Dave se preguntaba donde demonios iba a vivir si esa frontera mental se iba materializando cada vez mas. Y con el dinero que sacaban el y Celeste, si los bares y las pizzerias seguian convirtiendose en cafes, con suerte les asignarian un piso de proteccion oficial de dos habitaciones en Parker Hill. Con toda probabilidad les pondrian en una lista de espera de dieciocho meses; y todo eso para poder trasladarse a un lugar en el que las escaleras olian a meados, el hedor a rata muerta se colaba por las paredes enmohecidas, y donde yanquis y profesionales de la navaja deambulaban por el vestibulo, a la espera de que te despistaras.

Desde el dia en que un tipo de Parker Hill intento robarle el coche, a pesar de que el y Michael estuvieran dentro, Dave guardaba una pistola del 22 debajo del asiento. No la habia disparado nunca, ni siquiera de lejos, pero a menudo la sostenia y apuntaba con el canon. Se dio el gusto de preguntarse que aspecto tendrian aquellos dos ejecutivos a juego al otro lado del canon, y sonrio.

Sin embargo, el semaforo se habia puesto verde y el seguia alli parado; el sonido de las bocinas estallo tras el, y los ejecutivos alzaron los ojos y se quedaron mirando su coche abollado para ver que causaba tanto alboroto en su nuevo barrio.

Dave atraveso el cruce, sofocado por sus miradas repentinas y tan poco razonables.

Esa noche Katie Marcus salio con sus dos mejores amigas, Diane Cestra y Eve Pigeon, para celebrar la ultima noche de Katie en las marismas, y con toda probabilidad en Buckingham. Al celebrarlo se habian sentido como si las hubieran recubierto con polvo de oro y les hubieran dicho que todos sus suenos se harian realidad. Como si compartieran un numero de loteria premiado y la prueba del embarazo les hubiera dado negativo a todas el mismo dia.

Arrojaron los paquetes de tabaco mentolados sobre la mesa de la parte trasera del Spires Pub y empezaron a responder con disparos de kamikaze y a gritar cada vez que un tipo atractivo le lanzaba alguna de ellas La Mirada. Debia de hacer una hora que se habian pegado un gran atracon en el East Coast Grill y despues habian decidido regresar a Buckingham; antes de entrar en el bar, se habian fumado un canuto en el aparcamiento. Cualquier cosa, viejas historias que ya se habian contado un centenar de veces, como la ultima paliza que le habia dado a Diane el estupido de su novio, o cuando a Eve se le corrio la pintura de labios de forma inesperada, o dos tipos gordinflones contoneandose junto a la mesa de billar, era de lo mas divertida.

Cuando llego el momento en que el bar estaba tan atestado que habia tres hileras de gente delante de la barra y tardabas veinte minutos en conseguir una consumicion, se fueron al Curley's Folly de la colina. Se fumaron otro canuto en el coche y Katie empezo a sentir que le aranaban el cerebro fragmentos recortados de paranoia.

– Ese coche nos sigue.

Eve observo las luces por el espejo retrovisor y dijo:

– No es verdad.

– Nos ha estado siguiendo desde que salimos del bar.

– ?Por el amor de Dios, Katie, solo hace treinta segundos que hemos salido de alli!

– ?Ah!

– ?Ah! -la imito Diane; solto una mezcla de hipo y carcajada y volvio a pasar el canuto a Katie.

– ?Todo esta muy tranquilo! -exclamo Eve con un tono de voz mas profundo.

– ?Callate! -Katie se dio cuenta de adonde queria llegar a parar.

– ?Demasiado tranquilo! -asintio Diane; luego solto una carcajada.

– ?Sereis zorras! -exclamo Katie, y le dio un ataque de risa, aunque en realidad tenia la intencion de parecer ofendida.

Perdio el equilibrio y se cayo en el asiento de atras; la nuca le fue a parar entre el respaldo y el asiento y empezo a sentir esa sensacion de hormigueo en las mejillas que notaba las pocas veces que fumaba marihuana. La risa tonta dio paso a un estado de adormecimiento y mientras contemplaba la palida luz del techo, pensaba que eso era para lo que uno vivia, para reirse como una tonta con sus mejores amigas igualmente tontas y sonrientes, la noche antes de casarse con el hombre que amaba. En Las Vegas, de acuerdo. Con resaca, muy bien. Sin embargo, esa era la idea. Ese era el sueno que albergaba. Despues de haber estado en cuatro bares, de haberse bebido tres chupitos y de haberse apuntado un par de numeros de telefono en una servilleta, Katie y Diane estaban tan borrachas que se subieron a la barra del McGills y empezaron a bailar Brown Eyed Girl, a pesar de que el tocadiscos estaba parado. Eve comenzo a cantar Slipping and a Sliding [Resbalarse y deslizarse] yeso mismo es lo que hicieron Katie y Diane, a la vez que se daban golpes en la cadera y sacudian la cabeza de tal modo que el pelo les cubria el rostro. En el McGills, la gente penso que aquello era divertidisimo, pero en el Brown, veinte minutos mas tarde, ni siquiera las dejaron pasar por la puerta.

Por aquel entonces, Diane y Katie ya habian conseguido que Eve se subiera a la barra y en aquel momento cantaba I Will Survive de Gloria Gaynor, lo cual era la mitad del problema; ademas, se balanceaba como si fuera un metronomo, yeso representaba la otra mitad.

Asi pues, las pusieron de patitas en la calle incluso antes de que pudieran entrar en el Brown, lo que queria decir que la unica opcion que quedaba para tres chicas borrachas de East Buckingham era ir al Last Drop, un antro depresivo y humedo situado en la peor zona de las marismas; era un horrible edificio de tres plantas en el que se aparejaban las prostitutas mas drogadictas y sus clientes, y un lugar en el que un coche sin alarma solia durar un minuto y medio.

Alli se encontraban cuando Roman Fallow aparecio con la ultima ejecutiva que tenia por novia. A Roman le gustaban las mujeres menudas, rubias y de ojos grandes. Los camareros estuvieron muy contentos de ver a Roman porque solia dar unas propinas que rondaban el cincuenta por ciento de la consumicion; en cambio, para Katie fue mala suerte, ya que Roman era amigo de Bobby O'Donnell.

– . ?Estas algo trompa, Katie! -exclamo Roman.

Katie sonrio porque le tenia miedo a Roman. De hecho, Roman asustaba a casi todo el mundo. Era un tipo atractivo y elegante; podia ser de lo mas divertido, pero Roman tenia un defecto: una carencia total de cualquier cosa que pudiera asemejarse a sentimientos verdaderos y aquello pendia de sus ojos como un letrero que indicara que aun quedaban habitaciones libres.

– Estoy un poco colocada -admitio ella.

Roman lo encontro divertido. Le dedico una breve sonrisa exhibiendo su dentadura perfecta; tomo un sorbo de Tanqueray y le dijo:

– Un poco colocada ?verdad? Si, muy bien, Katie. Dejame que te haga una pregunta -le dijo con dulzura-. ?Crees que a Bobby le gustaria enterarse de que te estas comportando como una estupida en el Mcgills? ?Crees que le gustaria saberlo?

– No.

– Porque a mi no me gustaria, Katie. ?Entiendes lo que quiero decir?

– Si.

Roman se coloco la mano detras de la oreja y dijo:

– ?Como?

– Si.

Roman dejo la mano donde estaba, se inclino hacia ella y repitio:

– Lo siento. ?Como has dicho?

– Me voy a casa ahora mismo -anuncio Katie.

Roman sonrio y le pregunto:

– ?Estas segura? No me gustaria que te sintieras obligada a hacer algo que no deseas hacer.

– No, no, ya he tenido bastante.

– ?Claro, claro! ?Os pago las bebidas?

– No, no. Gracias, Roman, pero ya hemos pagado.

Roman rodeo con un brazo a la tontita que lo acompanaba y pregunto a Katie:

– ?Te pido un taxi?

Katie casi metio la pata porque estuvo a punto de decir que habia ido en coche hasta alli, pero se contuvo y respondio:

– No, no hace falta. A estas horas encontraremos uno sin ningun problema.

– Es verdad. Muy bien, pues. Ya nos veremos, Katie.

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