujeta al suelo. Era yo solo el que ascendia, elevandome cada vez mas, en lo que era ahora una inmensa catedral con cristales rosas y azules. Me elevaba hacia una abertura en la boveda, mucho mas alta todavia, flotando hacia arriba a traves de una sustancia densa y humeda que me lamia el rostro.

«Es solo un sueno», dije a los que estaban por debajo de mi, convertidos en diminutas figuras negras sobre un gran suelo de piedra cruciforme. «Estoy teniendo un sueno religioso.» Segui ascendiendo hasta que, cuando acababa de horadar el techo, desperte.

Este sueno, que tuve mientras reposaba de mi calculada felicidad con Frau Anders, me informo de que no tendria descanso en mis tareas de investigacion. En cierto sentido, el sueno me parecio enigmatico. Este nuevo sueno, tal vez por ser el mas reciente, parecia ofrecer algunos aspectos mas sugestivos que los tormentos y las delicias que habia interpretado como mis suenos eroticos del ano anterior. ?No estaban presentes en mi primer sueno, «el sueno de las dos habitaciones», las dos especies de amor y dominacion, en estilos masculino y femenino? ?Y no me proporciono el segundo, «el sueno de la fiesta original», una guia para mi vida erotica, en la persona de Frau Anders? Pero ?que era lo que este tercer sueno -los luchadores, mi viejo amigo el banista, el rey, la catedral, la ascension- me dictaba?

Ciertamente, este sueno no era menos enigmatico que los precedentes, a pesar del raro hecho de haber elaborado en el sueno, por asi decirlo, una interpretacion antes de despedirme. Esta no podia ser la significacion verdadera del sueno, pero debia interpretarse junto con cualquier otro elemento de los descritos dentro del parentesis del sueno.

De todos modos, no podia negarse al comentario una cierta situacion privilegiada en el orden de los pensamientos del sueno. Sin prescindir de que era, tan claramente, «un sueno religioso», el sueno de una persona devota, plena de culpa, pendiente de la absolucion.

No quiero negar un obvio sentido erotico a todos los suenos. Pero en este, lo sexual se ocultaba tras propositos mas abstractos de union y penetracion. Lo sexual se represento en las escenas de muerte y en palpables imagenes de excremento -?de que otro modo podia interpretarse el escondido olor, y aquella repulsiva sustancia que me envolvia al final del sueno? Una desagradable conjuncion, ?lo admito! Pero mientras trato de poner orden en todo esto, para ahorrar al lector cualquier rubor indebido, es necesario escribir sincera y detalladamente.

La creciente clasificacion tematica de mis suenos me hundio en una nueva melancolia. La tarea que habia emprendido era, ahora lo se, enorme. Comprendase que mi desanimo no provenia del mero reconocimiento del papel de oprimido actor principal que yo jugaba en mis propios suenos. No buscaba en los suenos una interpretacion de mi vida, sino, en mi vida, una interpretacion de mis suenos. Pero entonces me di cuenta de que era una tarea mucho mas agobiante de lo que habia imaginado. En mis suenos he actuado bien y adecuadamente. Pero la simple ejecucion de las imagenes de los suenos, el proceso mediante el cual las inscribia en mi vida, no era suficiente. Tal vez, pense, los suenos no solo me ensenaban a hacer algo, seducir a una mujer, sino tambien a no hacer nada, excepto concentrarme en purgar alguna impureza, que pueden contener los suenos mismos. No podia seguir aislando lo erotico en mi interpretacion y representacion de los suenos.

Para ello, se me daba la clave en el marco del ultimo sueno. ?En que momento de la historia el hombre fue investido con indescriptibles ansiedades y anhelos? Con seguridad no fue en la comunion de los cuerpos, sino en la exaltacion de los espiritus. Sin duda, los primeros hombres religiosos estuvieron tan perplejos como yo, ya que carecian de un nombre que dar a lo que experimentaban.

Fue asi como llegue a adquirir el sentimiento de que mis suenos habian marcado y definido mi vida diurna. Llegue a la conclusion de que, siendo mis suenos susceptibles de muchas interpretaciones, no lo eran menos de una interpretacion religiosa: a saber, que algo que uno puede, a falta de un nombre mejor, llamar religioso, habia irrumpido en mi interior. Esto, en si mismo, no me proporcionaba placer, ya que no soy una persona credula ni dada a postergar mi felicidad para otra vida. Tampoco reclamo el dudoso prestigio de la palabra «religion» para volver respetables ante mis ojos los esfuerzos espirituales. Sin embargo, se que soy una persona capaz de devocion. Si, definitivamente, diria que, en ciertas circunstancias, no disfruto mas que siendo devoto.

He dicho que la primera reaccion ante mi sueno fue la melancolia. Posteriores reflexiones la convirtieron rapidamente en meditacion, y experimente una maravillosa calma. Una de mis reflexiones era acerca de mis propios pensamientos; adverti que nunca habia pensado realmente, sino cuando escribia o hablaba. Decidi aumentar mi silencio, sin hacerme moroso. Esto era mucho mas facil en ausencia de Frau Anders; tenia el habito de interrumpir mis silencios para preguntarme en que estaba pensando. Siendo a ratos una persona sociable, segui frecuentando el cafe y asistiendo a algunas fiestas, pero ciertos amigos, herederos de las solicitudes de Frau Anders, subrayaban la diferencia y juzgaban que yo era nuevamente infeliz.

Uno de mis amigos, el sacerdote que dirigia el programa radiofonico, se propuso curar mi melancolia invitandome a dar largos paseos por los famosos bosques que se extienden en las afueras de la ciudad. Era un hombre amable, despierto y de una conversacion que yo estimaba, pues para ser un clerigo de mi pais, era mucho mas cultivado de lo habitual. (Siempre hay algo conmovedor en los esfuerzos tardios hacia la autosuperacion que hace una institucion o un sentimiento en decadencia.) Aceptaba sus consejos con interes, debido al reciente giro de mis pensamientos hacia esquemas religiosos. Lo que me dijo despues de una serie de conversaciones fue que mis suenos representaban la rebelion de mi conciencia contra una vocacion religiosa que yo habia abortado.

– No quiero decir -dijo el buen Padre Trissotin- que yo crea que debas aspirar al sacerdocio.

Me sonroje y le asegure que tomaria sus palabras en el sentido que el les daba.

– Lo que quiero decir -continuo, naturalmente animado-, es que tu deberias ir a confesarte. Nuestras conversaciones solo son una preparacion para este paso, que ya en tus suenos estabas anhelando. Es en la confesion donde lograras tu purificacion.

Debo decir que siempre he respetado a la Iglesia que me bautizo, y que solo un millon y medio de ciudadanos de mi pais desaprueban hasta el extremo de pertenecer a otra comunidad religiosa. No hay duda de que la Iglesia ha hecho mucho bien, e incluso hoy, cuando veo correr a los sacerdotes jovenes en sus motocicletas a traves de la ciudad, con sus negras sotanas ondeando en el viento, generalmente me detengo a observarlos. No pueden danar a las almas afligidas sobre las que ejercen su ministerio: los moribundos, las piadosas amas de casa, las muchachas prenadas, abandonadas y llenas de remordimientos, los criminales, los dementes, los intolerantes. Tengo una susceptibilidad congenita, que alguien podria llamar debilidad, hacia los que profesan la cura de almas.

Esteticamente, tambien disfruto la religion. Tal como mi sueno indica, me siento atraido por las solemnes

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