– ?De verdad?
Su padre le miro de nuevo y anadio:
– De verdad. Ahora ya no tendras mas pesadillas.
Sin embargo, Sean le pregunto:
– ?Y el otro?
– El tipo al que cogieron -prosiguio su padre- conto a la policia que su companero habia muerto, que habia perdido la vida en un accidente de coche el ano anterior, ?de acuerdo? -Le miro de tal forma que Sean tuvo la certeza de que aquella seria la ultima vez que hablaria del tema-. Asi que, arreglate un poco antes de bajar a cenar.
Su padre salio de la habitacion y Sean se sento en la cama; el colchon estaba un poco hundido en el lado en que habia colocado su nuevo guante de beisbol con una pelota dentro, muy bien envuelto con gruesas cintas elasticas de color rojo.
El otro tambien habia muerto. En un accidente de coche. Sean albergaba la esperanza de que hubiera ido conduciendo el coche que olia a manzanas, de que se hubiera caido por un precipicio y que, tanto el como el coche, hubieran ido a parar directamente al infierno.
II. SINATRAS DE OJOS TRISTES
(2000)
3. LAGRIMAS EN EL PELO
Brendan Harris amaba a Katie Marcus con locura; era como un amor de pelicula, con una orquesta que le hacia bombear la sangre y que le anegaba los oidos. La amaba cuando se despertaba, cuando se iba a dormir, las veinticuatro horas del dia y segundo a segundo. Brendan Harris amaria a Katie Marcus aunque esta fuera gorda y fea. La amaria aunque tuviera un cutis repugnante, vello sobre el labio superior y aunque careciera de pechos. Seguiria queriendola incluso sin dientes y calva.
Katie. La vibracion que le recorria el cerebro cada vez que pronunciaba su nombre era suficiente para que Brendan sintiera que sus miembros estaban repletos de oxido nitroso, como si fuera capaz de andar sobre el agua, levantar un tractor del suelo y lanzarlo al otro lado de la calle cuando hubiera acabado de usarlo.
En ese momento Brendan Harris amaba a todo el mundo porque el queria a Katie y esta le queria a el. A Brendan le encantaba el trafico, la niebla toxica y el sonido de las taladradoras. Amaba a su viejo inutil, que no le habia mandado ni una sola postal de felicitacion por su cumpleanos ni por Navidad desde que abandonara a Brendan y a su madre cuando este tenia seis anos. Le gustaban los lunes por la manana, las comedias que no harian reir ni a un retrasado mental y hacer cola en el Registro de Vehiculos. Incluso adoraba su trabajo, aunque nunca pensara volver.
Brendan iba a dejar su casa a la manana siguiente, iba a abandonar a su madre, iba a salir por aquella ajada puerta y a bajar por las escaleras resquebrajadas, subiria por la amplia avenida llena de coches aparcados en doble fila por doquier y en la que todo el mundo se sentaba en la entrada de las casas; tenia intencion de salir de alli como si formara parte de una maldita cancion de Springsteen, pero no el Springsteen de
Contemplo su dormitorio. Ya habia hecho las maletas. Habia guardado los cheques de viaje de American Express, los zapatos, las fotografias de Katie y de el, el reproductor de CD portatil, los CD y el neceser.
Observo lo que dejaba atras. El poster de Bird y Parrish. El de Fisk saludando a la gente del festival que habian organizado en el 75. El poster de Sharon Stone, enfundada en un vestido blanco de tubo (aunque enrollado debajo de la cama desde la primera noche en que el y Katie se habian acostado alli), la mitad de sus discos compactos. ?Maldita sea! La mayoria solo los habia podido escuchar dos veces. ?MC Hammer, por el amor de Dios! ?Billy Ray Cyrus, santo cielo! Un par de altavoces Sony muy buenos que habia usado para complementar un ordenador Jensen, que sumaban doscientos vatios, y que habia comprado el verano anterior con el dinero que habia ganado montando techos para Bobby O'Donnell.
Aquello habia sido lo que le permitio acercarse a Katie lo suficiente para iniciar una conversacion. ?Dios! ?Solo hacia un ano! A veces le parecia que habian pasado diez anos, en el buen sentido, mientras que otras tan solo un minuto. Katie Marcus. Por supuesto, ya la habia visto con anterioridad, al igual que toda la gente del barrio. ?Era tan atractiva! Sin embargo, muy poca gente la conocia en realidad. La belleza podia causar esos efectos: que la gente se asustara y que te mantuviera a distancia. No era como en las peliculas, en que la camara hace que la belleza parezca algo que te invita a participar. En el mundo real, la belleza era como una valla que te dejaba fuera y que te hacia retroceder.
Pero Katie, curiosamente, desde el primer dia que paso con Bobby O'Donnell por la obra y este se fue apresuradamente con algunos de sus chicos a la ciudad por asuntos urgentes, dejandola atras como si se hubiera olvidado de su existencia, desde aquel primer dia, ella se habia convertido en una persona sencilla y muy normal; hablaba con Brendan con mucha naturalidad mientras este colocaba laminas de metal en el tejado. Sabia incluso como se llamaba y le habia dicho: «?Como puede ser que un tipo tan majo como tu, Brendan, trabaje para Bobby O'Donnell?».
Al dia siguiente, tan pronto como le llamara, se irian; se marcharian juntos y para siempre.
Brendan, tumbado en la cama, se imaginaba que el rostro de Katie flotaba por encima de el. Sabia que no podria dormir, estaba demasiado emocionado. Sin embargo, no le importaba. Siguio alli echado, mientras Katie flotaba y sonreia, con los ojos resplandecientes en la oscuridad de detras de sus ojos.
Aquella noche, despues de salir del trabajo, Jimmy Marcus fue a tomarse una cerveza al Warren Tap con su cunado, Kevin Savage. Se sentaron junto a la ventana y se dedicaron a observar a unos ninos que jugaban al hockey en la calle. Eran seis y se batian contra la oscuridad; esta hacia imposible vislumbrar los rasgos de su rostro. El Warren Tap quedaba enclavado en una calle lateral del antiguo barrio de ganaderos. Era un lugar estupendo para jugar al hockey, ya que no habia mucho trafico; sin embargo, por la noche era horrendo porque hacia muchisimo tiempo que las farolas no funcionaban.
Kevin era una compania muy buena, ya que por norma general, al igual que Jimmy, no hablaba mucho; asi que estuvieron alli sentados, tomando tragos de cerveza y escuchando la refriega y el roce de las suelas de goma y de los palos de madera, el ruido metalico y repentino de la pelota de goma dura al golpear el tapacubos.
A los treinta y seis anos, habia llegado a apreciar la tranquilidad de los sabados por la noche. Detestaba los bares ruidosos y abarrotados, asi como tambien las confesiones de los borrachos. Hacia trece anos que habia salido de la carcel; era el dueno de una tienda de barrio y en casa le esperaban su mujer y sus tres hijas. Creia que el chico malhumorado que fue una vez habia dejado de existir para dar paso a un hombre que apreciaba un ritmo de vida tranquilo: una cerveza bebida a sorbos lentos, un paseo matinal, el sonido de los partidos de beisbol