Cuando colgo, se volvio hacia ella como para decir algo, pero el telefono volvio a sonar. Contesto sonriendo debilmente y dijo:
– Por supuesto, senor Fielding. Claro que me acuerdo de usted. Ah, entiendo. Usted tambien lo ha oido. ?Sabe algo? ?No? Entiendo. Naturalmente… -Y se encogio de hombros y siguio hablando con su interlocutor.
Martinez se giro hacia el policia, que estaba entretenido en leer la seccion de deportes del periodico. Abrio la boca para decirle algo, pero se contuvo. Se levanto y fue hasta las puertas del patio para asomarse al exterior. El horizonte parecia resplandecer con un tono plata opaco procedente de las luces de la ciudad. Se pregunto donde estaria Walter Robinson, y deseo estar con el.
Robinson y Winter estaban sentados en una sala de reuniones de la comisaria de Miami Beach, hablando de procedimientos de detencion con el capitan del SWAT y su equipo de nueve hombres.
– Entrar y salir. No quiero darle a ese tipo ni un segundo. Inmovilizacion total en cuanto lo tengamos dominado, o sea, grilletes en manos y pies.
– Descuide -repuso el capitan haciendo un gesto con la mano. No parecia nada impresionado de que hubieran requerido a sus hombres para detener a un anciano-. ?Va a pedir una orden de arresto?
– Ya la tengo. -Robinson hizo una pausa-. Tuve problemas con la ultima detencion -dijo eufemisticamente.
– Eso tengo entendido -replico el capitan-. Pero usted siguio el procedimiento establecido. Son cosas que pasan.
Era un policia con experiencia que exhibia en todo momento su formacion de soldado, y probablemente por la noche roncaba en su cama arrullado por una marcha militar. De hombros cuadrados y corte de pelo a cepillo, consideraba la disciplina una virtud superior a la inteligencia y habia tenido que dejar de entrenar al equipo de beisbol de la liga infantil de su hijo debido a que sus metodos de entrenamiento resultaban demasiado marciales e inflexibles para unos ninos.
– El hombre al que vamos a detener esta armado y es sumamente peligroso.
– Todos los individuos que detenemos encajan en esa categoria -replico el sin emocion-. ?Armas automaticas?
– No, creo que no.
– Bien, pues ya esta. ?Es posible que se rinda cuando se enfrente a nosotros?
– No puedo asegurarlo.
– ?Es posible que huya?
– Es mas probable que desaparezca -tercio Simon Winter en voz baja, pero el capitan lo oyo y se giro hacia el.
– Seria la primera vez que me ocurriera algo asi, abuelo -le dijo en tono condescendiente.
– Este es un caso en que muchas cosas ocurren por primera vez -replico Winter.
El capitan se levanto y al instante los nueve miembros de su equipo se pusieron en pie.
– Cuando quiera -dijo con seguridad.
Robinson asintio con la cabeza. Se acerco a un telefono de pared y por enesima vez intento localizar a Espy en su casa, pero volvio a saltarle el contestador. A continuacion marco el numero del apartamento del rabino. Era la cuarta vez que probaba con el, y esperaba volver a oir el tono de ocupado. Tenia autoridad para hacer que la compania telefonica interrumpiera la comunicacion, pero era reacio a hacer uso de ella. Solo queria informar al rabino de que el caso habia dado un giro positivo, pensando que dicha noticia serviria para tranquilizar a los ancianos. Winter se habia mostrado de acuerdo con el.
Se sorprendio cuando tras el primer tono respondieron.
– Soy el rabino Rubinstein. ?Quien llama, por favor?
– Rabino, soy Robinson.
– Ah, detective. El anuncio que ha puesto ha surtido bastante efecto. El telefono no para de sonar.
– Precisamente intentaba localizarle. ?Alguna informacion?
– No. Solo gente preocupada, lo cual es comprensible. Pero sigo siendo optimista y pienso que alguien sabra algo. Por lo que parece, van a seguir llamando la noche entera.
– Escuche, rabino, Winter y yo hemos averiguado… no, no me interrumpa, ahora mismo no puedo entrar en detalles. Ya le llamara mas tarde, pero hemos hecho ciertos progresos. Asi que quedense donde estan, usted y la senora Kroner, ?de acuerdo? ?Sigue ahi mi hombre?
– Si.
– Cerciorese de que permanece alerta.
– Descuide, parece un buen policia. ?Pero dice que han averiguado algo? Esa es una buena noticia. ?A que progresos se refiere?
– Ya hablaremos luego, primero hemos de confirmarlo.
El rabino titubeo.
– Esta bien -dijo al cabo de un momento-. ?Desea hablar con la senorita Martinez? Esta aqui.
Robinson sintio un nudo en el estomago.
– Si, por favor -se apresuro a decir.
Hubo una pausa y despues oyo su voz:
– ?Walter?
– Espy, he estado intentando localizarte. Perdona que no haya ido a recogerte al aeropuerto, pero es que hemos tenido un giro inesperado. He conseguido un nombre y una direccion…
– ?Vas ahora para alla?
– Si. Quedate ahi. Ya te llamare cuando hayamos terminado.
Espy sintio una oleada de emocion. Deseaba acompanar al equipo de detencion, pero Walter no la habia invitado.
– Quiero estar presente -dijo en tono firme.
– Espy, la ultima vez que te permiti estar presente en una detencion estuvieron a punto de pegarte un tiro.
Ella quiso protestar, pero se contuvo.
– ?Tu viaje…? -le pregunto Robinson.
– Me he enterado de unas cuantas cosas. Cosas fascinantes. Me refiero a que no tenia ni idea. Una estudia historia en el instituto y la universidad, pero en realidad no la conoce hasta que se topa con ella cara a cara. Y eso es lo que ha pasado. Ese individuo, la Sombra, fue entrenado por la Gestapo en toda clase de tecnicas: vigilancia, falsificacion, asesinato. De todo. Es un tipo despiadado, Walter, ve con cuidado.
Robinson tuvo una vision de Leroy Jefferson en su silla de ruedas y penso: algo mas que despiadado. Recordo que la fiscal no sabia lo que le habia sucedido a su testigo y tuvo el impulso de contarselo, pero decidio que era mejor no hacerlo. Los miembros del equipo SWAT estaban colocandose los trajes de proteccion piafando como una manada de caballos antes de un rodeo, y comprendio que tenia que marcharse.
– ?Lo entrenaron?
– Lo convirtieron en un experto. ?Te lo imaginas? Y esos tipos, Walter, eran los mejores, si es que se les puede llamar asi, y el viejo que me conto todo esto dice que la Sombra era el mejor de los mejores. De modo que apuesta sobre seguro, ?vale?
– No te preocupes.
Iba a colgar, pero ella anadio con tono grave:
– Hay una cosa mas, Walter. Puede que te resulte de utilidad…
– ?Que es?
– Llevaba un numero de prisionero tatuado en el brazo. Fue uno de los detalles con que cambio su identidad cerca del final, cuando las ratas abandonan el barco que se hunde. Tengo ese numero. Puede que haya cambiado cien veces de identidad, pero no creo que haya modificado ese numero. Si lo cogeis comprobadlo…
– Dime cual es.
– A26510.
Robinson tomo nota.
A una manzana del domicilio del hombre que decia estar escribiendo sus memorias para su familia, el capitan del SWAT se traslado de la furgoneta al coche sin distintivos que conducia Robinson.
El capitan se lanzo apresuradamente al asiento trasero, moviendose con toda la rapidez que le permitia el