respuestas negativas-. ?Sabes que podriamos hacer? Obtener listas de todos los edificios, buscar a todos los residentes que vivan solos y despues ir de puerta en puerta hasta que nos abra ese cabron en persona. En alguna lista tendra que estar.

– Si, yo tambien he pensado que es posible que figure en una o dos listas. Pero no he encontrado la que es. Podria funcionar. -Su tono de voz indicaba que no le cabia ninguna duda de que aquello no iba a funcionar.

Robinson consulto el reloj. No queria llegar tarde al aeropuerto. El dia estaba muy avanzado y ya se veian franjas rojas en el cielo del oeste. Los hilos de la noche empezaban a reptar entre las sombras de los rascacielos.

– Voy a recoger a Espy -dijo-. ?Te acerco a alguna parte?

De repente Simon tuvo una idea. Asintio y le dio una direccion a su companero de fatigas. Seguidamente doblo una copia del retrato robot y se la guardo en el bolsillo.

Robinson detuvo el coche junto al bordillo.

– Pronto va a suceder algo -dijo-. El anuncio se lee esta noche. -Volvio a mirar el reloj-. De hecho, lo van a leer de un momento a otro. Deberia provocar alguna reaccion en los dos proximos dias. Y tenemos que ver que ha averiguado Espy.

– Llamame cuando sepas algo. Despues de aqui me ire a casa.

– ?Que haras aqui?

– Bueno, dudo que consiga algo -respondio Simon alejandose del coche-. Y lo mas seguro es que se hayan ido todos a casa.

El inspector se lo quedo mirando. Alla en lo alto, un avion habia enfilado la aproximacion final al Aeropuerto Internacional de Miami, y su ruta pasaba por encima de Miami Beach. Todavia volaba demasiado alto para que se oyera el zumbido de los motores, asi que el aparato parecia flotar en el cielo cada vez mas oscuro.

– ?Por que lo dudas? -inquirio.

Simon ya se habia dado la vuelta, pero se giro e hizo un gesto con la mano como restandole importancia al asunto, como si no mereciera la pena dedicarle ni un minuto. Walter vio exactamente el efecto que aquel gesto pretendia ejercer en el, y se contuvo de reincorporarse al trafico en direccion al aeropuerto, que era lo que deseaba una gran parte de el. En cambio, echo el freno de mano y se apeo. Simon, unos metros mas adelante, se detuvo y sonrio.

– ?Que pasa, no te fias de mi?

– No es eso -dijo el inspector al llegar a su altura, y pregunto-: ?Que sitio es este?

– El Centro del Holocausto. Es el unico sitio que he visitado desde que empezo todo esto, donde el pasado se reune con el presente. Gracias a unos cuantos cadaveres, claro.

Entro en el edificio seguido por el policia.

La recepcionista estaba recogiendo sus cosas cuando los vio entrar. Fruncio el ceno con impaciencia, pero se quedo impresionada cuando Robinson le mostro la placa. Tardaron solo unos segundos en ser conducidos al despacho de Esther Weiss, donde encontraron a la joven junto a su pequena mesa. Saludo rapidamente a Simon Winter, con amabilidad y resignacion a la vez: ella tambien estaba preparandose para irse.

– Senor Winter, ?ha tenido algun exito? ?Sigue creyendo que ese hombre esta aqui?

Simon le presento al inspector y Esther Weiss pregunto:

– ?Tambien la policia cree que la Sombra anda por aqui?

– Asi es -contesto Robinson.

La directora del centro se encogio ligeramente de hombros, puso su pequeno maletin sobre la mesa y se sento.

– Es terrible. Jamas pense que fuera posible algo asi. Hay que encontrarlo y llevarlo ante la justicia. Hay tribunales en Israel y Alemania…

– Me interesan mas los que estan en el otro extremo de Miami -replico Robinson.

La mujer asintio con la cabeza.

– Entiendo. Ha de ser llevado ante la justicia y…

Winter la interrumpio con una mano. No era la primera vez que tenia aquella conversacion con ella, y una de las ventajas de ser viejo es que puedes interrumpir a una mujer joven sin quedar como un maleducado. Metio la mano en la chaqueta y saco el retrato robot. Sin pronunciar palabra, lo extendio sobre la mesa para que ella lo viera. Ella lo contemplo fijamente, igual que habia hecho todo el mundo, pero cuando levanto la vista le vibraba ligeramente el parpado derecho y tenia un leve temblor en los labios.

– Yo conozco a este hombre -dijo despacio, como confundida. Se aparto del dibujo como si hubiera sufrido una descarga electrica-. Le he visto en mas de una ocasion…

Espy se sorprendio de que Walter no estuviera esperandola en la sala de llegadas internacionales. Se encontraba bajo los efectos del jet lag y no estaba segura de si se sentia agotada o vigorizada. Fue directamente a un telefono y llamo a la oficina de Robinson, pero le dijeron que no habia ido por alli.

Dudo si irse a casa sola o no; la idea de darse una ducha y cambiarse de ropa, incluso echar una breve siesta, ejercia una poderosa atraccion. Pero tenia la sensacion de que estaban ocurriendo cosas y se sentia ligeramente al margen, lo cual la sorprendio. En un papel en el interior de su maletin habia un nombre y un numero que, segun creia, tal vez fueran todo lo que necesitaban para encontrar a la Sombra.

Echo un ultimo vistazo a la terminal, pero no vio al inspector. Una vez mas se dijo que aquello no deberia irritarla, que despues de todo habia prioridades mas importantes que recogerla a ella en el aeropuerto, y penso que a lo mejor Robinson no habia recibido su mensaje telefonico o que no entendio bien la hora de su llegada. Se busco docenas de excusas que la hicieran olvidarse del cansancio fisico y se encamino hacia la salida.

Con la mano levantada para parar un taxi, espero entre la nociva combinacion de humos de coche y calor empalagoso. Subio a un taxi, dio al conductor la direccion de su casa y se reclino en el respaldo, dejando que el aire tropical corriese a su alrededor. Pero antes de que el coche llegara a la salida del aeropuerto, cambio de idea, se inclino hacia delante y, en espanol, le dio al taxista las senas del apartamento del rabino en Miami Beach.

Winter tenia a Esther Weiss agarrada por el brazo. Con la mano libre descargo un golpe sobre el retrato robot.

– ?Quien es? -exigio-. ?Quien es!

Por su parte, Robinson la acuciaba con tono frio y duro:

– ?Donde ha visto a este hombre? -Sus apremiantes preguntas se mezclaban con las del viejo policia.

La mujer los miraba con los ojos desorbitados.

– ?Es el? -pregunto en voz aguda.

– Si -contesto Robinson-. ?Donde lo ha visto? Vamos, hable.

Esther Weiss abrio ligeramente la boca, atonita, y Simon percibio el miedo que traslucian sus ojos. Le solto el brazo y ella se dejo caer en el sillon de su mesa, todavia con los ojos muy abiertos, mirando a ambos.

– Pero si esta aqui -respondio lentamente-, aqui mismo…

Winter fue a decir algo, pero Robinson se le adelanto. El inspector hablo con palabras medidas, lentas, tenidas de un frio agradecimiento por su buena suerte.

– Cuando. Donde. Digame lo que sepa, ahora mismo. No se deje nada. Ni el mas minimo detalle. Cualquier cosa puede ayudarnos.

– ?Este hombre es la Sombra? -volvio a preguntar la mujer.

– Si, es el -dijo Winter.

– Pero este hombre… es un historiador. Posee unas credenciales impecables…

– No lo creo -replico Winter-. O puede que sea ambas cosas. Pero es el hombre que estamos buscando.

– Empiece por el principio -pidio Robinson-. Denos un nombre, una direccion. ?Como es que le conoce?

– Estudia las cintas de video -dijo la mujer-. Dejamos que los eruditos estudien las cintas grabadas en privado. Eruditos, historiadores y sociologos…

– Ya lo se -se impaciento Winter-. Pero este hombre, ?quien es?

– Tengo su nombre en el archivo -boqueo ella-. Lo tengo anotado. Y tambien una direccion, y me parece que tambien su curriculum. Guardamos todas esas cosas en los archivos confidenciales. ?Se acuerda, senor Winter? En cierta ocasion le facilite unos nombres…

– Si, me acuerdo. ?Figuraba el en esa lista?

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